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Luis Javier GonzáleZ
Segovia
Lunes, 20 de mayo 2019, 15:09
El mensaje que lanza Hugo Bermejo, ginecólogo del Hospital Recoletas de Segovia, es vivir la menopausia con pasión. Desde la empatía a alimentar el deseo sexual. Y sobre todo, convivir con la frustración y las circunstancias. Así cerró ayer su charla 'Menopausia y salud sexual' ... dentro del ciclo Aulas de Salud de El Norte de Castilla, en el Museo Esteban Vicente, en una actividad que patrocinan la Junta de Castilla y León, el grupo sanitario Recoletas y la empresa Gullón.
La menopausia es un proceso fisiológico natural que, con el aumento de la esperanza de vida, ocupa más de un tercio de la vida de las mujeres. «Como ahora se vive más, se sufre más. Y todo depende de la importancia que se dé a estos cambios y cómo se adapte cada mujer a ellos. Porque, pese a ser un proceso natural, hay muchas herramientas y tratamientos para llevarlo mejor. Deben consultar al médico, exigir revisiones preventivas y pedir tratamientos individualizados».
La menopausia, efecto de la pérdida de los estrógenos, suele aparecer entre los 45 y los 55 años. Se define como un año entero sin la regla; cuando se cumplen esos 12 meses, la mujer ya es menopáusica y lo será toda la vida, haya o no síntomas. La precoz, antes de los 40 años, le ocurre al 1% de las mujeres. La premenopausia va de dos a seis años antes de la última menstruación. Los sofocos, la manifestación clínica más característica y el síntoma que pueda aparecer con más frecuencia, se tratan exitosamente con citoestrógenos. «Hay mujeres que solo presentan este síntoma». Ello se traduce en insomnio, que aparece en torno a un 30% de las menopáusicas. «El sofoco les despierta y duermen peor». El descenso de los estrógenos puede disminuir la musculatura de vejiga, uretra y vagina y causar incontinencia, lo que Bermejo llama urgencia miccional. Como respuesta, se recomienda reforzar esa musculatura a través de ejercicios de suelo pélvico.
El aumento de la esperanza de vida favorece la aparición de enfermedades a largo plazo. Un ejemplo claro es la osteoporosis, un enfermedad ósea que llega de forma silenciosa. Para evitarlo, Bermejo recomienda una dieta rica en calcio, realizar ejercicio físico o abstinencia alcohólica y de tabaco. Se añade al riesgo cardiovascular, desde el infarto a la hipertensión. El riesgo aumenta con más años de menopausia y ante precedentes de riesgo como que sean fumadoras, diabéticas o tengan algo de colesterol. La dieta saludable es esencial, así como mantener el índice de masa corporal entre 18 y 24.9, por debajo del sobrepeso.
El apartado psicológico es crucial. Las reacciones más frecuente son el ánimo deprimido, el duelo, irritabilidad, ansiedad, la disminución del deseo sexual o profundizar problemas previos como el alcoholismo o el juego patológico. «Todo va a depender de cómo va a reaccionar la mujer a esta etapa de su vida». El contexto es clave; desde el concepto que cada cual tenga de feminidad a otras enfermedades que puedan agravar el ánimo o los cambios corporales, pues es habitual la sensación de haber perdido atractivo o engordar. Eso se traduce en el cambio de rol que supone para cada mujer. En la familia, el miedo al vacío porque los hijos se hayan ido de casa o a la sobresaturación por hacerse cargo de ellos o de personas mayores. También en el apartado laboral. «Se sienten desplazadas, que ya son mayores y nadie las hace caso».
El entorno es también muy importante, sobre todo en la salud sexual. «Es necesario que los hombres conozcan los problemas de la menopausia porque influyen en la pareja». A partir de los 50 años, la sexualidad se ve influida por los cambios fisiológicos, culturales o emocionales. Bermejo habla de las disfunciones sexuales; en el hombre, la disfunción eréctil –afecta casi a la mitad entre los 60 y 70 años–; en la mujer, la disminución del deseo sexual, que va desde la ausencia de fantasías y que en la mayoría de los casos está vinculado a problemas de excitación y dificultades para llegar al orgasmo.
«Lo más importante es reconocer que existe, consultar e iniciar tratamientos», explicó Bermejo, que trató los trastornos del dolor asociados a la actividad sexual: dispareunia (dolor continuo durante la relación) y vaginismo (contracción involuntaria de los músculos que impiden la penetración). También habló del trastorno orgánico femenino, la ausencia o retraso recurrente del orgasmo en la mujer después de una fase de excitación normal.
Ante todo, hay respuestas. «No tienen que conformarse, hay muchas mujeres que tienen sofocos o no duermen y lo ven como algo normal. Hay muchos tratamientos». La terapia hormonal sustitutiva es, en esencia, dar lo mismo que falta. En dosis altas y prolongadas –más de cinco años– aumenta el riesgo de infarto o ictus. Tiene contraindicaciones, por eso se recomienda solamente en casos donde la incidencia de la menopausia es grande –por ejemplo, la precoz– y para prevenir riesgo cardiovascular u osteoporosis. «Es para gente en la que los síntomas afectan verdaderamente a la calidad de vida». Se opta más por los citoestrógenos (compuestos naturales) y recursos como el trébol rojo, la vitamina E o el aceite de onagra.
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