![Participantes en la cata celebrada en el Esteban Vicente.](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/201911/24/media/cortadas/caja%20rural-6-k8FE-U90783729247X2F-624x385@El%20Norte.jpg)
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Domingo, 24 de noviembre 2019, 13:13
Los chicos de A la Volé (Álvaro, Nacho, Goyo, Paco, Javier...) están empeñados en convertir a Segovia en la ciudad de las maravillas vinícolas. Cuando no es champán, son blancos del Rhin; cuando no son botellas solidarias, son elaboraciones de grandes viticultores... el contingente ... es lo de menos, lo que importa es el contenido, y en la noche de los Otoños Enológicos de la Fundación Caja Rural volvieron a brillar con una nueva propuesta rompedora que dejó ojiplático al abarrotado foro que se dio cita en el salón de actos del Museo Estaban Vicente para catar seis vinos naturales, acompañados, eso sí, por una selección de quesos de Cantarrullas y chacinas y jamones al corte de Cuéllar.
¡Vamos a ver! El vino por definición es siempre natural, ya que es fruto de la fermentación y de la transformación de los azúcares de la uva en alcohol. Sin embargo, hay vinos más naturales que otros, o lo que es lo mismo, que no han sido manipulados ni han recibido añadidos que no sean los ineludibles para la vinificación: no han sido clarificados, ni estabilizados, ni filtrados, ni tratados con componentes químicos, ni mucho menos abonados con otros nutrientes que no sean estiércoles totalmente naturales. Estos vinos se hacen en la viña. El resultado: vinos solo aptos para bebedores sin prejuicios, que busquen la singularidad y que estén dispuestos a sacrificar la estética y la cata al uso en favor de sabores y aromas no experimentados con las tradicionales elaboraciones, incluso algunos de ellos inacabados y en ocasiones con fermentaciones todavía pendientes de alcanzar su última expresión.
Afortunadamente para los neófitos (el 90% de la concurrencia), el acto estuvo conducido por Álvaro Moreno, el mejor comunicador segoviano en el mundo del vino; pedagógico, pasional, descriptivo y capaz de convencer a un agnóstico público de las excelencias de vinos que para su disfrute total requieren predisposición y dejarse llevar por un estadio que en ocasiones es difícil de transitar.
Dicho esto, de los seis vinos catados, me quedo con los dos últimos, el manchego De Sol a Sol Tinaja, de Julián Ruiz, un airén vinificado en el mismo viñedo, cítrico, semioxidado, pero muy aromático, y el Passió de Còsmic Vinyaters, una curiosa vinificación con castas tan raras (marcelan y sumoll) como los sabores de este vino, que podríamos definirlo como el menos natural, no porque el proceso no sea natural, sino por sus condiciones visuales y organolépticas, alejadas del primitivismo de sus compañeros de cata.
El resto de los vinos (El Plantarga, Joy y Blanc D'Angera), incluido el rama de A la Volé, estuvieron divertidos, diferentes y con ganas de sorprender. Lo consiguieron y, quién sabe, tal vez dentro de poco encontremos en las estanterías de los lineales un apartado de vinos naturalmente naturales. Hasta que eso suceda, toca disfrutar...pero siempre mejor con vino.
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