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La arqueología busca recuperar los restos, pero incide en explicar su contexto. Sin historia, una piedra de 200.000 años es un pisapapeles. Y la variedad segoviana es grande. Desde proyectos en los que se está investigando el Paleolítico Medio, no solo en el valle ... del Eresma, sino en Tejadilla –con el equipo del paleoantropólogo Juan Luis Arsuaga–, donde se atisba una ocupación con restos de arte rupestre. En el entorno de la ciudad empieza a definirse esa bisagra entre el final del Neolítico y la Edad de Bronce antigua. Es la apuesta por un concepto más amplio. «Se está incidiendo en el estudio socioeconómico y paisajístico de un territorio amplio. Un yacimiento hay que estudiarlo hacia afuera para entender su historia», señala el arqueólogo territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio.
La Comisión de Patrimonio Cultural de la Junta autorizó el año pasado 252 proyectos, menos que el año anterior (267) o en 2015 (312), pero más que en el corazón de la crisis, pues en 2013 se emprendieron 222. Municio asegura que la arqueología segoviana goza de buena salud. Y no solamente en verano, el momento más caliente del año por los proyectos estrella de equipos de investigación que durante el año están en universidades o museos. Insiste en que esto «no es más que un cachito» y que durante todo el año se otorgan permisos, algunos de ellos con más calado. Habla de las actuaciones preventivas en obras que impliquen movimiento de terreno en una zona sensible arqueológicamente. La vigilancia puede ir desde el mero control de un arqueólogo hasta la excavación de toda la zona. «Ningún yacimiento es igual a otro», explica.
Estos procedimientos son pequeñas campañas de investigación que han dado grandes resultados. Una de ellas permitió el año pasado definir con precisión las características del asentamiento islámico de Cuéllar antes de la ocupación cristiana y la construcción de las murallas. Otra ayudó a documentar la muralla vaccea de Coca, una fortificación de primer nivel y el único resto arqueológico de la provincia con constancia escrita en distintas fuentes antiguas.
La jefa del Servicio Territorial de Cultura de Segovia, Ruth Llorente, resalta el valor económico del patrimonio. Muchas de las campañas en marcha este verano –Nava de la Asunción, Bernardos, Duratón, Otero u Ortigosa del Monte– están financiadas por ayuntamientos, que han logrado implicar a la población local. Aunque detrás haya una intención turística y económica, el reto es que el vecino haga suya la arqueología. «Se trata de explicar que el patrimonio es responsabilidad de todos. Hay que avanzar hacia ese modelo, porque la Junta no puede actuar en un inmueble, irse y que no se gestiona o mantenga».
Municio incide en el potencial de futuro de un proyecto como Duratón, una ciudad romana que va por su quinta campaña. «Si sigue a este ritmo, llegará un momento en que haga falta tal necesidad de medios para conservar las cosas y enseñarlas que generará puestos de trabajo. Es de cajón. Una cosa es que vengan 20 arqueólogos tres meses de verano y gasten mucho en el bar; otra, que durante todo el año haya un grupo fijo». La Junta destinó en 2017 un total de 154.408 euros a arqueología y difusión en Segovia, una cifra que triplica la cuantía de 2013 (43.766 euros).
Este auge en la participación ciudadana supone un cambio de paradigma con un pasado ante el que Municio se muestra autocrítico. «Eso ha sido culpa nuestra, no hemos sabido transmitir lo que estábamos haciendo. Durante muchos años, y yo soy de la vieja escuela, la arqueología ha consistido en excavar arqueólogos para arqueólogos. Nos explicábamos las cosas en un lenguaje muy raro». La labor didáctica hacia el vecino, con jornadas de puertas abiertas, visitas escolares o exposiciones, logra el llamado retorno social. Para ello, nada como tocar la fibra. Así lo expone: «Esto que hay aquí es vuestra historia. Tenéis que entenderlo, quererlo y protegerlo». Muchos proyectos cuentan con voluntarios de todas las edades «que se ponen los guantes, cogen una herramienta o llevan carretillas».
Ambos dibujan un sector que ha vivido con «presupuestos estupendos» antes de la crisis. «Hubo un cerrojazo muy doloroso, pero vuelve a verse la luz al final del túnel», subraya Municio. Por su parte, Llorente incide en que la menor dotación del ente regional no responde tanto a la escasez como a la apuesta por la corresponsabilidad, con la aportación de la Diputación de Segovia, entidades locales o mecenazgo privado. Así se costean técnicas cada vez más vanguardistas. Hasta hace poco, lo más nuevo era el escáner láser tridimensional y la fotografía de alta resolución, que se ha usado con éxito en Segovia para reproducir arte rupestre.
