Las obras de reforma del firme de la avenida Padre Claret causan estragos en la circulación, resignación entre los ciudadanos e incertidumbre en los negocios aledaños. Han pasado únicamente cuatro días desde el corte del tráfico y el comienzo de las actuaciones, lo que ... se prolongará aproximadamente hasta mediados de febrero.
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Desde la inauguración del aparcamiento subterráneo en 2009, se han sucedido más de doce intervenciones. Más de una al año. Pero esta ocasión es diferente, ya que tiene mayor envergadura que todas las actuaciones anteriores, pues consiste en la sustitución integral de adoquines de granito por unos de hormigón prefabricado, entre otras acciones, lo que agrava el malestar de comercios y vecinos afectados.
«Está clarísimo que las obras nos entorpecen», remarca el Asador Maribel. «Nos ha dejado KO, fuera de combate», sostiene el regente de la gasolinera de Padre Claret, Luis Miguel González, quien ha visto la caída de su actividad entre un 45% y 50%. «Una vez que se desvía el tráfico, aquí no hay servicio; solo vienen los clientes habituales», lamenta. Una situación que comparten muchos de los negocios afectados.
Todo ello a pesar de que se ha habilitado un carril de subida que permite acceder a la gasolinera, pero también al aparcamiento, los garajes y los hoteles. «Está poco señalizado», advierte. Muestra de ello son los clientes que, dubitativos por las restricciones, paran en la rotonda para cerciorarse de las excepciones anunciadas en los carteles o preguntan directamente a los vigilantes.
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El desconcierto no solo es un estado compartido por los conductores, sino también por los viandantes, ya que han visto reducido y alterado el recorrido por la acera derecha de subida con la creación de una senda en zigzag delimitada por conos clavados al suelo. Esta misma situación se percibe entre los trabajadores de la zona, que han tenido que aplicar las modificaciones a sus servicios en tiempo récord.
Es el caso del aparcamiento subterráneo. Aunque al principio se contempló el cierre de todos los accesos en la parte inferior de la avenida, únicamente se ha cancelado el de salida de los coches, que se traslada a la zona que desemboca en la rotonda de Dionisio Duque (antiguos bomberos). Precisamente, en un cartel se indica que está permitido usar el carril habilitado para entrar al párking.
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Esta vía alternativa es una de las principales preocupaciones de los hoteles y otros comercios, ya que su estrechez impide a los camiones o furgonetas de carga y descarga alcanzar la salida en la calle Soldado Español. Es más, tienen que dar marcha atrás o realizar maniobras para volver a salir a la Plaza de Artillería.
Esto se debe a que el punto más crítico se da a la altura del Asador Maribel, donde el espacio entre las vallas de obra y las farolas no es suficiente para el paso de un vehículo de mayores dimensiones. «Las vallas están muy pegadas al carril, ya se lo hemos trasladado al Ayuntamiento», determina el regente de la gasolinera.
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Los coches pasan a escasos centímetros de la terraza de este local hostelero, que no ha recibido instrucciones para adaptar el espacio. Sin embargo, «¿quién va a comer al lado del paso de los coches», cuestiona el Asador. «Si esta obra es necesaria, no podemos hacer nada», se resigna, a la vez que confía en que las consecuencias de las obras en el negocio sean menores que en otras ocasiones, ya que se solían acometer durante el verano, temporada alta de la hostelería.
Los comercios afectados tendrán que convivir con esta situación durante el puente de Los Santos, de la Constitución y las Navidades, lo que supone un tercio del año y fechas especialmente importantes en la llegada de turistas. «A ver si terminan antes», apela esperanzado Luis Miguel González, un deseo que comparten todos los segovianos. Por el momento, la situación en Padre Claret es tranquila. «Demasiado tranquila, hay poquísimo movimiento», puntualiza el gasolinero. «La gente está cumpliendo con las restricciones, no hemos visto a nadie que haya accedido de forma indebida», remarca.
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La remodelación del tramo adoquinado no es una situación nueva, pero aún genera incertidumbre. «Somos conscientes de que esto conlleva inquietud e incomodidad», afirma el concejal de Obras, Miguel Merino. Lo mismo sucedió en la calle Tomasa de la Iglesia, Agapito Marazuela o Daoiz, explica. De ahí que ahora sea más importante que nunca la comunicación de los inconvenientes.
En concreto, este miércoles se celebró una reunión con varios comercios de la calle Soldado Español en un intento de aligerar el flujo el tráfico con el cambio de la parada del transporte escolar y para facilitar las acciones de carga y descarga. «Cuando se programa una obra en el papel y se traslada a la realidad, surgen problemas. No nos va a doler prendas tener que corregir alguna medida en el futuro», concluye.
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