«Muchos jóvenes todavía siguen asociando el consumo de tabaco con la rebeldía o el éxito»

«Hace falta labores de educación que abarquen todo el curso escolar, no una charlita un día y ya», propone la presidenta de la asociación. A su juicio, de la misma forma en que se instruye a los jóvenes con nociones sobre seguridad vial o alimentación, se debería incluir en el programa educativo información sobre los efectos nocivos del tabaco, durante toda la etapa escolar: «Los jóvenes todavía asocian el tabaco con la rebeldía o el éxito, y para aquellos con dificultad de entrar en los círculos sociales, puede ser una herramienta para intentar incluirse», analiza la presidenta de la asociación.

Sanjosé apunta que esta asociación de «lo guay» con el tabaco ocurre de la misma forma con otras sustancias como las bebidas alcohólicas o las drogas y en edades de vulnerabilidad como la preadolescencia y la adolescencia, esta representación del imaginario colectivo puede ser muy perjudicial: «Hay que fomentar que no se tiene más éxito social ni se liga más por fumar», reivindica.

Dentro de esa labor de educación, cabría instruir a los jóvenes también sobre el uso del cigarrillo electrónico o los vapeadores, productos que están muy de moda y que la nueva ley antitabaco debería regular de manera más restrictiva, según Sanjosé. En su opinión, existe un «vacío legal» al respecto y una concepción errónea de que este tipo de productos son «menos malos» que los tradicionales: «Estos tabacos, aparte de nicotina, llevan sustancias incluso peores o que, directamente, no se sabe lo que son», lamenta. Además, ante la flexibilidad de la normativa, salen al mercado cada vez más variedades de sabores, a precios muy económicos, que incitan a los jóvenes a engancharse.

Según la experiencia de la Asociación Española Contra el Cáncer en Segovia que narra su presidenta, además de las personas que son diagnosticadas de cáncer, que dejan rápidamente de fumar, los que piden ayuda para hacerlo son aquellos que ya han experimentado problemas de salud derivados de la adicción, como la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC): «La gente deja de fumar cuando ya se encuentra con la enfermedad, pocos lo hacen por las personas de su alrededor, por su familia». Este extremo revela, a su modo de ver, la falta de conciencia sobre el daño que hace el tabaco a la salud de los demás, no sólo del que lo consume en primera persona.

A los talleres de deshabituación tabáquica de la asociación segoviana acuden cada año entre ocho y diez grupos de unas quince personas cada uno, es decir, unas 135 personas. Según el último informe mensual del Comisionado del Mercado de Tabacos del Ministerio de Hacienda, hasta noviembre del 2020, había disminuido el consumo de tabaco un 8,9 % respecto al mismo periodo de 2019. En el caso de Castilla y León, la bajada es del 6 % y en el de la provincia de Segovia, de un 5,53 %.

Sin embargo, por lo vivido durante estos meses en la asociación, Sanjosé cree que lo que ha ocasionado ese descenso son unos motivos muy sólidos: «La gente ha estado fumando menos porque no se puede salir de casa, porque no comen fuera o no salen por la noche, no por el convencimiento de que es malo», explica Sanjosé.

Además, aunque el consumo nacional haya bajado, esto no quiere decir que muchas otras personas no hayan aumentado su consumo, sobre todo durante el confinamiento, según Sanjosé, quien pone de ejemplo a personas que viven solas y padecen de ansiedad.