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La pandemia del coronavirus ha puesto a prueba (y seguirá haciéndolo) la respuesta psiquiátrica ante un panorama excepcional e impensable, tanto por parte de los ... ciudadanos como de los propios profesionales del sistema público. La propia cobertura asistencia de salud mental se ha tenido que rearmar y reorganizar para prestar ayuda a una demanda creciente de auxilio. El jefe de la unidad de Psiquiatría del Hospital General de Segovia, Alberto Miranda, reconoce que «nos hemos tenido que adaptar a la crisis». El especialista divide la intervención llevada a cabo hasta ahora en dos fases, aunque todavía quedará una tercera, la de las secuelas, que aún no ha dejado de asomar con claridad por el horizonte que se atisba desde la perspectiva psiquiátrica.
«En la fase inicial nos hemos volcado en la respuesta a la atención de los profesionales sanitarios marcados por la crisis, y al mismo tiempo seguir con la atención a los trastornos graves», apunta Miranda. En esta etapa, el servicio desarrolló las lineas de apoyo psicológico en determinadas situaciones provocadas por el azote del coronavirus. Una vez asentada esta fase, ha venido una segunda en la que están inmersos actualmente los componentes de la unidad. El responsable revela que «ya estamos trabajando en las consecuencias de la pandemia y del confinamiento en colectivos más vulnerables, como son la consecuencia de la soledad, la pérdida de los seres queridos o del empleo». De momento, y a partir de esta experiencia, «solo podemos intuir los que vendrá, la tercera etapa».
Alberto Miranda ilustra con datos cómo y en qué medida el coronavirus ha revolucionado la asistencia psiquiátrica que hasta ahora se venía prestando en la provincia de Segovia, una de las más castigadas además por la pandemia, recuerda. «Durante el último mes, la mitad de las consultas que atendemos tienen que ver con el covid». Ese porcentaje cada día va en aumento. Además, el jefe de Psiquiatría del Hospital General precisa que «de esas consultas, el 80% tienen síntomas depresivos».
El responsable de salud mental recurre a cifras generales para incidir en la erosión psicológica y física que ha causado el coronavirus en el colectivo de los profesionales sanitarios. «A nivel general, se calcula hasta el 50% podría requerir ayuda psicológica», subraya. Y es que estos trabajadores «han estado sometidos a un estrés muy grande sostenido durante mucho tiempo para atender algo que era inédito en España y que en el peor de los momentos llegó a desbordar la capacidad asistencial».
Miranda hace hincapié en el «estrés psicológico» aguantado por los sanitarios. En ellos se juntaba «el miedo a contagiarse y a contagiar a los que viven con ello, la inseguridad con los medios de protección y la incertidumbre ante algo desconocido», unido además al desgaste físico del día a día. Estos profesionales han arrastrado «dificultad para desconectar y descansar en sus domicilios» debido a la omnipresencia del coronavirus en la sociedad y en los medios. La sobreexposición ha sido tremenda.
Por estas razones, el programa de apoyo psicológico que lleva a cabo la unidad que dirige posee un área específica de atención al persona sanitario. En este sentido, «estamos trabajando en propuestas grupales que permiten otro abordaje diferente al individual». La vuelta a la normalidad de estas plantillas tendrá que ver con cómo sea el futuro , es decir, «si no hay nuevos rebrotes, porque si se produce una nueva crisis la capacidad de respuesta estará mermada».
Otras de las situaciones que se han tratado durante la primera fase han sido los duelos, las muertes de seres queridos y la imposibilidad de despedirse de ellos. Alberto Miranda deduce que «las consecuencias se van a empezar a ver a partir de ahora durante los próximos meses». Lo que los especialistas observan en relación a estos procesos es que afloran los casos de ansiedad y depresión.
A este hilo, el jefe de Psiquiatría del Hospital General de Segovia muestra su preocupación por «un grupo poblacional muy vulnerable como es son los ancianos». El responsable alerta de las consecuencias y de un aumento de las complicaciones de salud y de las urgencias. El castigo psicológico al morir alguien cercano y fracturarse el núcleo familiar provoca en estas personas que se quedan solas «un deterioro en sus capacidades cognitivas e incluso cuadros paranoides».
«Está por ver cómo se va a comportar la población infantil y juvenil», añade. Miranda piensa que «empezaremos a ver los testimonios cuando termine la fase de confinamiento». Por otra parte, aboga por «buscar el lado positivo, ya que este tiempo ha servido también para estar juntos los padres con sus hijos y compartir momentos distintos a los habituales que pueden ser valiosos y que pueden traer un crecimiento personal». El experto incide en que «se trata de ver la parte de la superación al afrontar la crisis».
Alberto Miranda recuerda la petición que ha hecho Naciones Unidas, que pide que «la salud mental tiene que estar en el centro de los programas nacionales asistenciales» que se propongan frente al coronavirus. En este sentido, esta petición sugiere que «estemos preparados». De momento, elogia el «comportamiento ejemplar de los pacientes y profesionales de Psiquiatría porque se ha conseguido hacer un seguimiento adecuado a través de la atención no presencial en la peor época de la crisis, lo que ha impedido a su vez que hayan crecido las urgencias y así se han evitado también colapsos».
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