«Seremos un pueblo siempre». El entonces municipio de Madrona se adhirió a Segovia en 1971, después de unas negociaciones que habían comenzado en el año 1969 con el entonces gobernador civil de Segovia, Adolfo Suárez, como uno de sus protagonistas. «En un principio ... se votó y salió que no, pero como querían la expansión de Segovia, a base de decir 'vais a tener los mismos servicios' y camelándose a la gente, al final salió… y ahora estamos peor que antes, porque pertenecemos a Segovia y no tenemos los mismos servicios», dice el presidente de la Asociación de Vecinos de Madrona Nuestra Señora de la Cerca, Carlos Berrocal. «Nos engañaron vilmente», añade.
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Cincuenta años después, Madrona es uno de los siete barrios incorporados dependientes del Ayuntamiento de Segovia junto a Zamarramala (561 habitantes), Hontoria (483), Fuentemilanos (286), Torredondo (44), Las Serillas (38) y Perogordo (19), a los que cabe añadir la entidad local menor de Revenga (605). En él están censadas 431 personas, aunque la asociación de vecinos asegura que viven muchas más que no están inscritas allí porque, ante la falta de ciertos servicios, se empadronan en otros lugares para, por ejemplo, ir al médico. En verano, debido a la llegada de gente que tiene en Madrona su segunda residencia, pueden llegar a convivir entre 700 y 800 personas.
En Madrona viven, sobre todo, personas jóvenes seducidas por unos precios de los alquileres inferiores a los que se pueden encontrar en la capital. También hijos de personas «de toda la vida del pueblo» que fueron a vivir fuera y ahora han vuelto. En el colegio hay poco más de veinte alumnos, pero desde la asociación lo achacan a que muchos prefieren ir a otra escuela en la capital.
«Nada más llegar, a la entrada, se puede ver la pancarta que dice como nos sentimos abandonados. No nos hacen ni caso. Pagamos los mismos impuestos que Segovia, que es lo peor, y no tenemos los mismos servicios», se queja Berrocal. Este es el principal planteamiento de una serie de protestas que se ha propuesto llevar a cabo el barrio el primer domingo de cada mes y que comenzó el pasado 2 de mayo.
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Un síntoma de este abandono, en opinión de Berrocal, es el estado de muchas de las calles de este barrio. Tres vías (Las Escuelas, Caño y Segovia) se encuentran sin asfaltar y la principal, Cantarranas, necesita un nuevo saneamiento y no tiene aceras. Según explica el concejal de Obras, Servicios e Infraestructuras, Miguel Merino, sostiene que dar solución a este problema es algo que él y su equipo tienen «en mente» y esperan poder acometerlo «no tardando mucho». Merino recuerda que, en apenas diez meses, el Ayuntamiento ha acometido con 49.000 euros la cubierta de la antigua casa consistorial, hoy convertida en centro cultural, y está preparado el proyecto de demolición del velódromo por 65.000 euros, por lo que.
Existe cierta preocupación en el barrio ante la inminente jubilación de Dori, la alguacil que cuida de Madrona desde hace 34 años y mantiene todo en orden. Ella era quien dejaba los jardines «impecables». Ahora en el barrio temen que se demore la llegada de un sustituto o, peor, que no vuelva a haber una persona dedicada a ello. Es una figura clave para el mantenimiento del barrio y también para su limpieza, porque compartía las funciones con la empresa municipal de FCC Medio Ambiente y, sobre todo, era quien avisaba a la compañía de las necesidades del barrio incorporado. «Saben perfectamente cada uno cuál es su parte, la alguacil llama y hacen cada uno lo suyo», explica Berrocal
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Uno de los problemas más acusados para Madrona es el del tráfico. Hay mucha afluencia de vehículos y estos a menudo van muy rápido. «Todos los que vienen de Otero, Ortigosa, La Losa pasan por aquí», comenta Berrocal, para quien la solución pasa por la colocación de badenes. La peor consecuencia de este acusado ir y venir de coches es el problema de seguridad que estos vecinos perciben y que ya les ha dado más de un susto. Hace aproximadamente un año, una niña fue atropellada en la calle Cantarranas, accidente tras el cual la madre de la pequeña realizó una reclamación que solo se tradujo en la colocación de un paso de peatones.
Otra de las batallas de la asociación, según su presidente, es conseguir un transporte público con frecuencia suficiente. Actualmente solo disponen de una línea de autobuses, que llega de Ávila y pasa tres veces al día. Un mejor servicio, con autobuses que pasen cada hora para ir y venir de la ciudad, tendría mucho éxito, sobre todo entre los más jóvenes que no tiene carnet de conducir.
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Según Carlos Berrocal, la fibra óptica ha llegado a Madrona, pero no a sus hogares. «Habría que repartirla por las calles hasta las casas y de eso, nada», relata el presidente de vecinos. Desde la irrupción de la pandemia, esto ha sido especialmente perjudicial, porque se ha vuelto más habitual el uso de ciertas herramientas de comunicación telemática, como Zoom o Skype.
Uno de los proyectos que el Ayuntamiento tiene en gestación es la demolición del velódromo, obra que costará 65.000 euros y que respetará la pista de fútbol siete que acoge la estructura. La asociación no considera este proyecto una prioridad. La desaparición de esta infraestructura, en desuso desde hace años, podría ser hasta perjudicial: «Sirve de barrera de contención de los cardos, si lo quitan se van a comer la pista de fútbol».
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