Dani Gordo, entrenador del Ademar de León
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Dani Gordo, entrenador del Ademar de León
«Cuanto mejor le vaya al Nava, más importancia tiene lo que hicimos»Daniel Gordo Ríos (18 de agosto de 1981) visita hoy (20:00 horas, Teledeporte) con el Ademar de León al Nava, el club cuyo carné de socio lleva en la cartera. Victoria segura para el entrenador que rompió el techo en 2019 con el primer ... ascenso a Asobal del pueblo de 3.000 habitantes que ahora tiene marca nacional. Repasa los éxitos, su amarga salida por la pandemia y la consolidación del proyecto. Alguien que se enamoró en el pueblo –encontró allí a su pareja– y que tiene siempre el coche listo. «León – Nava es un paso».
–¿Qué Dani Gordo vuelve a Nava?
–Dani Gordo nunca se ha ido. No es mi club porque mi forma de entender el balonmano es ademarista, pero me considero un navero más. Entre unas cosas y otras llevo allí casi siete años. Prefiero pensar que nunca he acabado de salir del pueblo.
–De su plantilla solo quedan Óscar Marugán y Pablo Herranz. ¿Tan volátil es el balonmano?
–Al final, Nava es un oasis dentro del balonmano español. Un club sostenible que hace bien las cosas y va dando pasos año tras año. Quizás por eso en cuatro temporadas solo hayan quedado los canteranos, por esa ambición.
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Luis Javier González
–¿Ha sido Nava una plataforma de despegue para usted o Rodrigo Pérez Arce?
–Desde luego que sí. Nosotros crecimos de la mano del club, sobre todo en mi caso. Tengo muy gratos recuerdos de la etapa en la que no teníamos el profesionalismo de ahora, todavía había gente que estaba trabajando. Había jugadores con mucho peso como Carlos, Yeray o Agustín, pero había jugadores como Llopis, Lalo o Bruno tenían que compatibilizarlo con su trabajo.
–¿Qué fue lo más difícil del ascenso?
–Perderlo el primer año (ríe). Ver llorar de manera desconsolada a Carlos Villagrán o Yeray en el vestuario de Perico Delgado es una de las peores experiencias que he tenido como profesional. Pero a la vez fue muy enriquecedora en los días que las cosas no iban bien. Lo que no queríamos era volver a pasar por ese calvario. La verdad es que tuve mucha suerte: muy buenos jugadores, capitanes con todo lo que significa la palabra y la afición.
–¿Qué significó ascender con un pueblo de 3.000 habitantes?
–Yo no lo pondría en pasado, eso siempre quedará ahí. Lo revivo casi constantemente, cada vez que estoy en Nava se respira balonmano por los cuatro costados. Eso es bueno para todos; cuanto mejor le vaya al Nava, mejor para mí, más importancia tiene lo que hicimos en su día. Pero no lo veo como protagonista, había figuras muy representativas. Gente como Agustín Casado, que a día de hoy es uno de los centrales más cotizados del mundo. Lo más doloroso es que la historia quedó en puntos suspensivos por la pandemia. Recuerdo todo con mucha emoción, tuve la suerte de coincidir con buenas personas.
–¿El covid estropeó el final?
–Está claro. Fue lo más doloroso. Veníamos de hacerlo bien en la temporada del debut. El club y yo teníamos decidido que íbamos a acabar esa temporada, pero lo que menos esperábamos es que fuera acabar así. Intentamos llevarlo de la mejor manera posible, pero tengo muy malos recuerdos de esa etapa. Aparecieron encontronazos innecesarios en un grupo que era muy sano, todo el mundo estaba muy nervioso. No fue la mejor despedida, ni del grupo ni de la afición.
–¿Cómo es su forma ademarista de entender el balonmano?
–Es una forma de entender casi la vida. Afrontar todo desde el 'no hay excusas', el coraje, no dar nada por vencido o pelear, valores que se ven reflejados en el juego. Nos gusta que la defensa recupere balones, que podamos salir rápido al contraataque. Quizás en ataque no somos tan vistosos como otros equipos, pero somos efectivos. Intentamos que todas las acciones lleven un grado extra de pundonor, de sacrificio, de compañerismo. Quizás es lo que hace todo el mundo, no estoy diciendo más que valores del deporte. Pero yo lo aprendí aquí. Yo entré en una etapa en la que el club tenía un bajón económico; ahora se vuelve a dar una situación parecida. Dado que no podemos fichar hombres, tenemos que formar hombres.
–¿Cómo se gana en Nava?
–Lo primero, competir. El equipo navero siempre juega con un jugador más, esa grada nunca se cansa. Ellos han empezado la segunda vuelta con dos derrotas, pero tienen una grandísima plantilla, una experiencia que quizás los nuestros no tengan. Paradójicamente, no tienen ningún junior como nosotros. Nuestro lateral titular tiene 19 años.
–¿Qué explica la capacidad del Nava para remontar en casa?
–Los equipos que van allí saben que hay que entrar muy bien en el partido porque, si no, se te pueden ir. A lo mejor no es tanto demérito del local como mérito del de fuera. Granollers hizo una primera parte extraordinaria, pero luego llegó Patotski. En una pista caliente, hay que luchar todos los balones hasta el final. Y el equipo así lo hace. Hasta el rabo todo es toro, siguen luchando.
–¿Qué jugador del Nava ficharía para Ademar?
–A quién elegiría… [piensa]. A la afición [ríe]. Esa es muy fácil.
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