Tras casi tres años de espera, los cuellaranos pudieron, por fin, disfrutar este domingo al completo de las celebraciones en honor al Niño Jesús de la Bola. Unas tradiciones que en los últimos años estaban limitadas por la pandemia y que este domingo se vivieron ... desde por la mañana hasta la noche, como suele ser habitual, de forma que regresó la procesión por las calles del centro.
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Por la mañana, la eucaristía, presidida por la imagen del Niño de la Bola y en la que participaron miembros de la cofradía, dio el pistoletazo de salida a los actos. Durante la misa, los hermanos cofrades entregaron un detalle, en forma de cuadro con una imagen del Niño Jesús de la Bola, a Felipe Gómez Muñoz, miembro de la cofradía, por su devoción y sus danzas procesionales desde hace años. Asimismo, el párroco, Fernando Mateo, bendijo los calendarios que cada año realiza la hermandad con la imagen del Niño.
Tras disfrutar de un ágape, que no se celebraba desde 2020, los cofrades se volvieron a reunir por la tarde para, tres años después, procesionar la imagen del Niño Jesús de la Bola. Y se hizo como manda la tradición: acompañando a la talla, con danzas, bailes, música y los sones de las tejoletas, además de los cohetes y las campanas.
Así, un año más, los cuellaranos abrieron el año nuevo con esta cita ancestral, con devoción y alegría y con total normalidad. Fueron decenas los vecinos y visitantes que se reunieron, la mayoría en el entorno de la Plaza Mayor, casi dos horas después de su salida.
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Dos horas en las que apenas cesaron las músicas de las dulzainas y tamboriles, que fueron seguidas por decenas de fieles con sus bailes. Muchos de ellos lo hicieron además portando sus castañuelas, mientras que otros hicieron lo propio con las castañuelas cuellaranas, conocidas como tejoletas, otros de los sonidos que no faltan en esta cita.
La procesión partió de la parroquia de San Miguel e hizo una parada en la iglesia de San Esteban, donde los asistentes entonaron un villancico ('Dime Niño'), otro de los sonidos típicos de esta celebración, tras lo que se dio paso nuevamente a los compases de las dulzainas que acompañaron hasta el regreso al templo de San Miguel.
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Para esta ocasión tan especial, la imagen del Niño de la Bola, una talla típicamente barroca (denominada así porque porta en una de sus manos una bola del mundo, mientras que la otra parece comenzar a realizar la acción de bendecir) estrenó un vestido de terciopelo rojo con lazo verde con lazada en su frontal, similar al que luce en uno de los estandartes, de donde han tomado el modelo las artesanas que lo han realizado –Azucena Fraile y Maribel Saz–.
Otra de las novedades fue que, desde la cofradía, se aprobó un proyecto interno con el que se pretende rememorar lo que fueron las cinco varas perpetuas, que funcionaban al menos desde principios del siglo pasado.
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Se trata de una tarea precisa que consiste en estar al tanto de la vida de la cofradía, a través de la que se propone que se creen los cargos de cinco mayordomos de honor para que sean encargados de la festividad en el caso de que algún año no hubiera servicio de mayordomía por distintas circunstancias.
«Todos los años hay un mayordomo nuevo, pero, puede que algún año, por circunstancias, nadie se ofrezca», explicó el historiador y miembro de la cofradía Juan Carlos Llorente, por lo que sería uno de estos mayordomos honorarios el que se encargara de ocupar el puesto y organizar las diversas actividades de la cofradía.
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El próximo día 6 se podrán nombrar estos mayordomos, para lo cual se pedirán voluntarios o será a propuesta de varios hermanos, con la aceptación de la persona que se proponga. El nombramiento sería a perpetuidad, salvo bajas por enfermedad, defunción o propia voluntad.
Desde la cofradía se espera que exista un mayordomo anual, como es costumbre. En la actualidad, la cofradía del Niño de la Bola está formada por unos cien hermanos, quienes, además de mantener su propia devoción al Niño Jesús, pretenden mantener viva la tradición. A ella puede pertenecer la persona que lo desee, así como ostentar el cargo de mayordomo. Los actos en honor al Niño de la Bola volverán a repetirse el próximo viernes 6 de enero, fiesta de la Epifanía del Señor. A las 12:30 horas tendrá lugar la eucaristía en la iglesia de San Miguel. Por la tarde, se repetirá la procesión religiosa con la talla del Niño, los sonidos de las campanas, los cohetes, las dulzainas, las tejoletas y los ritmos de los danzantes.
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