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Abrazos entre los vecinos de Valverde y un grupo de descendientes de Manuel José de Frutos. Antonio Tanarro

El maorí español, el emigrante de Valverde que creó un linaje con 33.000 descendientes

«Si no conoces a tus ancestros, estás perdido», resume uno de los neozelandeses que ha viajado a tierras segovianas

Lunes, 14 de agosto 2023, 00:15

Sunny Manuel es uno de los 33.000 descendientes de la odisea de un emigrante de Valverde del Majano, Manuel José de Frutos, que se quedó en Nueva Zelanda, se casó con cinco mujeres maorís y creó un linaje. Es parte de una delegación ... de la tribu de los Panioras, que ha recorrido medio mundo para conocer los orígenes de su ancestros segovianos y conectar con sus «primos» –una palabra que dice en español pese a que toda la entrevista se desarrolla en inglés– segovianos. «Para los maorís es muy importante saber de dónde venimos. Si no conoces a tus ancestros, estás perdido».

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La comitiva austral de descendientes que estos días ha conocido la provincia reside actualmente en Australia y Nueva Zelanda. Sunny es el representante del linaje de José Manuel en Brisbane. El pueblo ha aprovechado la celebración de la Semana Cultural para hacer partícipes a los Panioras de sus tradiciones. El vínculo lo descubrió en 2006 la periodista neozelandesa Diana Burns con la colaboración de la historiadora María Teresa Llorente, quien descubrió en los archivos parroquiales de Valverde del Majano el registro bautismal del emigrante, desconocido hasta entonces en su pueblo natal. En 2007, una veintena de maorís viajó hasta España para visitar la localidad. En 2010, varios españoles devolvieron esta visita, sellando el hermanamiento oficial con la región de Gisborne.

La historia cuenta que Manuel José acabó en Port Awanui, una remota isla, en la década de 1820 y se enamoró hasta el punto de que se escondió del ejército para no volver a España. «Se metió debajo del vestido de su mujer para que los soldados no lo encontraran. Así empezó todo». Sunny desciende de una de las cinco mujeres con las que el segoviano contrajo matrimonio. «La gente del grupo procede de cada una de las esposas y realmente nos hemos unido como una familia».

El tío de Sunny, uno de los embajadores que visitó Valverde hace una década, murió por el covid. «Hemos decidido venir para continuar con su trabajo y estrechar la relación entre los maorís y nuestra familia española. Queremos saber más del pueblo de Manuel José y compartir nuestra herencia». Que una cultura comparta su identidad con la otra. Para ello, los Panioras han traído «los mejores regalos posibles» para expresar su afecto; por ejemplo, un collar que ilustra su pertenencia a la tribu. «Al ver la joya, cualquiera de nosotros sabrá que son nuestros primos».

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«Son dos culturas muy similares. Compartimos una relación muy fuerte entre nuestras familias», subrayan los oceánicos

Desde Brisbane, en Australia, a Madrid hay un viaje de 24 horas; desde Nueva Zelanda se amplía aún más el itinerario. Calculen un vuelo de 13 horas a Doha (Emiratos Árabes) y otro de siete a Madrid. Tras llegar a Segovia, estuvieron una hora en la ciudad y fueron directamente a las fiestas de Valverde, sin descanso. Tras una semana de actividades, pusieron el jueves final a su estancia con una despedida ceremonial. Muchos alargaron su viaje por Europa, por aquello de rentabilizar haber cruzado medio mundo. «Algunos van a Portugal, Roma, Londres…» Sunny, de 51 años, viaja con su esposa, Alison, y su plan en las dos próximas semanas incluye visitas a Madrid, Barcelona y París.

Pese a los orígenes tan distintos de ambas raíces de su linaje, Sunny ha encontrado muchas similitudes. «He aprendido que son dos culturas muy similares. Compartimos una conexión muy fuerte entre nuestras familias; para los maorís, es lo más importante en nuestras vidas, compartir nuestro amor hacia la familia». Eso implica conocer todo el árbol genealógico, desde los orígenes. «Tienes que conocer a tu madre y al abuelo del abuelo de tu abuelo. Así hasta el principio. Es una prioridad para nosotros».

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Sunny define a sus compañeros maorís como un pueblo orgulloso que comparte un imponente vigor físico. Lo dice un gigante por encima del 1,80 y los 130 kilos. Porque el segoviano también superaba el metro ochenta, cuentan los libros. «Debió ser un hombre fuerte para tener cinco esposas». Lo dice alguien que ha tenido la actividad física en la sangre desde pequeño: rugby, béisbol, baloncesto, natación o atletismo. «No teníamos videojuegos, así que nos pasábamos el día jugando».

La gran riqueza de Nueva Zelanda es su integración cultural. «Tratamos a todo el mundo igual que a nuestra familia. Aunque somos diferentes, compartimos el amor. No importa que vengas de América, Francia, España o Alemania, todos queremos a nuestros padres y hermanos». El gobierno neozelandés actualizó el año pasado el censo de descendientes del segoviano, que supera los 33.000. Mientras, su cuerpo descansa en algún lugar entre el río Waiapu y el océano Pacífico. «Es el maorí español, estamos orgullosos».

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