La modesta entrada a la plaza de toros de Mozoncillo congrega a curiosos y cámaras por igual. Todos a la caza de la celebridad, oteando cada coche en busca del elegido. «Ya está aquí. Ese sí que va a ser, míralo». Para el vehículo, sale ... el séquito y, por fin, Jesulín de Ubrique. Hay conexiones en directo, cámaras y micrófonos que buscan acercarse sin intimidar, ese difícil equilibrio. El guardaespaldas del torero, más bajito pero con una musculatura apta para su trabajo, gana espacio mientras su protegido gesticula con monosílabos al torbellino de preguntas. Su mirada busca huir, un puente aéreo para atravesar los cinco metros que le separan de la entrada, pero también encuentra el equilibrio y se para en dos ocasiones para que los vecinos del pueblo tengan su foto para la eternidad. Porque son unas fiestas y la corrida es la guinda.
Publicidad
Así es como una de las principales figuras taurinas de los años 90 volvió a los ruedos a los 49 años en un mano a mano con Finito de Córdoba, un festejo sin picadores en el que se lidiaron cuatro novillos de la divisa sevillana de Badía Hermanos. Pocas relaciones han trascendido el ámbito privado como la suya como Belén Esteban, algo que convierte cada verbo de su vida en noticiable. Acudió hasta Master Chef Celebrity; porque el torero también se atreve con los fogones.
¿Cómo acaba Jesulín en Mozoncillo? El nuevo alcalde, David de Santos, lo explica por el intermediario, el empresario Emilio de Frutos. «Yo creo que es más por la amistad que tienen ellos que por cualquier otra circunstancia. Ha elegido Mozoncillo por la tradición, pero podía haber ido a cualquier otro pueblo». Los festejos taurinos son la parte principal del programa de fiestas –se llevan la mitad de un presupuesto que supera los 100.000 euros– y el regidor habla de «valor añadido» con su presencia. «Para nosotros simboliza mucho tener a una persona que fue tan sumamente relevante en el mundo del toro, es un privilegio que vuelva a los toros después de 13 años».
El pueblo revindica sus encierros camperos y urbanos. «Es verdad que en las corridas cada vez hay menos gente. Hemos echado un órdago para que todo esto funcione», subraya el alcalde. La consecuencia es que se ha duplicado la venta de abonos. «Queremos intentar recuperar lo que había antaño, ese ambiente espectacular en los toros con todas las peñas, las charangas».
Publicidad
Los vecinos hacían cola desde las seis de la tarde. «Jesulín me da igual. Le voy a echar los calzoncillos», prometía a la entrada uno de los madrugadores. Las fiestas empezaron el viernes y todavía había gente que no se había acostado. Con su cerveza en la mano, Diego del Pozo había dormido tres horas, suficiente para darse un paseo por la plaza sin ánimo de entrar. Aseguraba una plaza llena –apenas quedaron desiertos el 10% de los asientos– a diferencia de otros años. «Es una figura de la cultura popular. La prueba está en que se mantiene fuera de los focos y todo el mundo sabe quién es».
Noticia Relacionada
Eugenia Merino se asomó al recinto que lleva erigido 35 años y para el que pide una mano de pintura. Pero no entra. Dice que eso es para los jóvenes. A sus 83 años, habla de una afición en declive, en la misma línea que un municipio que conoció con 2.000 habitantes y que ahora apenas supera los 900. «Cuando no hay gente, mengua todo. Con lo bien que se vive aquí; a mí que me den un pueblo, no una capital»
Publicidad
Dentro, el hijo de Emilio de Frutos recibe los primeros aplausos. Después sale Jesulín, con la plaza expectante: «¡Vamos Jesulín, que es para ti!» El primer aplauso se lo lleva el banderillero, pero el torero va entrando en calor entre coros: «¡Ole! ¡Sube! ¡Levanta!» Y suena la charanga, buena señal. Esa comodidad le permite acortar distancias, marcar los ritmos, ralentizar la secuencia. Hasta que la grada pide el desenlace. «Mátalo ya». Así que llega el silencio para escuchar sus últimos diálogos: «¡Eh toro! ¡Vamos, bonito!». La primera estocada hace blanco, pero el lomo la repele; la segunda es definitiva. Llega entonces la lenta agonía, esos minutos en los que el organismo asimila el final. Después, la oreja final. Y unas bragas, cómo no, que Jesulín devuelve a la grada.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Te puede interesar
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.