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El Viveros Herol Nava aprovechó la Copa del Rey para recuperar la autoestima tras la derrota del domingo en Huesca. Los segovianos se pasearon en ... la primera eliminatoria, un duelo disputado en Zamora, una de sus tantas víctimas el curso pasado en la División de Honor Plata, esa categoría que se les quedaba pequeña, sobre todo ante rivales de la zona baja. Los segovianos no dieron opción, se hicieron con la batuta tras un parcial de salida de 2-9 en los primeros siete minutos y no permitieron que su modesto rival, arrollado por momentos, se subiera a sus barbas.
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La Copa es un arma de doble filo para un equipo que pelea por la permanencia, siempre justo de esfuerzos, con un calendario que no da pausa. Mientras rivales de Asobal como Puerto Sagunto y Huesca se despedían de la competición ante rivales de la segunda categoría, los naveros demostraron actitud y fondo de armario para convertir el lance en un trámite y acelerar la integración de jugadores que ya habían demostrado maneras en las últimas jornadas ligueras.
Fue la segunda oportunidad como titular de Luis de Vega, que dio la talla en Huesca. Tras un inicio en el que apenas fue exigido por los zamoranos –mucha pérdida y lanzamientos desviados–, terminó la primera parte en ebullición, con paradas contundentes como una salida hasta el borde del área para negar un balón colgado como si estuviera poniendo un tapón en baloncesto. Exhibió brazo, con un gol desde su portería, y buena colocación en unos 30 minutos en los que solo encajó 13 goles. Patotski, que jugó la segunda parte, tampoco desmereció.
BM Zamora
Víctor Doval, Jonathan Tobías, Fernando Ruiz, Pablo Cubillas (2), Iago Costas (3), Marco Torres (3), Guille Medina, Anderson dos Santos (4), Edmilson Gonçalves, Víctor Peinado (3), Guillermo García (3), Carlos López (1), Rafael Paulo (1), Feliz Bernardo (2), Diego Cadelo (4), Sergio Casares.
26
-
41
BM Nava
Luis de Vega, (1), Borja Méndez (4), Andrés Vila, Dani Pérez (3), Mario Nevado (8), Francisco Ahumada (4), Dani Palomeque (2), Gonzalo Carró (2), Jakub Prokop (4), Roberto Pérez (2), Dragan Soljic (3), Dzimitry Patotski, Tomas Smetanka (2), Isaías Guardiola (4) y Pablo Herranz (2).
Parciales: 2-6, 5-10, 7-13, 9-14, 11-18, 13-22 (descanso), 16-23, 18-25, 20-28, 21-32, 22-37 y 26-42.
Árbitros: Colmenero Guillén y Rollán Martín. Una exclusión loca y otra visitante.
El Nava frenó las transiciones porque apenas perdió balones y dio protagonismo a casi todos. Mario Nevado, la mejor noticia de lo que va de curso, demostró maneras ofensivas, eligiendo el momento para ofrecerse y lanzar a portería con ventaja. Sus goles estiraron pronto el marcador, como los de Isaías Guardiola, que volvió a anotar en Copa una década después. Borja Méndez, que asumió la mayoría de los minutos en el puesto de central, con Tomas Smetanka en el banquillo, estuvo también incisivo de inicio, obligando a los locales a parar el partido tras 6:54 con un 2-8 en la mochila.
Gonzalo Carró se sumó a las buenas noticias del Nava. Tras reaparecer en Huesca de su luxación, tuvo presencia, atento con sus robos en defensa y certero en la finalización. Como Herranz, que cogió con la yema de los dedos una asistencia perfecta de Prokop para anotar uno de los goles más brillantes de la noche. Lo máximo que conseguían los locales –gracias a su portero y a algún hueco si la defensa navera no estaba colocada– fue acercarse a cinco goles. Pelear el partido era otro cantar.
Sin apretar el acelerador, al Nava le bastaba su inercia para gustarse. Así llegó una rápida circulación que culminó Francisco Ahumada, en esa lucha competida que tienen los extremos por jugar. En el otro costado, Daní Pérez parte con ventaja, un gran finalizador que suma goles sin aparente esfuerzo, también desde los siete metros, como hace ante los mejores porteros de Asobal.
Si la superioridad de Pérez es notoria ante un rival de Plata, lo de Prokop es otro nivel. Por su superioridad física y por su contundencia, en sus mejores momentos parece un deporte de hombres contra niños. Le bastaron diez minutos en la primera parte para recordar a los niños zamoranos que el ogro del año pasado sigue ahí, mejor hacer caso a papá y mamá. El Nava se marchó al descanso con el duelo asegurado (13-22). Pese a anotar un gol en los seis primeros minutos de la segunda parte, el marcador no dejó de crecer con el paso de los minutos, síntoma de una máquina engrasada, más allá del rival. No hubo sustos, fue un final plácido. Un festín.
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