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El Pedro Delgado, una pista llena de lágrimas para el Nava, sirvió ayer un consuelo. El templo de los ascensos perdidos –uno por un gol sobre la bocina y otro en una final a Asobal en la que partía como favorito– cambió las tornas: maderas ... y rechaces a favor, por una vez. La tarde que el club utilizó para reforzar su papel de embajador del balonmano en la capital fue un examen de fuego real superado ante un rival que jugará en Europa. La primera alegría –y la segunda victoria, tras la conseguida ante el Soria, de Primera Nacional– en una pretemporada marcada por la pérdida de su portero.
Los focos del Nava están sobre en Luis de Vega, que ha pasado de actor secundario a protagonista con la lesión de Dzmitry Patotski. Si estaba a examen, no pudo salir con mejores prestaciones: seis minutos sin conceder gol, desde la parada inicial que desató el ataque rápido de Nevado para el 1-0. Gedeón Guardiola, que ahora se enfunda el 33, le echó un cable con un bloqueo categórico para que el madrileño sumara su segundo gol. El leonés siguió su inercia con una parada a dos manos junto al palo izquierdo para negar el gol a Jakub Prokop, su compañero el curso pasado. Méndez canjeaba el siguiente lance con un tiro desde nueve metros y Jacobo Cuétara, el arquitecto del Bidasoa europeo reciente, paraba el partido tras apenas tres minutos.
Pero la renta segoviana seguiría creciendo porque Facundo Cagniani se topaba con el larguero pese a recoger un rechace que le dejaba solo en seis metros. Luis de Vega paraba su primer penati y Nolasco aseguraba en seis metros otro ataque rápido de los segovianos que valía el 5-0. El estreno del Torrelavega tuvo que partir de su portería: la parada de Carlos Calle, la pesadilla que apeó de la Copa al Nava el curso pasado en octavos rumbo a una final que valió plaza europea, a Dani Pérez permitió una transición feliz de Isidoro Martínez.
Hechas las presentaciones, la fortuna seguía sonriendo al Nava con un gol de Méndez que se colaba tras tocar dos veces en el larguero, como si aquello fuera una máquina de Pinball. Mientras, Nevado fusilaba y exhibía desplazamiento lateral e Isaías Guardiola, que se ha quitado un 7 del dorsal, hacía gala de una coordinación suficiente pese a su tamaño para coger un balón suelto y dar los pasos de rigor antes de fusilar a Calle, poner el 9-4 y colmar la paciencia de Cuétara que gastaba otro tiempo muerto.
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Luis Javier González
El Torrelavega empezó a calibrar su ataque con un Cagniani que se congela en el aire y el fusil de Prokop, que quitó las telarañas a la portería con una velocidad de brazo que tantas alegrías dio en Nava. Con todo, la circulación de los segovianos era buena y aparecieron las primeras autopistas hacia Gonzalo Carró en el pivote. Luis de Vega tenía que ir a por el balón cuando salía por el fondo de su portería porque esto no es Nava: una pista más grande y sin niños para recoger. Todo por llevar el balonmano a Segovia, con jugadores de la Gimnástica como Astray y Abel. Vieron ese balón que salía rebotado hacia atrás para que Nevado lo robara y pusiera el +7 (15-8).
Un marcador definitorio ante otro rival, pero el Torrelavega tiene hechuras. Calle empezó a tocar balones, Prokop se repartía caricias con Carró y Marco Silva hacía gala de un meritorio trabajo desde el suelo para un pivote. Javi Carrión, el pichichi de División de Honor Plata con Agustinos que volverá cedido a Alicante cuando acabe la pretemporada, dejó una definición de rosca de muchos quilates y falló el último ataque del primer tiempo por echarse encima de Calle. La paradoja del balonmano: cuanto más cerca del portero, más lejos del gol.
Una ventaja de cuatro goles (17-13) que los segovianos ampliaron a seis porque lo cogieron donde lo dejaron: paradas de Luis de Vega –un penalti de mérito ante Isidoro Martínez– y transiciones de Méndez. Pero el Torrelavega subió un nivel en defensa y la circulación navera se atascó, con alguna pérdida evitable como el pase de Nolasco a Méndez que acabó en el banquillo visitante. Los naranjas se acercaron a uno tras un parcial de 5-0, pero no cundió el pánico. Llegaron los habituales –goles desde nueve metros de Isaías Guardiola y Mario Nevado– para que el Nava llegara con una renta de cuatro goles a los últimos diez minutos.
Un final demasiado sencillo para el Nava, que también entrenó su afición al suspense. La grada aplaudió a Marcos Díez, el portero juvenil que salió a dos penaltis para dar el descanso mínimo a Luis de Vega, sin suerte. Como Nolasco, que falló el suyo ante Leo Tercariol, que tocó bola y se lanzó al suelo para que no entrara después. En esas, el Torrelavega empataba el partido a quince segundos del final y solo la pillería de Méndez, que sacó enseguida y aprovechó la portería vacía para devolver la delantera a los suyos, salvaría la victoria navera. Que aún estuvo pendiente de un último ataque, del disparo de Javi Muñoz a la cruceta con el tiempo cumplido.
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