La afición por las motos en Cantalejo no es algo nuevo, pero la celebración de la concentración invernal La Leyenda Continúa ha supuesto un antes y un después entre los apasionados de la comarca. «Era necesario tener un motoclub en el municipio», explica el presidente ... de Motrancos, Juan López. Hace unos años, apenas superaban la veintena de socios, mientras que ahora los moteros autóctonos se aproximan al centenar.
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César Blanco Elipe
La ubicación del club de aficionados con sede en la localidad briquera es privilegiada en el pinar de El Hoyal que acoge la cita motera. La carpa que da refugio a unos 95 vecinos de la provincia es una de las primeras que se levanta cuando comienzan los preparativos del evento. A su vez, es fácil encontrarles, ya que un gran cartel de madera con el nombre del colectivo da la bienvenida a cada uno de los asistentes al recinto.
«Aquí estamos de fiesta, nos reunimos y nos organizamos para participar en las diferentes actividades», subraya López. «Esta noche tenemos cena aquí», matiza, y la recogida no tiene hora prevista. La celebración se mantiene hasta altas horas de la madrugada, lo que incluso atrae a otros residentes en la localidad. Sin embargo, «aquí no dormimos, somos algo señoritos», bromea. De hecho, «solo pasamos por casa para dormir», apostilla.
Motrancos nació hace nueve años, aunque no consiguió cierta popularidad hasta la llegada de la cita dirigida a los motoviajeros de carácter internacional. Previamente, había una asociación de motocross, pero todo cambió tras un accidente y «nos pasamos a la carretera», relata el presidente, quien se adentró en el mundo del motor con tan solo cuatro años.
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Fue en ese momento cuando un grupo de amigos empezó a hacer quedadas para sumar kilómetros de asfalto. «Al principio teníamos un grupillo, pero poco a poco, con el paso de los años, se convirtió en un club», destaca el vecino de Cantalejo. En los últimos tiempos han formalizado su identidad como club al elaborar unos estatutos, definir una estructura y configurar una organización.
El interés por formar parte de este grupo es creciente. «Casi todos los socios somos de la comarca», especifica. El epicentro es así el nido de los moteros, pero «hay muchos que viven a alrededor, en un radio de unos 30 kilómetros». Ejemplifica con vecinos de Cabezuela, Sebúlcor, Turégano, Veganzones o Cuéllar. No obstante, las diferentes ediciones del evento han permitido establecer amistad y contacto con simpatizantes de otros puntos del territorio nacional.
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Esta pasión compartida, que une amigos y familias, no entiende de idiomas, edad o género. Al volante de una moto hay mujeres que también forman parte del club. «El socio más joven tendrá unos 19 años y el más mayor supera los 64», se enorgullece.
Todos y cada uno de ellos se saben de memoria el extenso programa de La Leyenda, y no es difícil escuchar conversaciones sobre cilindrada, motores, neumáticos y rutas desconocidas de la provincia. Muchas de ellas son descubiertas a lo largo de todo el año. «Todos los fines de semana salimos en moto en grupos de siete o diez; más en invierno que en verano», concluye el presidente.
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