El Pabellón Municipal de Huesca celebra cada gol de su equipo con el estribillo de 'Fireball', el tema discotequero de Pitbull que taladró 34 veces los oídos de los jugadores del Nava. Cada fortín tiene tema —un campo de béisbol estadounidense celebra con el sonido ... de las monedas del Super Mario—, pero los segovianos escucharon un disco rayado. Un parcial de 9-1 les hizo despedirse del encuentro en los primeros doce minutos de la segunda parte, una sangría gestada por Leo Tercariol, que podría actuar de portero en esas discotecas donde suena, decantó el encuentro y propinó al cuadro que entrena Álvaro Senovilla su segunda derrota del curso.
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Luis Javier González
Senovilla dio su primera titularidad a Luis de Vega y recuperó a Gonzalo Carró, que salió de inicio con un vendaje aparatoso para proteger la luxación con herida abierta de su dedo. Las dos grandes amenazas del Huesca hicieron si aparición. Diógenes Cruz 'Dija' estrenó el marcador con un latigazo mientras Tercariol, el gigante portero brasileño con brazo de lanzador de jabalina, ayudaba con las primeras paradas. Smetanka, que ocupó de inicio el puesto de central con Borja Méndez en el banquillo, desatascó un par de ataques para sumar los primeros goles, pero la defensa no ofrecía resistencia: lanzamientos demasiado sencillos, aunque fueran desde nueve metros. Tras seis minutos, seis goles. Tiempo muerto visitante (6-2).
El Nava reaccionó con intensidad defensiva; más atención, más cortes, más exclusiones. El Huesca tuvo unos minutos propicios para romper el partido cuando se juntaron las de Prokop y Nevado, casi consecutivas, pero no logró marcar contra dos defensores menos; primero, una pérdida en un pase a la banda y después, un lanzamiento de Tercariol, que vio más probable su gol que dejar a sus compañeros domesticar a una defensa de cuatro. Resistió el Nava, que acortaba distancias con un pase extraordinario de Luis de Vega a la carrera de Francisco Ahumada, que recibió con un grandullón encima e hizo bingo. El Huesca pasó siete minutos sin anotar pese a que disfrutó de tres exclusiones en ese periodo. El equipo del orden se descolocó ante la expectativa de tener que aprovechar esas circunstancias.
Un parcial de 0-4 para neutralizar el mal inicio y los segovianos estaban ya cómodos, con Dani Pérez acertado en la finalización y los primeros golazos; el eslalon habitual de Prokop y un latigazo de espaldas de Pablo Herranz, recurso de genio. Las primeras ventajas visitantes duraron, eso sí, un suspiro, porque el Huesca les endosó un rápido parcial de 3-0 aprovechando por dos veces su portería vacía. Los oscenses se habían adaptado y buscaban ataques rápidos, el contragol. Miguel Malo empezaba a entonarse y Tercariol tuvo el +4 con uno de sus proyectiles desde campo propio que repelió el larguero.
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Eran unos minutos claves y el Nava lo entendió, arremangándose en defensa en una secuencia eterno con aviso de pasivo que Óscar García culminó en el rechace, haciendo estéril una gran parada de Luis de Vega. Dos buenas finalizaciones de los extremos —Dani Pérez, sólido en los penaltis, y Óscar Marugán, casi sobre la bocina del primer tiempo— dejaban la desventaja bajo control al descanso (17-15).
El Nava estaba a tiro, pero su regreso fue desastroso. Dzimitry Patotski relevó a Luis de Vega en la portería y paró dos de los primeros tres balones, pero la luz de sus compañeros se apagó en ataque. Cometieron falta en una transición de cinco contra dos, un lujo que no puede permitirse un equipo cuando va tres abajo. Frank Cordiés se sumó al carro ofensivo con un golazo tras otro, limpiando la escuadra como una marca de detergentes con una mecánica que recuerda a la de su compatriota Julio Fis. El Huesca lo anotaba todo ante una defensa que había perdido intensidad y cuando Senovilla quiso parar el partido se encontró con una desventaja imposible (24-16).
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La reacción esta vez no llegó; todo lo contrario. Tercariol le negó un tiro en seis metros a Pérez, el mejor ejecutor navero, que también se encontró con el meta suplente, Daniel Arguillas, en un penalti que desvió lo justo para que el palo repeliera el balón. Diez goles a falta de cuarto de hora, misión imposible. Por más que Guardiola estrenara su cuenta como navero y exhibiera el poderío de su brazo. O que Smetanka siguiera corriendo entre líneas. O Prokop —un goleador nunca deja de buscar la portería— engordara la estadística.
El Nava echó de menos a Moyano y una mayor aportación ofensiva de sus pivotes. Con todo, maquilló el marcador y se acercó a cuatro con cuatro minutos por jugar. Ahí quedó la cosa, un espejismo. Los segovianos ven cortada su racha de tres partidos invictos y suman cuatro puntos en cinco jornadas, un bagaje que le sitúa en el décimo puesto.
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