Juan Ramón de Andrés, rodeado de escolares en Venezuela. El Norte
Misioneros segovianos

Juan Ramón de Andrés: «Con lo que te gastas en España en un café, aquí educas y alimentas a un niño un día»

El religioso ayuda a niños y familias con escasos recursos de Caracas, sobre todo a través de dos colegios, y por la tarde «me dedico a ser limosnero»

Laura Lopez

Segovia

Domingo, 7 de noviembre 2021, 20:23

Juan Ramón de Andrés lleva casi siete años en Caracas (Venezuela) aunque su vocación misionera comenzó mucho antes. Entró junto con su hermano en el seminario menor en 1980, cuando solo tenía once años, y desde entonces su misión fue la de prepararse primero ... y luego, ser superior de su congregación, la Legión de Cristo. Fue maestro de noviciado, rector y luego director territorial de una zona que abarcada doce países europeos.

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Actualmente trabaja en Venezuela ayudando a niños y familias de escasos recursos, sobre todo a través de dos colegios en los que estudian casi 1.300 jóvenes. «Intentamos por la mañana llevarles a Dios con los sacramentos de la santa misa, las confesiones, con chalas de formación… y por la tarde me dedico a ser limosnero, a pedir dinero suficiente para poder sustentarles», resume el religioso durante una entrevista desde el país latinoamericano.

Aunque la situación en Venezuela es «muy difícil», siempre hay algunas instituciones o personas dispuestas a ayudarles y ellos logran «hacer mucho con muy poco», comenta. «Con tan solo 300 dólares al año, que es menos de un dólar al día, podemos educar a un niño y darle un desayuno y un almuerzo al día. Con lo que te gastas en España en un café, aquí podemos educar y alimentar a un niño un día», atestigua este misionero. Para él, el impacto que tienen las misiones es «imposible de medir», sobre todo por la labor de dar una educación a los niños que están en situación de vulnerabilidad. «Cuando uno educa a los demás, uno sabe y puede palpar dónde comienza esa acción, pero no sabe dónde termina», explica De Andrés, quien cita el Libro de Daniel: «El influjo durará para toda la eternidad».

Evangelización

«Me ha tocado confesar a indios pemones y han sido las más hermosas de mi vida, a pesar de no entender nada»

Juan Ramón de Andrés

Misionero en Velezuela

A modo de ejemplo, el sacerdote relata el caso de un niño que fue abandonado nada más nacer en la zona de Los Mariches y fue rescatado y adoptado por unas profesoras de la escuela de la misión. «En el colegio le dimos la educación, fue creciendo y, gracias a Dios y al colegio Mano Amiga y su esfuerzo, ahora es el gerente general de una de las compañías más importantes de Valencia», narra este misionero, que tiene claro que «la educación es la solución».

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Sobre la evangelización, después de haber misionado en 25 países diferentes, tiene la convicción de que todas las personas buscan a Dios, sean de la clase social que sean. «Me ha tocado confesar a señores a los pies de una cancha de tenis, como también confesar a indios pemones a los pies del Salto del Ángel, la cascada más alta del mundo», ejemplifica.

«Aquellas confesiones a los indios en el idioma pemón, que no entendí nada, fue unas de las confesiones más hermosas de toda mi vida y puedo decir que los 19 años que me llevaron de preparación, desde 1980 hasta 1999, año que fue ordenado sacerdote en Curitiba (Brasil), todos esos años bien valieron la pena solo con tal de escuchar esas confesiones», asegura. «Pude ver el rostro arrepentimiento, de dolor, de petición de misericordia a Dios nuestro señor y se la pude impartir como instrumento, como representante de Cristo en ese momento», relata De Andrés.

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