«Ninguna niña sueña con ser la puta de todos»

Tiganus nació en 1984 en Rumanía, en los últimos años de la guerra fría. En esos momentos, como niña, no tuvo conciencia de ser pobre, hasta 1989, cuando cayó el muro de Berlín «y llegó el siempre violento capitalismo», relató. De pequeña era una niña muy inteligente e inquieta que soñaba con ser profesora o médica. «Ninguna niña sueña con ser la puta de todos».

A los cinco años ya escuchaba en la radio que menores y adultas eran raptadas para ser vendidas como esclavas sexuales, y cómo los países del Este de Europa fueron convirtiendo en mercancía a sus mujeres y a sus hijas. En esa infancia y ante esos cambios, reconoció que su madre tenía mucho miedo por ella, y desde ese temor intentó controlar la situación «capando en mí cualquier rastro de autonomía, de libertad».

Su niñez que se vio definitivamente rota a los 13 años, al salir del colegio. Cinco chicos la llevaron a la fuerza a un portal donde la violaron. «No fue una violación múltiple, fueron cinco violaciones simultáneas», incide. En ese momento llegó a disociarse y solo recuerda la sensación de estar ciega, sorda y muda.

«El primer efecto que causó en mí fue no sentirme merecedora de nada bueno», reconoce. Solo deseaba que todo volviera a ser como antes y pensó en no revelarlo para que se le olvidara y no lo supiera nadie. No fue así. Sus propios violadores lo contaron. «El boca a boca funcionaba muy bien y se enteraron todos de que yo era una puta. Me pusieron esa etiqueta de puta», evoca la activista. A partir de ese episodio, se convirtió en una niña agresiva y violenta, se escapaba del colegio y de casa. «Lo único que necesitaba en ese momento era amor y comprensión», pero se convirtió en una víctima-culpable. «A la mayoría de mujeres pobres no nos queda otra que someternos a la violencia para poder sobrevivir. Me duele que se hable de consentimiento en ese tipo de contexto», añade.

Tiganus también ahondó en otras cuestiones relacionadas con los abusos sexuales, como que la mayoría de ellos los realizan conocidos, y muchos de ellos en la infancia, «con cifras devastadoras». También ella los sufrió.

Tenía siete años. Fue un tío suyo. «Lo que yo aprendí con eso es que mi sexualidad no me pertenece», apuntó, recordando también como su mundo se vino abajo cuando su tío se cansó de ella, momentos en los que sintió «desesperación y culpa, porque yo amaba a mi tío».

La activista aseguró que tras la violación fue incapaz de decirle a un hombre que no. «Tenía miedo» y surgía el mecanismo de la indefensión aprendida, sobre el cual también profundizó. A los 17 años le empezaron a hablar de las bondades de la prostitución, que ganaría mucho dinero y en unos años lo podría dejar. «Era una niña en una situación desesperada, consiguieron manipularme y jugaron con mis sueños, mis deseos, que no eran otros que una vida mejor y salir adelante. «Así es como acabo en España, vendida a un proxeneta español por 300 euros», donde pasó por cientos de prostíbulos hasta que escapó.

Tiganus trata de concienciar sobre la prostitución y contar la vida en un puticlub a través de su historia personal, que recoge en su libro 'La revuelta de las putas'.