Los «locos» de la pintura afinan sus miradas para plasmar Segovia

El curso arrancó en 1919 en el Monasterio del Paular, con la Academia de San Fernando como promotora de unos «locos», subraya con cariño el coordinador del curso, Fernando Herranz, que atravesaron la sierra y acabaron en Segovia, residencia del encuentro desde 1950. Aunque tenga el paraguas de curso, no es un formato pedagógico. «Es un encuentro artístico de unos pintores que necesitaban compartir conocimientos». En los 60 duraba tres meses; ahora son tres semanas. «Por razones económicas y porque los tiempos cambian. No todo el mundo puede disponer de tres meses para venir a pintar ni tenemos esas condiciones de alojamiento».

Pese al acceso infinito al conocimiento de las nuevas tecnologías, pintar junto a catorce compañeros, «viendo el minuto a minuto de las técnicas que emplea cada uno», convierte el formato en algo especial, así como compartir 24 horas al día entre ellos. «En una pantalla puedes ver muchas cosas, pero te vas a perder el 90% de lo que hay detrás». Son las catorce universidades públicas quienes se encargan de elegir a su candidato; la decimoquinta es segoviana, Sara Cubo, que estudia en la Complutense. Sus trabajos verán la luz en una exposición.

El atractivo de la ciudad hace que el número de candidatos sea ingente. «Me consta que reciben muchos dosieres. No es solo la ciudad, es su luz o el ambiente que se crea en el encuentro. El boca a boca de los alumnos que van pasando por aquí genera expectativas». Entre las actividades iniciales está el paseo 'Extramuros' con Carlos Muñoz de Pablos, impulsor fundamental del curso y el paseo 'Intramuros' con Antonio Ruiz, cronista de la ciudad. «Es una venta intelectual de Segovia muy importante».

Habrá espacio para la pintura al aire libre y para el taller, con excursiones a las Hoces del Duratón –la ermita de San Frutos–, una visita a los jardines y al entorno del Palacio Real de San Ildefonso, una salida a las cárcavas de la comarca de Pedraza y otra al granito del Berrocal, en Ortigosa del Monte.

El encuentro pretende ampliar la formación artística de un perfil variado que puede desembocar en la pintura profesional. «Un pintor tiene que trabajar muchísimo, encontrar su línea de trabajo y apostar por ella». El perfil es diverso; aunque predomina el tramo entre 20 y 25 años, una facultad es transversal y el año pasado acudió un bombero retirado de 62 años. «Es muy interesante ver cómo se integran». Uno de los trámites del curso consiste en enviar a los pintores una carta para pedir su compromiso con ciertas partes del programa. «Todo el mundo es consciente de que viene aquí a trabajar mucho».