Nuria García, que cumplió el pasado jueves 56 años, es alérgica al polen desde que tiene uso de razón. «Cuando era muy pequeña, no se sabía que era alergia, mi madre pensaba que todas las primaveras pasaba un gran constipado», reconoce. Con los años, acabó ... en el médico y empezó a tomar algún medicamento para atenuar los síntomas que apenas surtía efecto. Como ocurrió con la operación de vegetaciones a la que fue sometida para respirar mejor: ese no era el problema. Décadas después, sobrevive a las temporadas primaverales. «Ahora no es que te lo quiten, pero los medicamentos te lo atenúan bastante», afirma.
Publicidad
Los síntomas de aquella niña eran un picor de ojos «bestial», muchísimos estornudos seguidos, congestión o dolor de cabeza. «Yo de pequeña lo pasaba mal no, lo siguiente», recuerda. En sus primeras visitas al médico recibía fármacos como unos polvos blancos para administrar por vía nasal, una fórmula con una apariencia tan mala como los resultados. Así empezó lo que llama alergia a la primavera.
Una de las respuestas fue operar a aquella niña de vegetaciones. «Tengo un trauma horrible con eso. Como no podía respirar, pues tenía vegetaciones. Me operaron a lo vivo, sin dormirme, me ataron los brazos con una sábana, abrías la boca, te dormían con un poco de éter y te arrancaban las vegetaciones. Me imagino que respiraría algo mejor, pero para la alergia no sirvió de nada», declara Nuria García.
Siguió con los mismos síntomas. Hay alergias que desembocan en asma alergical por no tratarse correctamente. Además de todos esos síntomas, no entra aire en los pulmones, resume. «Yo tengo alergia al polen, a las gramíneas, a los perros, a los gatos, al polvo, a los olivos…» Una de las soluciones para atenuar esos síntomas fue la vacuna. «Estuve vacunándome mucho tiempo porque ya tenía asma», indica. En función de la afectación entre asma y alergia decidía vacunarse o no. En una ocasión, tuvo un brote «muy bestia» de urticaria porque una dosis del suero le sentó mal y desde entonces se la administran en el Hospital General y no en el centro de salud, para controlar reacciones imprevistas. En aquella ocasión recibió unas cuantas inyecciones de urbasón.
Publicidad
«Ahora lo llevo mejor, no sé si es porque los medicamentos son más potentes», apunta Nuria García. Toma una pastilla, un dosificador nasal para la rinitis y un colirio para el picor de ojos. «Me tomo las pastillas varios días seguidos y luego en caso de emergencia», detalla esta segoviana. Emergencias como un picor de ojos extremo. «Se me pusieron como si me hubieran dado puñetazos a tope, el iris estaba hundido para dentro, una cosa horrible». «Veía súperborroso y esa hinchazón tardó una semana en desaparecer», añade a la descripción de lo padecido. Sus síntomas han empezado ahora y no desaparecen hasta finales de junio. En julio puede descansar.
Noticia Relacionada
Pese a la alergia, no renuncia a nada. «Me gusta mucho el campo, voy con la medicación; estoy mal, pero me aguanto. Con lo eficaces que son ahora los medicamentos, si yo llevo mis cosas, lo tengo controlado», asegura. Ella tiene un asma persistente y lleva un inhalador constante; no lo achaca a la alergia, sino a la covid, pues pasó la primera cepa sin medicación ni vacuna. Sus dos hijos tienen la misma alergia. «Yo he sido la que más he tenido de toda la familia, pero mis hijos también tienen bastantes», comenta. El avance de la medicina evitó que ellos fueran operados de vegetaciones.
0,99€ primer mes
¿Ya eres suscriptor? Inicia sesión
Te puede interesar
Publicidad
Utilizamos “cookies” propias y de terceros para elaborar información estadística y mostrarle publicidad, contenidos y servicios personalizados a través del análisis de su navegación.
Si continúa navegando acepta su uso. ¿Permites el uso de tus datos privados de navegación en este sitio web?. Más información y cambio de configuración.