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Así logró Tejares de Fuentidueña dedicar una plaza a Rafa Nadal

Segovia

Así logró Tejares de Fuentidueña dedicar una plaza a Rafa Nadal

Miguel Ángel Carrascal, un vecino que lleva cuatro décadas en Mallorca, impulsó la iniciativa en un pueblo con solo once empadronados

Domingo, 15 de septiembre 2024, 23:22

Miguel Ángel Carrascal recuerda la «maravillosa» noche del 6 de junio de 2022, horas después de que Rafa Nadal ganara su decimocuarto título de Roland Garros ante Casper Ruud. Estaba con el alcalde pedáneo de Tejares de Fuentidueña, Vicente Velázquez, junto al letrero de la Plaza Mayor. Ahí se encendió la bombilla. «Todas las plazas se llaman así. Tenemos una plaza ahí arriba sin nombre. ¿Qué te parecería poner el nombre de Rafa Nadal?» El regidor entró al juego: «Esto lo movemos». Dos años después, esta modesta localidad de once habitantes censados, según el último recuento del Instituto Nacional de Estadística, ya no solo será conocida por su mercado de la miel, que se celebra este fin de semana, sino por haber incorporado al callejero al mejor tenista español de la historia, aunque nunca lo haya pisado.

Todo fue posible por la relación del instigador de la idea con la isla en la que nació Nadal. Miguel Ángel diferencia al hogar nativo del adoptivo. «Como digo siempre, Segovia es mi madre y Mallorca es mi novia». Habla de una infancia maravillosa en Tejares, estudiando en San Miguel de Bernuy, a escasos cinco kilómetros, un trayecto que recorría andando, en bicicleta o en el tractor de su padre. «Me encantaba la naturaleza, ir a buscar setas. Siempre estaba perdido por los regueros y las hoces. Lo he añorado siempre». Una docena de amigos que estudiaba fuera y mantenía el contacto el verano. Se metió en una ingeniería ambiental y terminó de rebote en Mallorca para un estudio sobre recarga de acuíferos. Llegó con 26 años tras hacer la mili en Burgos como chófer de un coronel y se ha quedado cuatro décadas.

«El certificado te lo firmará, pero no pidas ahora que vaya a inauguraciones», le contestó Carlos Costa

Su padre, Blas Carrascal, era un agricultor de secano con una nave de cerdos. «Yo estuve a punto de dejar de estudiar, pero él era muy avanzado. Las broncas que me echaba, decía que lo último era quedarme allí». Así le criaron a él, a un médico y a una profesora de universidad. «Lucharon, sin gastar un duro y sin vacaciones, para que nosotros tuviéramos una carrera. Como muchísimas familias del campo. Esta gente que se está yendo hizo España». Porque falleció hace dos semanas a los 97 años.

Pasaba el tramo entre la primavera y otoño y se refugiaba en Madrid el resto del año. «En invierno, viven tres». Él, mientras, se abrió camino en Mallorca desde esos primeros proyectos de agronomía a la reforma del aeropuerto de Ibiza. Ahora tiene una empresa de servicios múltiples de obras o jardinería que también trabaja en Ibiza y Menorca.

Fuentesoto, a unos tres kilómetros, centraliza el Ayuntamiento porque con la pérdida de población dejó de tener sentido que lo tuviera una localidad con un padrón tan reducido. Aunque San Miguel de Bernuy sirve de cabecera habitual. «Vamos casi todos los días a tomar café o a jugar al mus». Miguel Ángel huye del turismo masificado de Mallorca cada semana que puede. «Un fin de semana o entre semana una vez al mes llevo haciéndolo hace tiempo. Solamente los recuerdos que tengo en la casa del pueblo me valen, son delicatesen. No sé si es por la edad, pero quiero momentos de paz y tranquilidad. He viajado mucho y al final uno se da cuenta de que lo maravilloso lo tiene cerca».

Su último viaje desembocó en París el día de la inauguración de los Juegos Olímpicos, pero la muerte de su padre frustró su plan de ver el primer partido de dobles de Nadal y Carlos Alcaraz. «No le conozco, hemos coincidido un par de veces, como mucho, pero Mallorca no es muy grande y tienes amigos comunes». Como el arquitecto que hizo la casa de Carlos Moyá, su entrenador. Su empresa ha colaborado con la academia del tenista. Relata con cierta sorpresa la devoción de unos por Nadal –turistas que quieren ver dónde vive, no los monumentos de la ciudad– y el rechazo de su figura por parte de colectivos de naturaleza más independentista.

Cuando el teniente de alcalde fue a Fuentesoto a plantear la distinción, le puso una tarea extra. «Oye, que en el Ayuntamiento necesitan un certificado de aprobación por Rafa Nadal». Miguel Ángel fue a la academia a visitarle; allí estaba, jugando. Habló con su tío Toni y le dijo: «No creo que haya problema». Pero le remitió a Carlos Costa, que le devolvió la llamada: «El certificado te lo firmará, pero lo que no pidas ahora es que vaya a inauguraciones».

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Aquel correo llegó ese mismo verano, pero la inauguración se retrasó. «Teníamos la placa preparada, pero los del pueblo me decían que si iba a conseguir que fuera Rafa Nadal. Lógicamente, sabía que era imposible. A lo mejor algún día, cuando deje de jugar, con amigos comunes, como viene mucho a Madrid, igual se escapa». El alcalde era el primero que quería ponerla, así que lo hizo el 8 de agosto. «Las plazas están llenas de nombres de políticos o militares y yo no sé si algunos se lo merecen. Es un deportista ejemplar, no ha habido otro en España como él, con unos valores que dan una lección. Creo que se lo merece». Desde 2022, hay otra plaza con su nombre en la localidad salmantina de Villamayor de Armuña.

Miguel Ángel también destaca su valor comercial. Cuenta cómo hay bares de Manacor que presumen de que Nadal iba allí a tomar café, «aunque sea mentira». Y habla de la repercusión de la nueva plaza en la isla. «En Mallorca ha salido en todos los periódicos, me han hecho tres entrevistas. Un pueblo casi deshabitado ha tenido ese detalle».

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