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Pocas veces se sale de un espectáculo no solo con la sensación de haber contemplado la belleza, sino también el compromiso. El compromiso con el hecho teatral, con la cultura y con el trabajo actoral. Compromiso también con el público, tantas veces enfrentado al supuesto ... entretenimiento con propuestas ramplonas en su ramplona espectacularidad.
Hablo de 'Nise, la tragedia de Inés de Castro', la última propuesta de la Compañía Nao d'Amores: ese raro empeño por llegar a seducir al público por un camino tan poco fácil a priori como la recuperación del teatro prebarroco. En esta ocasión de la tragedia prebarrroca, trayendo hasta nuestros días, refundidas, las dos obras teatrales de Jerónimo Bermúdez (1530-1599) 'Nise lastimosa' y 'Nise laureada'. La versión de Ana Zamora ofrece la médula de ambos textos (para los que su autor se inspiró en el teatro de Séneca) lo suficientemente aquilatados como para, en hora y cuarto, hacer llegar al espectador no solo la leyenda 'basada en hechos reales' de Inés de Castro (amante del príncipe Pedro I de Portugal que fue asesinada por razón de estado y coronada después de muerta) sino la implícita reflexión del texto acerca del ejercicio del poder y de las contradicciones de la figura del rey al que se le presupone justo pues su poder emanaría presuntamente de la divinidad frente a la figura del tirano. Y así, conservando la dicción arcaica y acompañando el texto con música de la época, se saltan los puentes temporales desde las constantes de la existencia humana: el amor, el ansia de poder, el miedo al otro, la venganza, el odio…
Que la compañía Nao d'Amores la forman actores de nivel lo hemos venido constatando montaje tras montaje; que además entienden el hecho de actuar de una manera global (cantan bien y, si es el caso tocan algún instrumento, aparte de las habituales intérpretes de la partitura, en este caso Isabel Zamora y Alba Fresno), también. Pero hay algo que destaca por encima de estas cualidades y es el concepto de compañía. Nao d' Amores es un grupo engrasado que pone lo mejor de su profesionalidad en favor del conjunto. En un oficio en el que los egos propician interpretaciones dirigidas al lucimiento personal, conforta ver a un grupo apoyando el trabajo común, aunque no por ello deje de ser justo destacar la magnífica interpretación de Ana Huarte en el papel de la desdichada Inés.
Todo: dese el tratamiento del texto a la iluminación de la puesta en escena, pasando por la escenografía, la música y ese, una vez más, original atrevido y seductor vestuario diseñado por Deborah Macías componen una maquinaria que apuesta por la verdad escénica. Y toda maquinaria necesita de motor de arranque y de dirección, papeles ambos que encarna Ana Zamora, quien para nuestra suerte no se cansa de plantearse retos y de bucear en textos olvidados sobre los que pone la luz de su conocimiento y su entusiasmo.
Si todo esto sucede frente o cobijado por el ábside románico de San Juan de los Caballeros el goce es completo y hasta el frío de una noche de enero típicamente segoviana queda en anécdota frente a la contemplación del arte.
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