Uno de los sectores más afectados por la falta de suministros, sobre todo de semiconductores y microchips, es el automotriz. Según ha explicado en una entrevista Pedro Recio, el asesor comercial y jefe de ventas del concesionario Mingorauto Toyota Segovia, lo que ha pasado con ... los vehículos es que, debido a la falta de ciertos componentes, las fábricas no pueden terminarlos. «Entonces ocurre la práctica paralización en la producción y un efecto embudo: Se siguen generando pedidos de clientes, pero no hay salida de productos de la fábrica», explica Recio. Esto ha provocado que los plazos de espera se hayan extendido en este concesionario desde entre un mes y medio y tres meses antes, hasta entre cuatro y nueve meses de espera. En este caso, los modelos con las listas de esperas mayores son el Rav4, la pick-up Hilux y el Toyota Yaris.
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Como consecuencia, en un comienzo aumentó la venta de vehículos de ocasión, que vinieron a cumplir las necesidades de aquellos consumidores que necesitaban renovar su vehículo inmediatamente y no podían esperar los largos plazos de entrega de los vehículos nuevos. Recio calcula que los precios de coches usados han aumentado hasta un quince por ciento con esta crisis. Pero esto no es una solución, porque los coches usados también empiezan a escasear, ya que si los clientes no adquieren nuevos productos, no dejan sus coches usados en el concesionario para aquellos que quieran darle una segunda oportunidad.
A esta situación ya difícil de sostener para un concesionario, se añade otro agravante: La marca, en este caso Toyota, ha bloqueado a los concesionarios la posibilidad de vender los coches de prueba y de exposición, como antes acostumbraban a hacer cada cuatro o seis meses, para evitar a toda costa que los establecimientos se queden «vacíos» y no haya nada que enseñar. La marca quiere que las casas de ventas sigan recibiendo pedidos, aunque estos vayan a demorarse meses. El coste de los vehículos de exposición y de prueba, ahora por un tiempo prolongado, corre a cuenta del concesionario, un gasto nada despreciable que tienen que asumir mientras no facturan «prácticamente nada». Pedro Recio explica que la única forma de mantener esto es a través de financiación externa.
«No tenemos margen de movimiento», lamenta Recio. Lo único que ingresa el concesionario con las nuevas matriculaciones de pedidos que se hicieron hace unos seis meses atrás. «Lo que nos mantiene en pie son los pedidos de la gente a la que no le importa esperar», apunta.
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