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La SG-322 no tiene un historial funesto, pero es un dolor de muelas. Un compendio de reventones, salidas de vía, vehículos grandes volcados. La metáfora de un vestido comprado con una talla menos al que toca recurrir cada domingo porque no hay otra cosa ... en el armario, aunque tenga remiendos. La lucha histórica de los pueblos que la atraviesan se centra en Marugán y Muñopedro, que llevan más de un decenio lamentando su estrechez y pidiendo a la Junta, propietaria de la vía, que la reforme. Unas obras cuyo inicio parece inminente, pero para los conductores que penan en su firme, mirando a lo lejos si viene un vehículo de frente para hacer encaje de bolillos, cada día es un mundo.
La Administración autonómica acaba de licitar las obras de rehabilitación del firme de la SG-322 en el tramo de 11,7 kilómetros que discurre entre el cruce con la N-110 hasta Marugán, del punto kilométrico 0 al 11,700. El presupuesto es de 1.582.444,1 euros, el plazo de ejecución está previsto en quince meses y se presentaron veinticuatro empresas.
El Gobierno regional habla de «renovar una carretera que se encuentra envejecida y presenta deterioros como roderas en los bordes, antiguas reparaciones de blandones, fisuras y pérdida de textura superficial».
Las obras pretenden «aumentar la durabilidad del firme» y dar a la carretera «la adecuada funcionalidad, seguridad y comodidad» para los usuarios. Incluye el saneo de blandones, el sellado de grietas y fisuras, la señalización horizontal y vertical o el reperfilado de cunetas. «De esta manera, se corregirán la práctica totalidad de las deformaciones que sufre la vía y se conseguirá una superficie de rodadura más cómoda y más segura», reza la exposición de la Junta sobre sus intenciones para con la SG-322.
El alcalde de Marugán, Miguel Ángel Monterrubio, habla de «un problema viejo» que se remonta a principios de siglo. Su relato es que el crecimiento de la urbanización Pinar Jardín, en los años 80 y 90, elevó exponencialmente el tráfico, pues es la conexión directa con la A-6 y la mayoría de estos residentes temporales llega desde Madrid.
«La verdad es que es una carretera en la que se ha trabajado muy poco. Ha habido otras que sí están en orden», comenta el regidor, quien se refiere a un problema estructural. «Ahí no se va entrar, pero necesitaría mucho más porque hay curvas muy peligrosas, el diseño no es bueno. De momento, si afianzan el firme no es poco», agrega Monterrubio.
El movimiento de vehículos hacia Marugán los fines de semana es considerable y no son pocos los que alargan su ruta para evitarla: prefieren salir de la autopista en Otero de Herreros y llegar hacia el pueblo desde Abades, aunque pierdan diez minutos. «El firme es muy irregular y la anchura es escasa, los vehículos van pisando los bordes, así que se va descarnando». El responsable municipal nombra la conexión con la A-6 como el tramo más delicado de una vía que tiene a Zarzuela del Monte y a Sanchidrián, ya en la provincia de Ávila, como extremos, aunque admite: «Si hablas con Muñopedro te dirán que su zona está muy mal. Y es verdad».
Miguel Ángel Monterrubio
Alcalde de Marugán
José Antonio Velasco
Alcalde de Muñopedro
Para mejorar el tramo que discurre entre Marugán y Muñopedro, de unos diez kilómetros, habrá que esperar a la segunda fase, ya redactada, con un presupuesto estimado de 1.289.000 euros. La Junta prevé licitar estas obras a lo largo de este año. «Aquí hay treinta kilómetros que están de pena. No es decir que lo tuyo está peor que lo mío», resume el alcalde de Muñopedro, José Antonio Velasco. «Siempre nos han dicho que empezarían por ahí; ya hace diez años, cuando nos dijeron que la iban a arreglar», recuerda el regidor. Luego quedaría un último tramo entre su municipio y Sanchidrián.
Su Ayuntamiento lleva «dando mucha guerra» más de un decenio. «Yo aún no me creo que lleguen al año que viene a Muñopedro; estamos a mediados del 2024 y no han empezado», desliza el alcalde. Velasco lamenta el «repaso a las cunetas» de hace unos ocho años: «En vez de arreglarlo, lo que hicieron fue fastidiarlo más. Una chapuza».
Unas cunetas «hondísimas», de hasta metro y medio de profundidad, la causa por la que volcó un autocar de transporte escolar de Linecar el año pasado –no llevaba pasajeros–, pese a su exigua velocidad. «Iba a cámara lenta, si cae en una cuneta normal de medio metro no vuelca», afirma el alcalde de Muñopedro.
No hay que irse muy atrás en el tiempo; otra conductora de un turismo volcó en abril. El gran problema, la estrechez, quedó sin afrontar. «¿Por qué no ensancháis un poco la carretera? Aunque no echéis aglomerado, por lo menos dejad tierra. Podría tener hoy un metro más a cada lado», ha sugerido Velasco.
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