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Pedro Muñoz, con sus nietos y otros amigos, hace unos años, junto a la Copa Davis. Pedro Luis Merino

«Fue una neumonía silenciosa, traicionera»

Testimonio ·

La hija de Pedro Muñoz, expresidente de la Federación Española de Tenis, evoca la figura de su padre, fallecido por covid en Segovia el 30 de enero

Carlos Álvaro

Segovia

Sábado, 13 de febrero 2021, 07:41

Su muerte, hoy hace quince días, dejó paralizado el mundo del tenis. Pedro había creado el Open de Tenis de El Espinar y presidido la federación española, pero, ante todo, era un amigo muy querido. Y un padre. Y un abuelo.Y un espinariego orgulloso de serlo, aunque hubiera nacido en Madrid. «En El Espinar era feliz; era donde le gustaba estar», apunta Mónica, su única hija, muy dolorida por la pérdida del padre, pero también del consejero, del amigo. «Me decía que hemos de luchar siempre por las cosas que uno quiere y trabajar, que nadie nos regala nada. Trabajo y lucha. Esa fue su vida», añade con la voz entrecortada.

Pedro Muñoz, de 72 años, nunca había estado enfermo. El tabaco estaba olvidado –los pulmones llevaban la huella– pero nadie podía pensar, cuando le diagnosticaron coronavirus, en un desenlace tan fatídico. «Nos contagiamos toda la familia: mi padre, mi madre, mi marido, mis dos hijos y yo. Habíamos estado juntos y en dos o tres días se fueron sucediendo los positivos. Él no tenía síntomas, pero pasaron los días y empezó a dolerle todo el cuerpo. Vigilaba la saturación con un oxímetro y le daba normal. Tampoco tenía fiebre. El 9 de enero, el día de la gran nevada en Madrid, me llamó para decirme que tenía un poco de fiebre. Mis padres estaban en El Espinar y nosotros en Madrid. Como ya tenía el alta, intenté viajar, pero estaba todo colapsado y no pude hacerlo hasta el día siguiente. El 10, domingo, acudimos al Hospital de Segovia. Entró por su propio pie, no tenía fatiga, ni tos, ni nada... Pero ya no lo volvimos a ver. Le hicieron una placa y tenía neumonía. Era una neumonía silenciosa. Hablamos con él por última vez el lunes por la mañana. No tardó en entrar en la UCI. El proceso fue muy doloroso. Todos los días esperas esa llamada del médico, esa información que te dice si va bien o va mal; es el único contacto que tienes y lo más triste de todo», relata Mónica Muñoz. Pedro, expresidente de la Federación Española de Tenis, falleció el día 30 de enero después de haber luchado, sin éxito, contra esta enfermedad que tantas vidas está segando.

Quienes lo conocieron y cultivaron su amistad saben que Pedro Muñoz era un hombre de naturaleza optimista, pero la pandemia estaba haciendo mella en su ánimo. «Su forma de ser no casaba con la situación. La inestabilidad económica, los negocios que cerraban, el virus imposible de controlar..., todo esto le traía de cabeza. Aun así decía que este verano había que volver a organizar el torneo de tenis; que si el virus, para entonces, hubiera remitido, igual no se podía celebrar con público, pero sí con el aforo limitado. El tenis era su vida. Lo llevaba en la sangre desde muy joven. Empezó llevando a los Clavet, luego a mi primo Quino, que también jugó... Puso en marcha el torneo de El Espinar, presidió las federaciones madrileña y española y seguía con la asociación de clubes, con la iberoamericana..., en fin, siempre unido al mundo del tenis, siempre pendiente de ello», añade su hija. No llevó bien Pedro Muñoz el confinamiento, porque le gustaba disfrutar de la vida y el trato con las personas, pero respetaba las normas, llevaba la mascarilla, guardaba la distancia... «No podía renunciar a la familia, y mucho menos a sus nietos, a los que adoraba. Mis hijos, que tienen 19 y 15 años, lo están pasando mal porque querían mucho a su abuelo», añade Mónica.

La muerte inesperada del padre deja en Mónica y su madre, Charo, un océano de recuerdos y momentos felices: «El vacío que sentimos es enorme, porque mi padre ocupaba muchos huecos. Hacía las cosas con el corazón. Lo daba todo. Y daba igual la edad que tuviera la gente, siempre congeniaba con todo el mundo, siempre tenía la palabra adecuada. Con mis amigos, por ejemplo, mantenía charlas de horas. Era muy social. Creo no haberlo visto enfadado en la vida».

El golpe está muy reciente y prevalece la sensación de que ha sido a traición. «Me lo decía Javier Martínez [también exdirector del torneo espinariego ], que sufrió la enfermedad y aún tiene secuelas: no te fíes, es una enfermedad traicionera. ¡Si mi padre no había estado enfermo en su vida! Lo cogimos los seis de la familia y todos estábamos relativamente bien, incluido él. Mi hijo menor es asmático y no ha tenido ni síntomas. Pensamos que lo de mi padre sería igual que lo de todos, que ya iría superando los síntomas leves. Confiamos que en que respondería bien. Si todos nos habíamos contagiado de lo mismo, ¿por qué a él se le iba a poner tan mal?».

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