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Segovia
«Llevo nueve años con migrañas y gastritis crónicas por el ruido»Testimonio ·
I. G. relata el padecimiento de vivir pared con pared con un piso de universitarios en la calle Malconsejo de SegoviaSegovia
«Llevo nueve años con migrañas y gastritis crónicas por el ruido»Testimonio ·
I. G. relata el padecimiento de vivir pared con pared con un piso de universitarios en la calle Malconsejo de SegoviaPide que no se desvele su nombre. El anonimato la hace contar su calvario más serena. I. G. relata el suplicio que sufre desde hace ... casi diez años, cuando junto a su marido decidió cambiar de domicilio y comprar un piso en la calle Malconsejo, con unas «vistas espléndidas» que invitaban a la paz del hogar. Tras adquirir la vivienda y reformarla «después de que vivieran en ella estudiantes que la habían destrozado pintando hasta grafitis dentro», el dulce hogar se ha tornado en insufrible.
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«El piso de al lado es de estudiantes de IE», comienza su relato. Las primeras molestias hicieron que tuvieran que redistribuir espacios. «La habitación de matrimonio daba a su salón». Con el paso del tiempo y de los constantes trastornos por las fiestas de los jóvenes vecinos «clausuramos una habitación que había al fondo». I. G. revela que «de los diez años que llevamos en esta casa, nueve los he pasado con migraña crónica, gastritis crónica y estrés».
La afectada necesita tratamiento farmacológico. «¿Quién me paga los 100 euros al mes que me gasto en medicinas? ¿El Ayuntamiento?», se queja porque considera que hay manga ancha con los universitarios del campus privado.
I. G.
Vecina de la calle Malconsejo de Segovia
«Son un maleducados», critica. Cuando van a entrar a vivir, se les explican las condiciones para que no alteren la convivencia, que no pongan la música alta, que no armen alboroto... nada. «Miro todos los días portales inmobiliarios», reconoce, porque «queremos irnos de Segovia».
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«Ante todo hay que mirar por la salud», opina al recordar cómo su hijo, cuando tenía tres años, «se despertaba repentinamente y vomitaba» por los sobresaltos provocados por el exceso de decibelios. Personas mayores que residen en esta zona «tienen miedo a denunciar por si les hacen daño luego o les pintan la fachada».
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