El matrimonio entre un pueblo y su gran urbanización
MUNICIPALISMO 2024 ·
Las 1.500 viviendas de Pinar Jardín han sostenido la economía de Marugán, que ha ganado servicios y vecinos fijos gracias a la extensión del teletrabajo durante la pandemiaSecciones
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MUNICIPALISMO 2024 ·
Las 1.500 viviendas de Pinar Jardín han sostenido la economía de Marugán, que ha ganado servicios y vecinos fijos gracias a la extensión del teletrabajo durante la pandemiaMarugán, a diferencia de otros pueblos vecinos que han ido a manos, ha prosperado gracias a un matrimonio exitoso entre su núcleo urbano, en el que perdura la agricultura y la ganadería de toda la vida y los vecinos más longevos, con la urbanización Pinar Jardín, un granero ingente de población con oficios varios, con sus propios bares y supermercados. Aquel pinar resinero se transformó en hogar entre los 80 y los 90 para un perfil muy amplio de vecinos, principalmente madrileños pudientes, ha servido de empujón demográfico al casco urbano, más envejecido, con una economía más precaria, más tradicional. Son las dos caras de un mismo municipio.
Los agricultores fuertes ya se cuentan en Marugán con los dedos de una mano, una vez que la maquinaria impuso su hegemonía sobre la mano de obra en el campo. El pueblo trabaja principalmente con explotaciones de cebada, trigo, centeno, girasoles y nuevas variedades como la soja, un añadido minoritario pero con posibilidades. La ganadería es más residual, aunque hay explotaciones como el vecino que sigue soltando las ovejas; hay otra nave de porcino que cría cerdo ibérico y una tercera de vacuno, especializada en el cebo de añojo. Su alcalde, Miguel Ángel Monterrubio, resume así el cambio de época respecto a las nuevas generaciones: «Madre mía, si ahora los niños de los pueblos no conocen la ganadería; ya nadie tiene cerdos en casa, si quieren verlos tienen que ir a una granja». El consuelo es que aún proliferan las gallinas.
La pérdida de mano de obra en la agricultura se tradujo en emigración. En ese contexto, la urbanización sirvió de paliativo, pues muchos empezaron a prestar servicios allí. Se siguen construyendo viviendas y hay cuadrillas de albañiles reformándolas. Y cada núcleo sumo sus servicios, desde bares a viveros. Pinar Jardín creció por el tamaño de sus parcelas, de unos 2.500 metros, en un entorno tan privilegiado como un pinar, todo un caramelo a una hora de Madrid para quien pudiera permitírselo. Así se tejió esta red de unas 1.500 viviendas, la mayoría segundas residencias, aunque el cálculo del alcalde es que la población fija está en torno a las 800 personas, en torno a un tercio de las casas. Todo un paso adelante frente a años atrás.
La pandemia potenció las fortalezas de un lugar así. «La fibra óptica permitió que muchos padres con niños en brazos se vinieran a vivir a Marugán y trabajaran desde casa». Ese teletrabajo ha elevado el padrón de los poco más de 600 a superar los 800 para un pueblo en el que mucho vecino de segunda residencia es habitante oficial de otro municipio. Lo cierto es que el envejecimiento ha situado el pulmón demográfico en la urbanización, pues el número de vecinos fijos en el casco urbano no supera los 200.
La economía del pueblo se complementa con servicios de todo tipo, desde bares, supermercado, carnicería, frutería y el aeródromo, todo un atractivo para la región y cuya actividad económica trasciende el mero tráfico aéreo. Los comercios –en especial la hostelería– despuntan en fin de semana. «En cuanto llega el viernes, la gente se desplaza y Marugán toma vida». Un municipio que tiene un gran legado cultural, todo un referente en el arte urbano de la provincia.
Entre el pueblo y la urbanización hay un kilómetro y medio, pero la urbanización es extensa; su extremo, el Mesón Siete Fuentes, está a unos siete kilómetros del Ayuntamiento. Esa dispersión hace que los vecinos de Pinar Jardín hagan vida en su núcleo, con la excepción del centro médico, que está en el casco urbano, un desplazamiento obligado. Esa población activa del teletrabajo ha rebajado la edad media. En cambio, la población del núcleo tradicional es más envejecida.
El municipio tiene mucho trabajador itinerante que se desplaza a Segovia o Madrid en empleos de tipología muy diversa. El relato de la economía local es de más escasez de mano de obra que paro. Cuesta encontrar empleados para esa economía de fin de semana, sobre todo en la hostelería. «Hay poco profesional de la albañilería y hoy hay mucho tirón en la construcción».
La economía
Sector primario en declive. Los ganaderos y agricultores fuertes se cuenta con una mano
Servicios repartidos. Tanto el núcleo urbano como Pinar Jardín tienen sus bares o tiendas
www.marugan.es
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