Lastras de Cuéllar, el ejemplo de un pueblo que se une en la lucha por el agua

Fue en el verano de 2014 cuando comenzó un calvario para los vecinos de Lastras de Cuéllar, que aún sigue hoy, aunque con una solución ya cercana. El agua de la localidad presentaba altos niveles de arsénico, por lo que se prohibió su uso en boca. Así, un gesto tan habitual como el de abrir el grifo para llenar un vaso de agua o llenar una cazuela y ponerla al fuego para realizar la comida, estaba prohibido para ellos.

Desde entonces, lunes tras lunes, los vecinos acudían a la plaza Mayor, donde guardaban fila para el reparto de un paquete con seis botellas de agua, que se realizaba en un local municipal. Más de 5.000 litros semanales recogían los vecinos, una cifra que se incrementaba en verano, cuando la población habitual de Lastras pasa de los poco más de 400 censados a cerca de 1.200 personas, triplicando su población.

En verano de 2015, cansados ya de la situación, en un Pleno extraordinario se aprobó, por unanimidad, solicitar a la Junta de Castilla y León, Diputación de Segovia y a la Confederación Hidrográfica del Duero la búsqueda de una solución al problema de abastecimiento de agua e instar a las administraciones para que ésta se diera con la mayor celeridad. El Ayuntamiento en solitario no podía hacerse cargo del coste que tendría el proyecto, pero entre los vecinos ya rondaba la posibilidad de realizar movilizaciones vecinales para que las actuaciones fueran más rápidas.

Pocos meses después, en octubre, la Consejería de Fomento y Medio Ambiente aprobaba el gasto para la construcción de una nueva planta potabilizadora de eliminación de arsénico mediante absorción con lecho de hidróxido férrico, una infraestructura que resolvería los problemas de arsénico en el agua de consumo humano del municipio.

La potabilizadora se instaló junto al depósito y finalizó su puesta en marcha en diciembre, por lo que los vecinos de Lastras de Cuéllar comenzaron el año 2016 con agua potable en sus grifos, tras casi un año y medio consumiendo agua embotellada.

Parecía que los problemas se habían solucionado, pero en septiembre de 2018 un bando de Alcaldía alertaba a los vecinos de una situación de sobra conocida por ellos. El agua de sus grifos volvía a quedar marcada como no apta para el consumo, y su uso quedaba limitado al higiénico-sanitario (aseo y limpieza). En esta ocasión era un exceso de nitratos lo que hacía que el agua no fuera potable. El reparto de agua regresaba los lunes y los vecinos volvían a hacer fila para recibir un paquete de seis botellas de litro y medio.

Volvieron las peticiones a las administraciones, que recordaban que cuando se registraron altos índices de arsénico, ya se advirtió que la mejor solución era tomar el agua del paraje de las Fuentes del Cega, punto desde donde se abastecen otras localidades del entorno. Pero se optó por la potabilizadora, que, según se comprobó después, fue una solución parcial, ya que eliminó los altos niveles de arsénico, pero no fue suficiente para evitar que otros como los nitratos aumentaran.

Tras un mes, los niveles de nitratos regresaron a la normalidad, pero tan sólo un mes después aumentaron por encima de lo permitido. La situación fue similar a lo largo de 2018 y al inicio de 2019, con niveles intermitentes, por lo que los vecinos ya empezaban a desconfiar y utilizaban agua embotellada incluso cuando se anunciaba que el del grifo era apto para consumo humano.

El resto de 2019 se pasó con altos índices de nitratos, y del mismo modo comenzó el año 2020, es decir, sin agua potable en los grifos. Mientras tanto se cursaban peticiones a las administraciones, pero éstas no daban sus frutos. Llegó la pandemia, y un confinamiento que en Lastras de Cuéllar se rompía los lunes por la mañana, cuando los vecinos salían de sus hogares a recoger el agua embotellada. Los altos niveles de nitratos continuaban en el agua de la red.

De la resignación, los vecinos decidieron pasar a la acción, y en verano comenzaron a movilizarse, concentrándose cada lunes en la plaza Mayor para pedir un bien básico: el acceso al agua potable. Cansados de una situación que se llevaba prolongando ya seis años, decidieron unirse en una plataforma, que bajo el nombre 'Lastras Potable Ya' organizaba las acciones vecinales, pero también se encargó de elevar las peticiones a las administraciones, teniendo en cuenta que el Ayuntamiento no podía hacer frente en solitario a la solución de llevar el agua hasta el municipio desde el paraje de Las Fuentes.

Tras un verano de movilizaciones, en agosto llegó una esperanza, pues la Junta licitó la redacción de un proyecto para analizar el sistema de conexión para estudiar el trasvase de agua y hacer posible la interconexión entre el manantial Las Fuentes y el municipio de Lastras de Cuéllar.

El estudio resultó favorable, y en octubre del año pasado ya se había iniciado la redacción del proyecto para llevar a cabo la obra, que incluye una toma de agua en el manantial y el sistema de impulsión necesario para su conducción hasta el depósito de Lastras. El importe estimado de las obras es de 500.000 euros, que serán financiados por Fomento, la Diputación Provincial y el Ayuntamiento de Lastras de Cuéllar.

Las obras de abastecimiento comenzaron el pasado mes de abril y tendrán una duración aproximada de ocho meses. En estos momentos los trabajos se están centrando en las conducciones y se espera que los vecinos de Lastras puedan comenzar el año 2022 con agua potable y de calidad en sus grifos. Significaría la victoria de todo un pueblo que no dudó en unirse para reivindicar la necesidad de todos los vecinos de contar con un bien de primera necesidad y tan básico como es el agua. Siete años después, su lucha ha empezado a dar sus frutos.

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