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luis javier gonzález
Segovia
Domingo, 22 de abril 2018, 18:20
Es de bronce, pesa 8,28 gramos y es el primer documento donde aparece escrito el nombre de Segovia, con la misma grafía y letras de la actualidad. El as ibérico data aproximadamente del año 30 antes de Cristo y es de las monedas más grandes acuñadas en bronce en la época. El propietario, Juan Francisco Sáez, ha recabado una quincena de piezas a lo largo de las tres últimas décadas pero ninguna procede de la ciudad sino del entorno próximo; llegaron de El Escorial o Cuenca. «En Segovia no ha aparecido ninguna pieza de estas en ninguna excavación ni en museos. Decimos que es de aquí porque aparece la palabra, pero estaba la Segovia bética. Realmente no sabemos mucho de qué asentamientos teníamos aquí en aquella época», explica. Este documento histórico se vendía ayer en la Convención Numismática de Segovia por unos 1.500 euros.
«Segovia tendría una cierta importancia, no todos los pueblos sacaban monedas. Como somos los únicos que hemos sobrevivido con ese nombre, nos hemos adueñado de la paternidad», reflexiona el presidente de la Asociación Segoviana de Numismática y Coleccionismo, Javier García Herrero. El as ibérico es una de las piezas con mayor trascendencia histórica de la convención celebrada ayer por sexto año en el hotel Los Arcos con una treintena de expositores de toda España y objetos de todo tipo: medallas, figuras de decoración, rosarios, billetes, relojes, condecoraciones militares o postales. El año pasado hubo un cincuentín segoviano que valía «varias decenas de miles» de euros.
Hay otras piezas de prestigio local como los reales a ocho, de 1586, que muestran el cambio tecnológico: de acuñar en martillo al grabado perfeccionado y circunferencia regular de la Real Casa de la Moneda. «Uno de los grandes misterios es por qué Felipe II la pone aquí. Estando Sevilla, que recibía los metales desde América, u Oporto [ Portugal perteneció a la corona española hasta 1640]... Segovia era una ciudad industrial y pañera pero ni grande ni burocrática», concluye Herrero. Gracias a ello la ciudad es marca de calidad. «La evolución industrial va más hacia una moneda que impida la falsificación que a la velocidad. Todos los reyes acuñaron moneda aquí hasta 1868 y tuvimos a los mejores grabadores».
La numismática local se reduce a la convención, unas charlas, una tienda especializada y unos 80 socios coleccionistas. Herrero, un apasionado de la historia, describe el «disfrute» en «encontrar la pieza que te falta, y a por otra cosa». Ahora está buscando una medalla segoviana del centenario de Andrés Laguna. Incide en que las nuevas tecnologías han enfriado una costumbre natural al ser humano desde la época romana. «Encuentras todo lo que buscas por internet pero no está sujeto a los exámenes de una tienda. Es más efectivo, por más frío. No puedes disfrutar antes de la compra y analizar con mimo la pieza».
El sector vive de las excepciones. «Es un negocio en el que no tienes asegurada ninguna venta diaria, pero es un mundo maravillosamente sorprendente. No te aparecen cosas buenas todos los días, mucha gente encuentra dos duros de Franco. Pero cuando das con algo que se sale de la normalidad, es muy apasionante», explica Herrero, que regenta Doblón, la única tienda en Segovia. Describe un mercado a la baja en España pero al alza en el extranjero, sobre todo en Estados Unidos. «Muchas piezas se están yendo fuera porque no las estamos pagando».
La convención tiene un perfil predominantemente masculino y de avanzada edad. ¿Puede el sector adaptarse a los nuevos tiempos y encontrar un hueco en las nuevas generaciones? «La gente colecciona lo que ama y lo que utiliza, y si no has usado sellos es difícil que te motive coleccionarlos». Las modas están muy presentes: si hay una serie sobre los Reyes Católicos, la gente demanda documentos de esa época; otros objetos como las vitolas de los puros están en claro desuso por las recientes restricciones legales al tabaco. Ahora está en auge la Edad Media o las postales. «A lo mejor en el futuro guardamos móviles o consolas pequeñas, hay que estar atentos y ver cómo evoluciona este sector. La duda es qué vamos a coleccionar porque el ser humano va a seguir haciéndolo. Seguro».
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