Las nuevas tendencias son georradares o drones. «Ya no hemos hecho calcos, ni descrito figuras. Disponemos de un algoritmo matemático que nos quita cualquier posibilidad de error; ve más colores que nosotros y perfila mejor las figuras No veas la de horas que nos hemos quitado», resalta el arqueólogo. Además de su eficacia, son técnicas menos invasivas porque mapean una zona sin tocarla y supone un nicho de mercado muy rentable. «Han aparecido muchas empresas que hacen las cosas bien y eso redunda en una bajada de los precios magnífica. Es más barato contratar un trabajo electrónico que mandar una muestra para un análisis de Carbono 14». En la cueva del Portalón se logró reconstruir el nicho ecológico del Pleistoceno y saber que el valle de Tejadilla era una estepa siberiana con bisontes.
El sector considera necesaria mayor responsabilidad por parte de la ciudadanía. Muchos yacimientos han servido de canteras para pueblos aledaños y han sido dañados sin intencionalidad. Pero hay otras acciones dolosas como los robos y expolios. Son habituales los expedientes sancionadores –con multas de 3.000 a 6.000 euros– con gente que pasa detectores metales por yacimientos en busca de preciados restos que vender. La cifra de expedientes va en descenso desde los 14 abiertos en 2014 a los tres en lo que va de año. «La mejor de las protecciones es la propia gente, que valore lo que tiene. La colaboración ciudadana es esencial», resalta Llorente. El papel de la Guardia Civil y los agentes medioambientales es importante.
Los doce principales proyectos arqueológicos de la provincia este verano son un ejercicio de perseverancia. Salvo un estudio en el cerro del Tormejón –un castro celtibérico– de Armuña sobre una ocupación entre finales de la época romana e inicios de la medieval, todos son campañas donde se busca profundizar. Al ser proyectos de investigación, están avalados por una universidad. La ciudad romana de Confloenta, en el Duratón, y el granito de Ortigosa del Monte para la construcción del Acueducto son proyectos estelares. En la capital, la campaña de la cueva del Portalón aún no ha empezado y en el Abrigo del Molino, en el valle del Eresma, se está limpiando la capa de porquería superficial. Es la lucha entre Juan Luis Arsuaga y David Álvarez en busca del neandertal. «Cada grupo quiere ser el primero, andan a la greña», sonríe el arqueólogo territorial de la Junta de Castilla y León, Luciano Municio.
El Duratón es todo un escaparate para la arqueología segoviana. Hay en marcha dos proyectos autorizados por la Junta; una excavación arqueológica en las termas meridionales de Confloenta y otra prospección para estudiar las características de la zona de influencia socioeconómica de lo que fue un importante municipio romano. También hay en marcha otro proyecto de señalización.
Los resultados de las canteras del Berrocal de Ortigosa del Monte, aún pendientes de confirmar pero muy prometedores, corroboran la hipótesis popularizada: una buena parte del material para levantar el Acueducto procede de allí. También hay en marcha un recorrido por las zonas de explotación de la cantera de cara al visitante, así como un proyecto paisajístico y natural con apoyo de los grupos de acción local. Allí está trabajando un grupo del Instituto Geológico y Minero de España.
La Villa de Santa Lucía, en Aguilafuente, comenzó a excavarse hacia medio siglo y tiene mucho potencial por su aula arqueológica de interpretación. «Es la que mejor funciona de la provincia, está muy bien conservada». La campaña cierra esta semana tras cerrar parte de la zona noble y hallazgos en la zona visigoda. Más de la mitad de la zona está restaurada y habilitada para la visita. Por su parte, Bernardos cuenta con uno de los proyectos de mayor recorrido. Municio recuerda cómo terminó con su Land Rover rodeado de dólmenes, en el túmulo megalítico de Santa Inés. Se trata de una de las tres zonas dolménicas de la provincia junto a la Serrezuela y la cuesta de Torrecaballeros. Cada uno sobre tres bases geológicas distintas: cuarcitas, caliza y granito. «Sería muy interesante hacer un estudio completo».
La Tierra de las Pizarras de Coca es uno de los clásicos, con más de una decena de excavaciones, aún con expectativas. Se trata de una zona residencial palaciega de época teodosiana, aunque no se sabe si el emperador vivió allí. La piedra de sus suelos solo podía conseguirse en una cantera griega al lado de Esparta. Otra piedra abundante en el municipio, el pórfido rojo antiguo, procede de una sola cantera de Egipto a la que solo podía acceder el emperador; la explotación solo salía de la casa imperial y el uso ilegítimo se castigaba con la muerte. Síntomas claro de su alta consideración.
