
Evocar la leyenda de la construcción del Acueducto es uno de los propósitos de la instalación del controvertido diablillo en la calle San Juan, un elemento del patrimonio cultural inmaterial que, según el Ayuntamiento, «forma parte de la memoria colectiva de los segovianos». La leyenda del Acueducto es una de las primeras historias sobre el monumento que escucha cualquier segoviano que se precie de serlo. Cuentan que fue el diablo, y no Roma, el auténtico artífice de la faraónica obra, historia que contribuye a fomentar el misterio que rodea el episodio de su construcción. Una joven aguadora, cansada de portar los cántaros por las empinadas calles de la ciudad, llegó a ofrecer el alma al diablo si a cambio le construía un acueducto que le llevara el agua a casa y le librara de tan penosa tarea. No tardó en materializarse la figura de Satán, que aceptó gustoso el reto y se comprometió a construir el puente en solo una noche. El alma de la joven sería suya si conseguía acabar el trabajo antes de que cantara el gallo.
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La segovianita rezó toda la noche para evitar el trance, mientras legiones de diablillos se empleaban a fondo colocando piedra sobre piedra y levantando la mole de granito. Pero las plegarias de la moza hicieron efecto: cuando el gallo cantó, al diablo solo le quedaba una piedra por colocar. Dicen que los agujeros de las piedras son las huellas de las pezuñas de Lucifer, que huyó con rabia.
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