'Vidas dañadas en tiempos inciertos' es el lema que preside la celebración del las XXIX Jornadas de la Asociación Española de Neuropsiquiatría y de ... la Asociación Castellana y Leonesa de Salud Mental. Cerca de cuatrocientas personas asisten de este jueves a las comunicaciones, talleres, conferencias y demás actividades incluidas en un completo programa que «trata de ampliar las miradas» en torno a los trastornos mentales, como resume José María Redero, psiquiatra y psicoanalista del Centro Antonio Machado de Segovia y miembro del comité organizador.
Esa extensión a la que alude explica las intervenciones de trabajadores sociales, sociólogos, antropólogos e incluso pacientes, que se suman a psiquiatras y psicólogos en una «mezcla de perspectivas muy diversas sobre el padecimiento mental». En la recta final de las sesiones, el especialista segoviano habla más de «preguntas que se abren» que de conclusiones, aunque en el trasfondo subyacen las necesidades que arrastra la atención a la salud mental.
«Los recursos no aumentan, mientras la complejidad de las demandas de ayuda sigue adelante», reflexiona en voz alta el profesional, quien en esa ampliación de la mirada subraya la importancia de «escuchar más las biografías y relatos de los pacientes».
Esta praxis requiere tiempo y recursos que, a día de hoy, «son insuficientes, por lo que todo lo que sea avanzar en paliar el déficit estructural va a ser una reivindicación permanente, máxime en un tiempo en el que la precariedad que se ve en el sistema público es más cruda». José María Redero conjuga esta demanda con otra premisa: «Hay que repensar las intervenciones», afirma. Aboga por orientar la salud mental a través de «otro tipo de sensibilidades», ya que, «aunque el tiempo no sea la única razón, si las consultas están masificadas, se hace poco viable la atención».
«Los recursos no aumentan, mientras la complejidad de las demandas sigue adelante»
José María Redero
Psiquiatra y psicoanalista del Centro de Salud Mental Antonio Machado
Uno de los frentes abiertos que abordan los profesionales es el aumento de la demanda de ayuda en edades cada vez más tempranas. La asistencia en la etapa infanto-juvenil se ha convertido en una de las prioridades de la salud mental a raíz del «debate social abierto por los casos de suicidio de niños y adolescentes y que cruje en el sistema», expone el psiquiatra y psicoanalista segoviano, quien opina que ahora «hay una mayor sensibilidad» hacia los síntomas que plantean los más jóvenes.
Por un lado, ese debate concluye en «cómo la desigualdad social o la pobreza influyen de manera clara» en la población juvenil e infantil. Aunque hay una franja de jóvenes que salen adelante porque tienen su horizonte más despejado gracias a su estatus económico y social, también es cierto que otros «ven que su futuro es demasiado incierto, y esa falta de futuro les lleva a buscar falsas salidas».
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