Muchas de estas excavaciones llevan vinculado un proyecto cultural y de divulgación, incluso durante el desarrollo de la campaña. Navas de Oro está estudiando la ocupación desde los inicios de la edad de los metales a la edad de hierro. «Es rarísimo dar con esa secuencia completa en toda la cuenca del Duero. Sabemos las épocas, pero me gustaría verlas en fila para poder interpretar toda la secuencia». Será necesario un magnetómetro para determinar, por ejemplo, las profundidades. Por su parte, Nava de la Asunción está excavando la villa romana de Matabuey, una de las 300 que hay en la provincia.
Cada excavación es hija de su circunstancia. El magnetómetro fue estéril en el cerro de los Almadenes de Otero de Herreros, que requirió de un georradar. Se trata del mayor complejo minero-metalúrgico de época romana que se ha localizado en el centro de la península. Es su décima campaña y cuenta con el apoyo de empresas privadas. El reto es determinar una nave industrial desde el siglo I al V que continúa con presencia árabe en la Edad Media. «Es una explotación minera de lujo. Una mina no era una industria particular, sino un interés estatal directo controlado por funcionarios de Roma. No se fiaban de la gente de provincias». Todas tenían un destacamento militar, otro de los objetivos que buscan los arqueólogos.
Pilar San Clemente es codirectora del yacimiento arqueológico del Cerro de los Almadenes, en Otero de Herreros.
–¿Cómo surgió su interés por la arqueología?
–Surgió en la Universidad, yo empecé lo que era entonces la carrera de Geografía e Historia en la Universidad Autónoma y ya cuando estaba en tercero me metí en un laboratorio que había de arqueología con el profesor Ángel Fuentes, y ahí ya me fui interesando por el tema. Decidí especializarme en Prehistoria y Arqueología. Por entonces no existía la carrera de Arqueología.
–¿Qué conocimientos debe tener un buen arqueólogo?
–Primero debería tener los conocimientos teóricos del periodo de investigación en el que va a trabajar. Tiene que adquirir los conocimientos de historia antigua y prehistoria, de la historia de los arqueólogos, métodos de excavación. De hecho, yo pertenezco a la Sociedad Española de la Historia de la Arqueología. Es muy importante conocer la historia de la arqueología en España, que es muy curiosa. Pero hoy en día también hay que tener conocimientos técnicos muy importantes, estar al día de las nuevas tecnologías y saber usarlas, por ejemplo el georradar, que te ayuda a localizar la zona más importante para excavar acorde a la investigación que se esté llevando a cabo. Un arqueólogo se va haciendo con los años.
–¿Cree que está valorada la profesión de arqueólogo?
–En algunos casos siento que no, por ejemplo las zonas de excavaciones generan problemas en los pueblos y ciudades porque siempre hay que llevar a cabo un estudio en aquellas áreas denominadas protegidas, lo que provoca que a veces no se puede edificar encima. Hay que tener en cuenta que el patrimonio que encontramos en los yacimientos es de todos, es la herencia de nuestros hijos y de nuestros nietos. Eso no se nos puede olvidar.
–¿Cuáles son los tesoros arqueológicos encontrados en España?
–El Cerro de los Almadenes, en Otero, donde estamos trabajando ahora, me parece impresionante. Tenemos otras zonas de minas, como las Médulas, pero en las que todavía no se puede poner la 'oficina metallorum' en valor porque aún se están investigando. Pero en los Almadenes ya se ha encontrado. Como somos una zona intermedia entre África y Europa por aquí han pasado un montón de culturas que han quedado registradas y es impresionante, tenemos un patrimonio muy rico, como en Grecia e Italia. Tenemos todas las culturas aquí; desde la Edad de los Metales y anteriores han dejado aquí su impronta.
–¿Se deberían mejorar los medios de seguridad para proteger los yacimientos?
–Sí, pero creo que es más importante concienciar a las personas porque muchas veces la gente se lo toma como un 'hobbie' y no saben pero están cometiendo un delito. Están destruyendo el patrimonio. Yo entiendo que haya una persona que se quiera comprar un detector de metales para ir al campo a ver qué encuentra y se ponga a hacer agujeros, pero eso no debería ser así. Hay que hacer una concienciación ya desde la escuela, yo he dado alguna charla para informar sobre cómo actuar. Por ejemplo, si encuentras algo en el terreno de tu casa tienes que hablar con las autoridades competentes y ellos ya se encargarán de estudiarlo, recogerlo y llevarlo al museo.
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