Arévacos, titos, bellos, lusones, pelendones... fueron pueblos celtas o celtizados que habitaban antes de la romanización de la Península Ibérica la llamada Celtiberia, un territorio extenso que hoy se correspondería con las comunidades autónomas de La Rioja, Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha e ... incluso Valencia; 'grosso modo', pues resulta difícil asignar territorios y fronteras concretas a una amalgama de pueblos que, hoy, más de veinte siglos después de la romanización, quieren unir sus fuerzas para dar a conocer su pasado y mirar hacia un futuro mejor.
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La histórica Sepúlveda, estratégico emplazamiento celtíbero y cuna de los fueros de la Extremadura castellana en el Medioevo, ha sido escenario de la constitución de la Red de Municipios de la Celtiberia, nacida en Gotor (Zaragoza) el pasado mayo. Esta asociación nacional debe regirse por los principios de preservación, valorización, aprovechamiento sostenible del patrimonio ecocultural y apuesta comunitaria e identitaria de este territorio de las cuatro culturas, forjado por los celtíberos, pero modelado después por las civilizaciones cristiana, hebrea y musulmana.
Una junta directiva integrada por representantes de los municipios celtibéros que han puesto en marcha la red y una junta ejecutiva con cuatro representantes de las comunidades autónomas implicadas (Aragón, Castilla y León, Castilla-La Mancha y La Rioja) son los órganos que conducirán provisionalmente, hasta las elecciones municipales de mayo, la red/asociación, que tendrá su sede en Sepúlveda y estará presidida por su alcalde, Ramón López.
«Queremos poner en valor nuestro pasado, lo que tenemos y lo que somos. El objetivo es hacer programas de difusión, empezando por la escuela, y elaborar estrategias de futuro que fomenten el turismo y nos permitan optar a fondos europeos. Somos municipios pertenecientes a diferentes comunidades autónomas y eso nos da mucha fuerza y nos abre muchas posibilidades», señala López.
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Actualmente, hay treinta municipios que ya han acordado en pleno su adscripción a la red y una docena más está en proceso. Para este primer impulso promotor, se ha dado prioridad a los municipios pequeños y activos, aunque también participan ciudades y villas históricas, como Ayllón, Daroca, Borja Monteagudo de las Vicarías, Yanguas o la propia Sepúlveda. El segundo impulso difusor permitirá ampliar el círculo de ayuntamientos celtíberos. «Vamos poco a poco, pero somos ambiciosos», puntualizada el regidor sepulvedano.
Los municipios asociados pretenden activar el municipalismo para defender sus intereses más allá de unos límites provinciales y autonómicos que en muchas ocasiones asfixian la difusión de un patrimonio y una identidad interterritorial. Para ello se pretende la creación de un espacio turístico llamado Celtiberia y se pondrá en marcha la recaudación de fondos para proyectos en común. Aunque la mayor parte del territorio coincide con la llamada España vaciada, la red nada tiene que ver con ella; es más, huye de la «cantinela quejumbrosa» del vaciamiento, envejecimiento o la marginalidad. «El territorio de la Celtiberia tiene forma de corazón. Vamos a ponerlo a latir, porque es hora de hacer cosas juntos y la tarea es inmensa y urgente: tenemos que revalorizar nuestro patrimonio, excepcional y único; promover iniciativas para el desarrollo sostenible en todos los sectores; fomentar el emprendimiento; forzar la discriminación positiva en el medio rural; apostar por la repoblación y la vivienda; revivir nuestras tradiciones, y difundir nuestra identidad en la cultura y la fiesta», enumera el presidente de la Red de la Celtiberia y alcalde de Sepúlveda.
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