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Agentes de la Guardia Civil controla el acceso y salida de Cantalejo este sábado por la mañana. Óscar Costa

El juzgado ratifica el aislamiento de Cantalejo y Carrascal durante dos semanas

La orden de la Junta de Castilla y León, que entró en vigor en la medianoche del viernes, vacía tiendas y ahuyenta el ocio en Cantalejo

Sábado, 22 de agosto 2020

La titular del Juzgado de Primera Instancia e Instrucción número 3 de Segovia ha ratificado las órdenes de la Junta de Castilla y León que establecen el confinamiento de las localidades de Cantalejo y Carrascal del Río durante dos semanas. El auto judicial se ... ha emitido esta mañana, después de que la decisión sobre la medida adoptada este viernes por la Consejería de Sanidad para evitar la expansión descontrolada de los casos positivos de coronavirus en estos municipios, pertenecientes a la zona básica de salud de Cantalejo, quedara pospuesta porque la Fiscalía había pedido información complementaria sobre la situación en la que se encuentran ambos pueblos.

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Los datos facilitados por la Junta a requerimiento del Ministerio Público, consistían fundamentalmente en cuestiones de carácter técnico y que se refieren a la cantidad de positivos confirmados, la cifra de pruebas de detección molecular que se han realizado y otros aspectos vinculados al ámbito epidemiológico y sanitario.

En total, si se suman los censos oficiales de Cantalejo (3.523 habitantes) y de Carrascal del Río (147) y se añade la población flotante de desplazados con y sin cartilla sanitaria, son cerca de 10.000 personas las afectadas por las órdenes de la Junta.

La marcha de veraneantes

Ajenas a la espera de la decisión judicial, los vecinos empezaban a descontar las primeras horas del confinamiento. «Un sábado normal está lleno, pero hoy está muerto». Teresa y Mari Carmen paseaban tranquilas, a más de un metro de distancia una de la otra. Van hablando de sus cosas a través de las mascarillas. Han transcurrido las primeras doce horas desde la publicación oficial en el Bocyl. Todos, los muy pocos que al mediodía transitaban por las calles del corazón urbano de Cantalejo van con los tapabocas puestos, como manda la norma «Ahora sí», pensaban las vecinas en voz alta para acto seguido lamentarse de que «por unos pocos tengamos que pagar los demás». Una de ellas recuerda las aglomeraciones que hasta hace poco juntaban en terrazas de bares a decenas de personas en torno al buen yantar y beber que dan fama a estos lares segovianos. Llegaba un momento en el que las distancias se difuminaban y las mascarillas se quitaban, relata en tono crítico.

Terraza de un bar vacía y apenas se ven peatones en una calle de Cantalejo a la hora del aperitivo. Óscar Costa

Ambas aseguran que el confinamiento no les va a cambiar la vida. Salen a comprar por la mañana con las medidas de protección conocidas desde que estallara la crisis sanitaria, y por las tardes no suelen perdonar un paseo guardando la distancia recomendada entre personas. «No hay que tener miedo si se cumplen las medidas de seguridad», inciden.

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Tiembla el comercio local

Pero las restricciones que implica la orden sí que han trastocado la vida cotidiana de Cantalejo. Para empezar, muchos veraneantes se han ido. La aplicación del aislamiento ha hecho mella en la actividad comercial y en la hostelería. Tiendas de alimentación con apenas clientes y bares con 'parroquianos' locales y las mesas y sillas vacías. Y es que la ciudad briquera atrae cada día también a cientos de vecinos de la comarca que acuden a ella a hacer sus compras. El comercio local teme la repercusión del aislamiento.

Sergio y su hijo recogen los bártulos de un camping tras conocer el confinamiento de Cantalejo. Óscar Costa

El confinamiento también limita la movilidad. Los cinco accesos a Cantalejo están desde ayer controlados por la Guardia Civil. Las patrullas situadas en las entradas y salidas dan el alto a cada vehículo, preguntan de dónde vienen, dónde viven y a dónde van. Piden la documentación que justifique el desplazamiento y requieren el DNI, que en el revés del documento revela el lugar de residencia.

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Durante catorce días, los cantalejanos solo pueden salir del término municipal por razones de trabajo y con la autorización pertinente que lo acredite; por motivos de asistencia sanitaria, de atención a menores, mayores o personas discapacitadas o dependientes, o por causas de fuerza mayor. La Guardia Civil también avisa a los 'forasteros' con intención de hacer estancia en el municipio. «Si se queda es posible que se tenga quedar dos semanas», advierte un agente a un conductor que viaja con familia, que una vez informado da media vuelta. Y como él, varios que ignoraban las nuevas condiciones impuestas por la orden.

La mayoría huía de Madrid para pasar el sábado y el domingo en este paraje cercano a las Hoces del Duratón, uno de los principales reclamos turísticos naturales que brinda la provincia. En Cantalejo y en otros municipios de los alrededores abundan los negocios que viven de estos visitantes, desde alojamientos rurales hasta empresas dedicadas a actividades de ocio, sendas, rutas o paseos en canoa por el Duratón, por ejemplo. El confinamiento les ha chafado el plan a los turistas, y a las tiendas, bares, restaurantes y establecimientos turísticos les ha descuadrado las cuentas de un verano que ya venía torcido por el coronavirus. Ahora, la marcha de los que ya estaban y las reservas anuladas de los que tenían previsto llegar hace que los negocios asuman unas nuevas pérdidas.

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Cancelaciones

Gonzalo Gorría es copropietario de Naturaltur, una empresa que gestiona un camping con bungalows y zona de acampada en Cantalejo, paralelo a la CL-603, y que también ofrece paquetes de rutas y ocio de aventura para grupos por el Parque Natural de las Hoces del Duratón. «Hemos estando avisando a los clientes que están y a los que habían hecho reservas sobre la situación de los catorce días de confinamiento», apuntaba. De los que tenían que llegar, «el 99% está cancelando», se lamenta.

En su caso, el negocio cuenta con un centro en San Miguel de Bernuy donde quedan con los grupos que se apuntan a los recorridos por la parte septentrional de las hoces. «Ahí no estamos dentro de Cantalejo», precisa el empresario, por lo que asegura que esta actividad va a seguir vigente.

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Harina de otro costal son las estancias. «La mayoría se está yendo porque si tienen previsto visitar las Hoces luego no van a poder volver a Cantalejo, así que estamos tramitando las devoluciones». Sergio es uno de los que al mediodía de ayer recogía los bártulos. Junto a su mujer y su hijo habían planeado un fin de semana en plena naturaleza; pero el confinamiento les ha cogido por sorpresa. «Ya ayer [por el viernes] cuando fuimos a comprar nos dijeron que no sabían si iban a cerrar el pueblo, y pensé que sería por unas fiestas», comenta resignado. «Ya vendremos en otra ocasión, ahora queremos aprovechar que hemos venido y vamos Sepúlveda», apostilla este turista madrileño.

En la CL-603 se nota que hay más tráfico de lo normal por ser fin de semana, pero la mayoría son trayectos de paso hacia Madrid o Valladolid que atraviesan la localidad sin hacer escala.

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