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Las obras avanzan a buen ritmo y dentro de los plazos previstos en la iglesia de San Martín, donde el desprendimiento de algunos elementos del chapitel ha obligado a la Junta de Castilla y León a intervenir para consolidar uno de los campanarios más característicos ... de Segovia, visible desde todos sus miradores. Sin embargo, otros templos de la ciudad llevan años esperando una reparación que asegure su estabilidad. San Esteban y San Miguel son los casos más urgentes. El primero lleva veinte años cerrado a causa de las humedades que afectan a la nave, y en San Miguel, los propios parroquianos promueven la declaración de la iglesia como Bien de Interés Cultural (BIC). El arreglo de la estructura de la cubierta es prioritario, en palabras del delegado de Patrimonio de la diócesis, Alberto Espinosa.
Las obras empezaron la pasada primavera y no terminarán hasta el comienzo del próximo año, «pero van como tienen que ir», dice Espinosa. La Junta acomete la limpieza, impermeabilización y protección de la estructura del campanario de la iglesia de San Martín. Se trata de una actuación estructural que permitirá arreglar el chapitel de la torre y acabar con las deficiencias que ponen en riesgo la construcción. El desprendimiento de algunos elementos, hace ahora dos años, encendió todas las alarmas. Primero se intervino de urgencia, para garantizar la seguridad de los peatones, y después se hizo un proyecto de restauración que progresa como debe. «En la parte superior se han quitado los andamios y ya se aprecia cómo va quedando. El remate del chapitel está terminado, pues la obra va de arriba a abajo. También hay que actuar en el interior. El objetivo es hacer accesible la torre, para que se pueda visitar con todas las garantías de seguridad», dice el responsable de Patrimonio de la diócesis. El campanario recupera el pararrayos, y una de sus campanas, que se encuentra encallada, volverá a su posición original. Después, cuando la restauración de la torre concluya, el Obispado de Segovia quiere «dar un repaso» y consolidar los capiteles del atrio, algunos de los cuales se encuentran muy deteriorados por el paso del tiempo. «Se restauraron en su día, pero la intemperie los machaca. Pasa en cualquier casa. No obstante, se acometerá cuando acabe la obra grande», añade Espinosa.
San Esteban hizo correr en su día ríos de tinta. Herida por un rayo en 1894, Segovia entera promovió su declaración como Monumento para facilitar una restauración que no concluyó hasta bien avanzada la tercera década del siglo XX. Hubo que desmontar todo el campanario bizantino y volver a construirlo. El tiempo tampoco ha pasado en balde para San Esteban, que lleva veinte años cerrada al culto porque las humedades habían empezado a hacer estragos en el interior de la nave. El desuso espolea el deterioro, que sigue avanzando. La Junta y la parroquia de la Santísima Trinidad, a la que pertenece el templo, han ejecutado obras puntuales de mantenimiento, pero el problema estructural supera su capacidad de intervención. «San Esteban es mi cruz. Está siempre en la lista, pero la ayuda nunca acaba de llegar. El problema está en el interior de la nave, que tiene muchas humedades. La Junta y la parroquia han arreglado algunos tejados y la humedad persiste porque procede de la pendiente de la plaza, que canaliza las aguas hacia la iglesia y penetran en los muros. Se impone, pues, una obra externa que corte esa humedad», explica Alberto Espinosa. El cierre permanente de San Esteban es una mala noticia, no para los fieles, que también, sino para el atractivo turístico de la ciudad, pues está situada en pleno recorrido patrimonial, entre el Alcázar y la Catedral. «Curiosamente, la torre es lo que mejor está, al menos externamente. En el interior necesita un vaciado y la habilitación de unos accesos que la pudieran hacer visitable. Ahora mismo, con la de trastos que hay allí almacenados, es imposible subir», añade el delegado de Patrimonio de la diócesis.
