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Lastras del Pozo es un pueblo vacío pero muy animado los fines de semana y en verano, gracias a la existencia de tres casas rurales. En esas ocasiones señaladas, Lastras cobra vida y recupera el esplendor que en su día tuvo.
La tranquilidad y su patrimonio son los resortes para que el municipio se recupere, aunque sea de forma eventual, de la lacra de la despoblación, que nos aqueja ya desde hace muchos años.
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Tranquilidad para poder disfrutar de un entorno magnífico y de un pueblo muy bonito. Y patrimonio para que quienes deciden acompañarnos y visitarnos vuelvan a sus casas con un buen sabor de boca. En esto último, contamos con dos joyas que tienen un inconveniente: son propiedad privada. Porque tanto el Monasterio de San Pedro de las Dueñas, en cuya finca se crían caballos de la yeguada Centurión, como la Torre de los Mercado, no son accesibles a los turistas, salvo que lo acuerden con los dueños.
Lo que sí pueden contemplar es la iglesia de San Juan Bautista, que es preciosa, y contiene el Cristo, del que somos muy devotos, un retablo muy bello y un órgano restaurado que a veces toca un hijo del pueblo. Y eso merece la pena verlo y, sobre todo, oirlo.
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