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La caza ha frenado su declive de finales de siglo y ha estabilizado sus licencias en la provincia, pero esa fidelidad del colectivo se ha traducido con el paso de los años en envejecimiento con una edad media que supera los 50 años. «Cada vez ... somos menos cazadores, no hay relevo generacional y la tendencia es hacia abajo», subraya el delegado de la Federación de Caza de Castilla y León en Segovia, José Luis Gómez. La provincia cuenta con unas 2.800 licencias de cazadores residentes, dejando a un lado los de otras provincias como Madrid «que vienen a cazar al pueblo». Es el nicho estable de un sector que busca savia nueva.
El descenso, como sucede a nivel nacional, ha sido muy sostenido. Gómez habla de números cercanos a los 3.500 cazadores hace una década, lo que supone un descenso entre el 15 y el 20%. Segovia es la provincia con menos licencias en Castilla y León. «No sale juventud que se aficione a la caza». El problema añadido para la sostenibilidad del sector es que ese dato pasado hacía referencia a una edad media más joven. Con todo, hay un consuelo. «Cada vez están entrando más mujeres y son más bien jóvenes». Quizás sea la vía para hacer bajar la edad media o, por lo menos, que no siga subiendo.
La esperanza del sector son los brotes verdes que aparecen en los exámenes de cazador que convoca cada dos años la Junta de Castilla y León. Los rostros jóvenes y un número creciente de mujeres, una tendencia en auge que todavía no ha alterado esa tendencia estadística marcada por el envejecimiento. Confían en los llamados dientes de sierra, unas subidas y bajadas imprevistas en la evolución de ciertos sectores. Por eso creen que la pandemia, que ha llevado a tantas personas al campo, invite también a nuevos cazadores a la actividad cinegética.
Las sociedades segovianas con más cazadores federados son las de El Espinar, Villacastín y Navas de San Antonio; todas ellas superan el centenar de socios. Sauquillo de Cabezas, con apenas 150 habitantes, tiene la suya con una decena de miembros. La provincia tiene 117 pueblos con sociedad de cazadores, es decir, más de la mitad de los municipios tiene la suya, dejando a un lado otros grupos cinegéticos para una superficie que cuenta con medio millar de cotos. La fortaleza de la provincia es que la inmensa mayoría de los cazadores –unos 3.000– son federados, frente a otras provincias que pueden llegar a los 10.000 y tienen un número de licencias similar al de Segovia.
La temporada de caza conocida como Media Veda comenzó en Castilla y el 15 de agosto y concluyó el domingo 17 de septiembre. Las especies objeto de caza son la codorniz, ave por excelencia de esta época, así como la urraca, corneja, conejo y zorro. Desde el 25 de agosto también se podía cazar la paloma torcaz y la paloma bravía. Los días hábiles son los martes, jueves, sábados, domingos y festivos de carácter nacional y autonómico. El número máximo de piezas a cobrar por cazador y día es de 25 ejemplares para la codorniz. En el caso de la tórtola común, esta temporada sigue sin poder ser objeto de caza.
Las previsiones se han cumplido y el sector habla de una campaña floja en la que el sur de la región, especialmente Segovia y Ávila, ha fallado porque la cosecha ha sido mala, tardía y en algunos lugares ni siquiera se ha producido porque no subía el cereal. Los boletines meteorológicos desde el inicio de la migración de la codorniz evidencian que el mes de marzo fue muy cálido. En abril, los valores fueron aún más extremos tanto en relación con la temperatura como con las precipitaciones, llegando el déficit hídrico al 80%. Sin embargo, el mes de junio ha sido húmedo en toda la comunidad, siendo la precipitación acumulada un 121% superior al promedio mensual.
3.500 licencias
de caza había en la provincia de Segovia hace un decenio.
117 pueblos
pueblos, más de la mitad de los existentes en Segovia, tienen sociedad de cazadores.
La sequía de un verano de estiaje, con un mes de agosto de mucho calor, ha agravado la situación al fomentar las migraciones de codornices, un ave de escasos recursos que ante la ausencia de cereal busca cobertura en zonas verdes y frescas. Mientras, la caza mayor se ha quedado en la montaña, en el frescor de las cumbres, huyendo de las altas temperaturas de los valles. Un año que, lejos de ser una excepción, consolida la tendencia del año pasado, con una sequía aún más aguda; la habitual entrada del ave en junio ni siquiera de produjo. Este año ha habido una cría regular en la provincia, pero la falta de cultivos ha forzado su marcha hacia el norte, especialmente en fases de luna llena.
La consecuencia es que el 15 de agosto, el esperado inicio de campaña, fue un fracaso. La provincia ha sido terreno estéril. Han sido capturas muy esporádicas salvo algún corro de medio centenar en las proximidades de Escalona del Prado –en una zona fresca alrededor de un maizal– o en zonas de regadío como Campo de Cuéllar, aprovechando sus incursiones en busca de comida. Así las cosas, el conejo ha sido un consuelo, sobre todo en la zona limítrofe con la provincia de Valladolid o en el entorno de Segovia capital.
Tras un inicio aciago de temporada, la paloma fue un consuelo en una provincia con una gran densidad de estos ejemplares: Segovia y Salamanca son las que más aprovechamiento de paloma torcaz tienen en la región debido a sus ecosistemas. Es lo que los expertos llaman mosaico, es decir, un poco de todo: cereal, prado, arbolado o montaña. Además, están llegando a las ciudades. El sector de la caza ve suficiente el calendario en la región que más codornices caza en Europa: del total nacional, la mitad corresponde a Castilla y León.
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