Espinosa concede «una medalla de oro» a los feligreses de San Miguel, que llevan peleando desde hace más de dos años para salvar el templo de una ruina segura. La estructura de la cubierta de está lanzando síntomas de fatiga muy preocupantes. También hay grietas de consideración en el campanario. La labor de los feligreses ha posibilitado la apertura del expediente necesario para la declaración del templo como Bien de Interés Cultural, pero «lo vemos muy lejos todavía», se lamenta Roberto Moreno, uno de los parroquianos que lucha por la salvaguarda de la iglesia. San Miguel es un templo cargado de historia, si bien fue reconstruida en el siglo XVI con parte de los materiales de la iglesia primitiva, situada en el centro de la Plaza Mayor. Aunque fue en aquella donde se proclamó reina a Isabel la Católica en 1474, aquel acontecimiento histórico está plenamente vinculado al templo actual, donde reposan los restos del doctor Andrés Laguna. «Los párrocos que han pasado por allí se desviven por ir arreglando la iglesia. San Miguel tiene problemas en la estructura de la cubierta que sobrepasan cualquier esfuerzo parroquial y del propio Obispado. Lo que hay que hacer allí necesita del apoyo de la Junta de Castilla y León. Los recientes cambios en el equipo de gobierno han retrasado algo los trámites, pero estamos pendientes de mantener reuniones para ir definiendo la actuación», señala Espinosa.
La de Santa Eulalia de Mérida es otra de las iglesias en obras. Declarada BIC, la movilización de los fieles ha conseguido poner en marcha la reconstrucción de la antigua casa parroquial, adosada al lateral de la calle de la Plata. Hace unos años, la Junta de Castilla y León derribó el añadido con el objetivo de dejar visible la portada románica que el templo posee. El resultado, no obstante, no ha dado los resultados apetecidos. El agua penetra en los bajos del templo y afecta de lleno a la sacristía y la cripta. «El agua entraba como un río y ha sido preciso intervenir. Curiosamente, esta iglesia está declarada BIC. La propia parroquia ha tomado la iniciativa para recuperar el tejado que en su día hubo. El proyecto va a costar alrededor de 200.000 euros que saldrán del bolsillo de los feligreses. El nuevo espacio cubierto, además de servir para actividades parroquiales, salvará las humedades que se estaban formado en los bajos de manera catastrófica para la conservación del templo», informa el delegado de Patrimonio del Obispado.
La iglesia de San Lorenzo no presenta problemas estructurales. Su conservación es buena, en líneas generales, y las necesidades no van más allá de intervenciones puntuales de mantenimiento. Sin embargo, los fieles han organizado una rifa para ayudar a la parroquia a retejar la cubierta. «Recientemente, con motivo de la limpieza del interior de la torre, que lleva años cerrada, vimos desde el campanario que había un desbarajuste de tejas en la cubierta de la nave. El viento las ha sacado de su lugar, aunque el tejado, en cuanto a estructura, está relativamente bien. El agua se filtra por alguno de los huecos, porque yo lo he oído desde dentro. Así que se decidió organizar una rifa para acometer la reforma. La intervención no va más allá del retejado», afirma el párroco de San Lorenzo, Francisco Jimeno. El premio será una cesta de alimentos y el número premiado coincidirá con el primer premio del sorteo de la Lotería de Navidad correspondiente al sábado 3 de septiembre. La asociación de vecinos La Parrilla, inmersa estos días en la preparación de las fiestas del barrio, está ayudando en todo lo posible. «No es una obra como para recurrir al Obispado, pero si se sacan 3.000 euros en al rifa, bienvenidos sean», añade. El párroco, sorprendido por el «buen estado de la torre», informa de que Patrimonio ha autorizado a la parroquia cerrar el atrio de la iglesia con una verja. La suciedad y las pintadas lo hacen necesario. «Son 40.000 euros que se nos escapan del presupuesto... Ya encontraremos la fórmula. Lo importante es que tenemos la autorización y se hará».
Todas las iglesias, como edificaciones que son, algunas cargadas de siglos, tienen sus problemas y necesidades. Incluso las que se construyeron en el siglo XX, como las que albergan las parroquias de San Frutos, El Carmen, la Resurrección o San José Obrero. En San Justo, otra joya del románico, la conservación es buena, pero también hay un problema de humedades, procedentes de la cuesta que desciende del Salvador. Se trata de otro templo a cuidar con mucho esmero por su valor arquitectónico, artístico (frescos del ábside), histórico y también legendario.
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