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El decreciente número de vocaciones y la elevada edad media de los sacerdotes constituyen desde hace años dos de los retos más importantes para la Iglesia católica europea y española. Y uno de los caminos para afrontarlos está siendo la llegada de curas extranjeros, ... procedentes en su mayor parte de países que en épocas más lejanas fueron cristianizados por religiosos europeos.
Se puede calificar este movimiento como una misión inversa: los evangelizados son ahora los encargados de llevar la Palabra de Dios a las iglesias de donde procedían sus evangelizadores.
La Diócesis de Segovia no es una excepción en este terreno. Aunque hay distintas procedencias, de África son diecisiete los sacerdotes de este continente que ejercen su labor pastoral en la provincia, de los cuales una docena son de República Democrática del Congo, tres de Camerún y dos de Ruanda.
Ese elevado porcentaje de congoleños puede explicarse porque se trata de un enorme país en el corazón de África (no confundir con República del Congo o Congo Brazzaville) que es el segundo más grande en superficie del continente, cuatro veces mayor que España, y con una población estimada que supera los 100 millones de habitantes. De ese centenar largo, aproximadamente un 85% es población cristiana y alrededor de un 50% católica practicante. Con diferencia, es el país con mayor número de católicos de África.
Delphin Nkano, natural de Kutu, es uno de esos sacerdotes congoleños en Segovia. Ejerce como vicario parroquial en nueve pueblos de la provincia: Prádena, Casla, Ventosilla, Condado de Castilnovo, Castroserna de Abajo, Castroserna de Arriba, Arcones, Matabuena y Gallegos. Es uno de los más veteranos. Llegó a la ciudad en el año 2016 para completar sus estudios de Teología y Derecho Civil. Un acuerdo entre los obispos de Inongo y Segovia facilitó su acogida en la diócesis provincial, que además le ayudó a desarrollar su formación.
Delphin Nkano
Cura africano en Segovia
«Mi madre, que me llama todos los días, me recordó hace poco que de niño jugaba a ser sacerdote e imitaba al párroco diciendo misa. Yo ni me acordaba. Mi vocación se desarrolló en el entorno familiar, he crecido naturalmente con la idea de ser cura. Y aunque no es un camino fácil, estoy contento con mi vida de sacerdote», explica desde la casa que tiene asignada en Prádena, muy cerca de la iglesia de San Martín.
Nkano es cura y abogado y ambas profesiones van a marcar su trayectoria vital. «Estoy muy bien en Segovia, y veo que mi presencia aquí como sacerdote vale más que en mi país. Pero en el Congo soy más necesario en la faceta de trabajo intelectual. Termino mi tesis en 2027 y muy probablemente vuelva porque me han destinado para dar clases en la Universidad. Existe necesidad de incorporar a profesores católicos porque hay mucho que cambiar», explica.
Rodrigue Ntoy, también procedente de la República Democrática del Congo, es vicario pastoral de las iglesias de El Carmen y San Frutos de la capital, misionero y miembro de la Congregación del Inmaculado Corazón de María, una fundación belga que promueve la salida de sus integrantes para trabajar fuera de su cultura y de su país. Y esa premisa ha llevado ya a Ntoy a ejercer en tres continentes. «Después de mis estudios de Teología me mandaron a Guatemala como misionero; allí hice la pasantía y fui ordenado sacerdote. Después me llamaron de regreso al Congo. Posteriormente me enviaron a Senegal para formarme en finanzas y contabilidad, regresando al Congo un tiempo después. Y de ahí a Camerún», relata.
Rodrigue Ntoy
Cura africano en Segovia
A punto de cumplir 55 años de edad, en 2023 celebró sus bodas de plata como sacerdote, 25 años. Tras la última etapa en Camerún, «pedí a la Congregación hacer una labor misionera fuera, con la idea de llegar a un país de lengua española. Un amigo de mi curso que está en la Diócesis de Oviedo me habló de Segovia y yo escribí al obispo don César para decirle que quería hacer una labor misionera en Segovia. Me dijo que, con la autorización de mis superiores, estaría encantado, y así ocurrió. Llegué un domingo de agosto y el jueves siguiente ya estaba diciendo misa en los pueblos», recuerda.
«Debo dar gracias a Dios, porque al llegar he encontrado unos compañeros en Segovia estupendos. Agradecido al obispo, al vicario general, a todos los sacerdotes, me han acogido muy bien. He encontrado en ellos a verdaderos hermanos, que me guían, me ayudan… Me gustan mucho por ejemplo los encuentros en el Arciprestazgo y en la Diócesis dos veces al mes, compartimos experiencias, aprendemos de los demás», añade, algo en lo que coincide con su compatriota Delphin Nkano.
Ambos comparten, además, la concepción de la Iglesia católica en Congo como una referencia no solo en el aspecto religioso. «Allí promueve escuelas, hospitales, centros de asistencia… Hay zonas de mi país donde apenas llegan los funcionarios públicos y por tanto el sacerdote se convierte en una figura muy importante, al que se le consultan temas, se le pide ayuda para todo. Sin la Iglesia católica no se puede entender la historia de mi país», asegura Nkano. «Está muy comprometida con el pueblo. Es la voz de quienes no tiene voz, la voz que denuncia las injusticias», añade Ntoy.
No solo es diferente la Iglesia como entidad, sino la forma de celebrar. «En el Congo una misa que no se canta es incomprensible. La misa es una celebración alegre, con el coro tocando instrumentos como tambores, guitarras, sintetizadores… A veces, incluso los obispos y sacerdotes tienen que intervenir para evitar excesos», explica Delphin Nkano.
Respecto a la llegada de curas africanos a España, tienen claro que es un fenómeno natural porque «la Iglesia es universal. En el pasado los europeos salieron para anunciar el Evangelio; ahora son los frutos de la evangelización los que vuelven», comenta Nkano. Una idea que refrenda Ntoy: «Las cosas han cambiado. Europa ahora es un territorio de misión. Somos la misma Iglesia, y nos tenemos que ayudar».
Y sabiendo que las cosas han cambiado mucho, ¿para cuándo un Papa africano? A la pregunta responde Ntoy con un correctísimo «eso depende del Espíritu Santo».
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