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«Hay hombres que luchan toda la vida: esos son los imprescindibles». Con estas palabras rendían homenaje a Yeyo Quintanilla los miembros del Foro Social ... de Segovia. Fue el pasado septiembre, en un acto sorpresa que culminaba, en la venerable Aula de San Quirce, el XIX Encuentro de Escritores y Escritoras que promueve el Foro Social, organización a la que Quintanilla estaba especialmente unido.
Esta madrugada ha llegado la noticia de la muerte de Aurelio Quintanilla Fisac, la última llama revolucionaria de Segovia, y la Segovia sindicalista y heterodoxa, roja y atea, llora la partida de un hombre bueno, en el sentido machadiano del término, que hizo de la defensa de muchas causas nobles su razón de vida. Quintanilla, abatido por los años y la mala salud, recibió aquella muestra de cariño como un tesoro de incalculable valor que ha guardado en su corazón hasta el final de sus días.
No es fácil trazar en unas líneas la dilatada biografía de este hombre inquieto y solidario, profundamente humanista, que ha estado relacionado con cuantas iniciativas sociales y culturales se han sucedido en los últimos cincuenta años de la vida local, siempre en vanguardia por alcanzar un ideal en el que verdaderamente creía: una sociedad justa, igualitaria y solidaria. Yeyo Quintanilla pensaba que otro mundo es posible, pero hay que luchar por él.
El activismo cívico de este maestro defensor de la escuela pública y la enseñanza laica, hijo del taquillero titular del teatro Cervantes, empezó en sus años juveniles al calor del Club Studio, fundado en 1961 por José Antonio Pérez Gallego y Asterio Llorente, semilla de la que brotó gran parte de la cultura democrática segoviana contra la dictadura franquista. También se implicó Quintanilla en la política municipal, pues fue candidato a la Alcaldía de Segovia en las primeras elecciones de la nueva etapa democrática como cabeza de cartel del Movimiento Comunista (MC-OIC), organización situada a la izquierda del PCE que abogaba por una ruptura radical con el pasado. «Éramos tachados de extraparlamentarios, radicales y extremistas, pero nuestro único extremismo era luchar por una sociedad más democrática, participativa y controlada por el pueblo. Creíamos que la revolución era posible», recordaba el propio Quintanilla años después. El MC-OIC solo obtuvo 499 votos y Yeyo no pudo ser concejal de aquella primera corporación municipal que deparó un alcalde de centro, José Antonio López Arranz, pero su figura florecería con la nueva democracia al lado de todas las causas nobles, muchas veces perdidas, que surgían en el seno de la sociedad segoviana.
Desde aquella aventura política fallida hasta la constitución de una plataforma contra el genocidio del pueblo palestino, Quintanilla ha estado presente en la primera línea de la lucha obrera y revolucionaria, estudiantil y pacifista, muchas veces megáfono en mano, como buen agitador de masas, lanzando soflamas y pareados contra el poder establecido y en favor de los vulnerables. «No sé callarme en ningún sitio», decía, y presumía con gracia de haber tomado parte en la autoría de un famoso lema que se coreaba mucho en las manifestaciones anti-OTAN: «Ni OTAN ni Varsovia, cochinillo de Segovia». Inolvidables fueron sus participaciones en las huelgas contra los gobiernos de González y Aznar, su entrega absoluta en el 'No a la Guerra', que sacó a quince mil personas a las calles de Segovia para protestar por la invasión de Irak, o frente a la LOMCE y los ajustes y recortes del Gobierno Rajoy, en esta ocasión con bríos revolucionarios reverdecidos a la estela del 15-M, el movimiento de los indignados, y el nacimiento de Podemos.
Miembro de Comisiones Obreras, secretario de la Federación de Enseñanza del sindicato, en 1991 fundó junto al recordado Luis Yuguero la Asociación de Amigos del Pueblo Saharaui. Luis y Yeyo, Yeyo y Luis fueron el alma del programa Vacaciones en Paz que tanto bien ha hecho -y sigue haciendo- a los niños y niñas de los campamentos de refugiados de Tindouf. Tampoco quedó Aurelio Quintanilla al margen del mundo sanitario. Esperó años un trasplante de riñón que acabó llegando, pero lo hizo como miembro activo y portavoz de la asociación Alcer. En las mesas informativas, se desvivía por concienciar a sus vecinos de la importancia que tiene controlarse periódicamente la tensión y prestar atención a los problemas renales.
Con la cultura siempre estuvo comprometido, desde los años del Club Studio. Era habitual verlo en San Quirce, en cualquier conferencia, curso de historia o actividad, últimamente acompañado de su inseparable y querido amigo Carlos de Dueñas. La Real Academia de Historia y Arte de San Quirce premió su cercanía, cariño y colaboración con la institución nombrándole académico honorario, título que portaba con orgullo. Defendía la memoria histórica y democrática y era partidario de dar visibilidad a quienes sufrieron el rigor de la represión franquista. Su último trabajo fue la edición de 'Tormento de Castilla' (La Uña Rota, 2023), junto con De Dueñas, que rescataba el folleto en su día escrito y publicado por Alejandro de Frutos (1913-1984), el maestro de Izquierda Republicana que logró escapar vivo de un pelotón de fusilamiento junto a las tapias del cementerio de Segovia una negra noche de 1936.
Descanse en paz Aurelio Quintanilla, Yeyo, última llama revolucionaria de Segovia, emblema del activismo cívico.
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Alberto Echaluce Orozco y Javier Medrano
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