Despoblación
El milagro de Grajera: así gana habitantesSecciones
Servicios
Destacamos
Despoblación
El milagro de Grajera: así gana habitantesGrajera y Pajareros están separados por apenas cuatro kilómetros, pero el primero tiene diez veces más población que el segundo. Son pequeños detalles los que hacen que un lugar repunte y otro se hunda, desde la ubicación –la cercanía a grandes carreteras– a la comunidad, la edad media o la vivienda disponible. Grajera tenía todos esos ingredientes y formó parte de Proyecto Arraigo, intermediarios entre los pobladores que quieren una vida rural y ayuntamientos con la voluntad de acogerlos, pero sin medios para filtrar. Dos años que sirvieron para habitar una docena de viviendas en un pueblo que busca nuevos espacios para engordar un padrón que ha crecido un 12,2% desde 2020, hasta los 256 vecinos, todo un hito en una zona que agoniza.
Noticias relacionadas
Luis Javier González
Luis Javier González
Antes de este último estirón, Grajera duplicó su padrón entre 2006 (114 habitantes) y 2012 (256). «Llegan familias jóvenes al pueblo porque muchas de las que nos criamos aquí hemos vuelto», explica su alcaldesa, Alba Barrio, que asume la «dificultad» de la zona para sumar habitantes, pero sitúa su pueblo como una excepción. «Estamos a solo cuatro kilómetros de la nacional que nos une con Madrid, Segovia, Valladolid, Burgos o Soria». Una de las edades medias más bajas de la provincia, con 38 años. «Cuando la gente joven busca un sitio y ve niños, llama más la atención que un pueblo donde la mayoría son jubilados». A eso se suma el arraigo de su generación. «Se nos crio con la idea de querer al pueblo, de que este era el mejor sitio para vivir. Sí, estudia, tienes que formarte, pero vuelve».
Y vivienda disponible. Desde las urbanizaciones construidas a principios de siglo para segundas residencias para pobladores fundamentalmente madrileños a una veintena de viviendas de protección oficial de las que quedaron muchas sin ocupar. «Ha habido quien se ha instalado en el pueblo con el teletrabajo y quien dejó de venir, pero las ha puesto en alquiler». Cuando Proyecto Arraigo contactó con ellos, tenían una docena de viviendas, entre municipales y particulares. El Ayuntamiento actuó como garante y convenció a algunos propietarios a aceptar el alquiler porque eran residentes de largo plazo y había un seguro de impagos.
El nombre de Grajera salió del alcalde de La Matilla, Diego Hernández, que conoció un proyecto similar en La Cabrera. Barrio no solo habla de vivienda, sino de «vivienda buena», construcciones nuevas, nada de edificios ruinosos. «Puede estar más o menos a tu gusto, pero están para entrar a vivir». El pueblo ya se había apuntado a otra plataforma 'on-line' en busca de habitantes. «Recibíamos una burrada de solicitudes, sobre todo de gente de Latinoamérica para regularizar su situación. Para nosotros era algo imposible de gestionar, se nos llenaba del correo de mensajes que no iban a ningún lado porque no eran viables. Aquí eran ellos los que hacían ese filtro previo». El propio proyecto entrevistaba a los candidatos y les acompañaba en las visitas y se creó un grupo de acogida con vecinos de diferentes perfiles que explicaban a los nuevos pobladores cómo era la vida allí: médico, colegios o supermercados. «No es que te den un teléfono y te digan, llámales, que están buscando casa».
Los nuevos vecinos llegaron entre 2021 y 2023: de una docena, unas seis continúan. Madres solteras, familias numerosas, parejas jóvenes sin hijos o jubilados. «Depende de cómo se adapten los niños o si encuentran trabajo. Y otros que se han a un lugar cercano porque han visto una casa con mejores condiciones». Así que la causa del nordeste ha ganado habitantes. «Grajera ha ido ganando población, pero mucha ha sido a base de quitársela a los pueblos de al lado y eso no nos beneficia en nada porque los recursos van en comunidad. Lo que se trata es atraer población de fuera». Algo que han conseguido, pues las casas que dejaron los huéspedes del Proyecto Arriago han encontrado nuevos inquilinos.
Alba Barrio
Alcaldesa de Grajera
Mientras otros pueblos han visto decaer sus segundas residencias, Grajera las ha mantenido. «Aquí quedan muy pocas casas viejas porque la gente ha seguido viniendo y se han ido reformando. Hemos tenido que dejar de trabajar con el Proyecto Arraigo este año porque ahora no tenemos vivienda disponible». La regidora busca «pobladores de continuo, de lunes a domingo». El problema es que para alojar a vecinos permanentes hace falta vivienda permanente.
Barrio contempla otra promoción de vivienda pública, pero aboga por vencer las reticencias de los propietarios con vivienda vacía. «Poco a poco iremos consiguiendo que vayan entrando poniendo al Ayuntamiento un poco como administrador de fincas; esto no es Madrid, no te va a llamar el inquilino todo el rato. Lo que queremos es que se ocupen las viviendas que ya están hechas; tampoco sirve llenar todo el pueblo de casas si luego la mitad están vacías». Otra vía para engordar el padrón es que los habitantes de fin de semana se queden de lunes a viernes.
¿Ya eres suscriptor/a? Inicia sesión
Publicidad
Publicidad
Mikel Labastida y Leticia Aróstegui (diseño)
Óscar Beltrán de Otálora y Gonzalo de las Heras
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.