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El sábado, función en Laguna de Duero. Ayer, en el teatro Juan Bravo. Y nada más terminar la representación de 'El mago', regresó a Madrid porque hoy, a las 8:40, le recogían para ir al plató de 'Cuéntame'. María Galiana (Sevilla, 1935) dejó la docencia después de 38 años (hace ya 18), pero no se jubila; es actriz. De tanto en tanto se pide un tiempo sabático, pero le gusta actuar, le gusta está profesión que, asegura, «lo que tiene es que no hay techo, sigues activo mientras no te eche la enfermedad o la edad».
–Sigue con ganas de estar en escena. ¿Sus hijos no le piden que se retire y descanse?
–Depende mucho de lo que me ofrezcan. No me preocupo de buscar obras o compañías, porque en febrero de 2017 terminé de representar 'La asamblea de las mujeres' en Mérida y luego pasé un año sabático, pero este verano me ofrecieron 'El mago', que es de Juan Mayorga, un autor del que soy admiradora hace mucho, y me reenganché. Con esta función ya tenemos hasta septiembre, y luego ya se verá. Y la familia (ríe)... No me tiene que decir nada. Mis hijos ya saben que no voy a estar supeditada a lo que ellos me digan. Mientras yo quiera y pueda... Desgraciadamente, va a hacer once años que murió mi marido, que era mi fan número uno y disfrutaba horrores con mis éxitos, y mis hijos solo me preguntan.
–La serie 'Cuéntame' no la deja. Se acerca ya a los años cercanos, y le ha permitido repasar la evolución de España en las últimas décadas.
–Sí, ya vamos por los años 1990. Y la serie está al alcance de todos los televidentes, pero en realidad yo soy muy distinta de Herminia, de lo que hacemos en la serie. En los años 50 estaba ya en la universidad, terminé la carrera en el 59, y en los 60 dando clases en el instituto. He vivido siempre en Sevilla, y no tenía mucha relación con esas familias emigrantes del campo a la ciudad, como en la familia de la televisión. Yo me desenvolvía en un ambiente muy distinto al de la familia Alcántara de la serie.
–Hace unos días, precisamente, compartió una entrevista en televisión con un joven político, Íñigo Errejón, recordando aquella década de los 90. Se le vio a usted muy cómoda con él.
– Es que como Errejón he conocido yo a montones, no de políticos, sino de jóvenes, delegados de curso, gente con inquietudes, con ganas de moverse y hacer algo, muy reivindicativo porque la juventud es así. Realmente, a mí no me resultaba novedoso, he conocido muchos en la historia que yo he vivido.
–¿Sigue la política actual, qué le parecen los nuevos partidos?
–Sí, claro. Creo que en España, en general, los políticos tienen poco oficio, poca profesionalidad en el fondo, a pesar de la Transición y de los años que han pasado. Los veo muy novatos, hacen verdaderamente cosas poco reales, me parece que están desconectados de la realidad. Yo creo que un político es un servidor de la sociedad, pero veo que no lo tenemos claro, que el poder es algo que les produce un orgullo especial, y creo que necesitan más humildad. Deberían ser elegidos para un servicio, la nación necesita gente entregada, no servidores del clientelismo.
–En su Sevilla acaba de producirse ahora un cambio de gobierno, ¡qué le parece?
–Me parece que en Sevilla la gente lo ha aceptado muy bien. Son 36 años de un tipo de gobierno y yo creo que había, en general, una apetencia de cambiar. Lo que pasa es que ninguno tiene perspectivas de gobierno amplias, porque ahora el PP tiene 26 diputados, y eso no es nada, y Ciudadanos, que antes no estaba, 21. A pesar de todo, si PP y Cs se hubieran juntado tampoco tendrían la mayoría absoluta, que es de 55 diputados. Lo nuevo es la irrupción del partido Vox, que es el que influye porque sin él no pueden hacer nada los otros dos. Es una situación novedosa, vamos a ver qué tal sale.
–Volvamos a su profesión. Acaba de ser la noche de los Premios Goya, ¿pudo seguir la gala?
–Solo el final, porque tenía la función en Laguna. Me dio un poquito de pena no estar porque era en Sevilla y porque me habían invitado para entregar alguna estatuilla, a Antonio de la Torre, al que quiero mucho, o a Susi Sánchez... Pero la obligación es antes que la devoción.
–Y de nuevo en domingo a la carretera y a otra función.
–Es que esta es una profesión muy esclava. Mucha gente no sabe la cantidad de cosas a las que renuncio. Estoy abonada al Teatro Real de Madrid y a la RealMaestranza de Sevilla porque soy muy aficionada a la ópera, pero rara vez puedo ir. Y los sábados y domingos, cuando podríamos estar con la familia, es cuando más trabajamos. Este año ha sido duro, lo pasé realmente mal, el día de Navidad porque tenía que estar en el teatro a las cinco de la tarde. Y renuncias a cosas, pero cuesta mucho, cuesta.
–Decía que aceptó hacer 'El mago' porque admira a Juan Mayorga.
–Me gusta mucho, yo tengo sus obras completas, porque es un autor que está intentando, y lo consigue, abrir caminos para el teatro. Tiene obras novedosas y originales en las que plantea situaciones vitales o anímicas que hagan reflexionar al espectador. Pero al mismo tiempo consigue que lo pase bien, la gente se ríe mucho. Es un teatro muy interesante.
–Y usted vuelve a unir teatro y docencia.
–El aspecto didáctico no se pierde, es algo que lleva uno consigo.
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