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Alojamiento rural cerrado en Barahona de Fresno, núcleo de Riaza, con solo siete habitantes. A. Tanarro
«Es el momento de la gente y de empezar a hablar de repoblación»

«Es el momento de la gente y de empezar a hablar de repoblación»

María del Mar Martín, gerente de Codinse, advierte de que «hay que reconocer el problema», pues el nordeste segoviano ha perdido un tercio de su población desde 1950

Domingo, 31 de marzo 2019, 12:53

«Es fundamental que este país entienda que no se comprende sin su medio rural. Somos dos mundos que estamos condenados a entendernos. Y nos tendremos que entender». La frase es de María del Mar Martín, gerente de Codinse (Coordinadora para el Desarrollo Integral del Nordeste de Segovia), e impulsora en la provincia de la Revuelta de la España Vaciada, que hoy reúne en Madrid a cerca de 90 plataformas de vecinos de 23 provincias. Sin simbología partidista (no ponen freno a la participación de los políticos, pero les piden que no busquen protagonismo), la marcha contará con cuatro autobuses completos de vecinos de los pueblos del nordeste de Segovia, más de 200 personas, pero muchas otras más que no han llegado a tiempo a la inscripción viajarán en coches particulares. «No es el momento de los partidos, si no de la gente. Y es el de empezar a hablar de repoblación», dice.

La comarca nordeste de Segovia, donde trabaja Codinse desde 1992, es la más despoblada de la provincia. Con 118 pueblos que pertenecen a 57 municipios, su población actual es de alrededor de 10.500 habitantes, una tercera parte de los que tuvo en la década de 1950 (más de 33.000) y casi 2.000 menos de los que había al comienzo del siglo XXI, señala Martín. La densidad de población apenas llega a seis habitantes por kilómetro cuadrado (5,7) y desde la crisis «la situación se ha complicado y agudizado», explica.

Porque, si bien es cierto que las cifras demográficas de la comarca son más altas que las de Molina de Aragón (Guadalajara, 1,66 habitantes por kilómetro cuadrado), que es «la zona más despoblada de Europa, por debajo de Siberia y Laponia», la tendencia en el nordeste segoviano le motiva a decir a Marimar Martín que «estamos en la segunda ola de la despoblación». Probablemente, matiza, porque se ha perdido la población inmigrante que aumentó entre 1999 y 2004, y que se mantuvo hasta el inicio de la crisis como consecuencia del mayor movimiento económico».

Esta segunda ola podría alcanzar el nivel de la que se produjo en las décadas de 1960 y 1970 con un flujo incesante de los pueblos hacia las ciudades, que luego se ralentizó. A pesar de que hay casos particulares, como el de Duruelo, que con políticas puntuales concretas, como la urbanización iniciada hace 25 años y otra más reciente, consiguen mantener su población. Aunque Martín indica que también influye que en estas urbanizaciones han fijado su residencia y se han empadronado prejubilados que antes pasaban allí solo los fines de semana, «y ahora pasan allí casi todo el año».

Pero la pérdida es constante, en general. Riaza, que llegó a superar los 2.200 empadronados, rondará ahora los 2.000; Ayllón, está en 1.200 y Sepúlveda, que tuvo más de 1.300 a principios de siglo, está punto de bajar de los mil (tiene 1.065). En la franja entre 500 y mil habitantes están Boceguillas y Prádena, pero los dos municipios han perdido habitantes, y en la de cien a 500 están, también con tendencia a la baja, pueblos señeros como fresno de Cantespino, Campo de San Pedro, Duruelo, Sebúlcor, Grajera y Santo Tomé del Puerto. Y hay nueve pueblos que no llegan a los cien, como Pajarejos (12), el menos poblado de la provincia, Bercimuel, Riaguas, Alconada o Ribota. Además, apunta Martín que «hay que valorar que hay muchos pueblos que quizá tengan más empadronados que la gente que vive, y más en un año como este, con elecciones a la vista».

Cosas «básicas»

Desde su punto de vista, la despoblación «se ha dejado tanto de lado que las soluciones son complejas y a largo plazo». Hay muchas cosas que hacer. «Algunas se están haciendo, pero por la sociedad civil, y a nivel político no solo hay que dotar a los pueblos de servicios e infraestructuras», añade. Medidas fiscales y disponer de Internet «con calidad» son «cosas básicas para empezar».

Pero, sobre todo, declara Martín, «hay que empezar a hablar de repoblación, y para eso hay mucho que hacer, lo primero reconocer que la despoblación es un problema, y esto no se ha hecho todavía en provincias como Segovia». Lo es para la gente que vive en los pueblos, acostumbrada a vivir con limitaciones, pero el problema «afecta a todos porque los desequilibrios no son buenos ni sostenibles», apostilla.

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