Ivi, un cuerpo frágil para una cabeza fuerte
El segoviano repasa su pasión por el fútbol y su temporada en el Palencia Cristo, otro ejemplo de cómo las molestias que han marcado su carrera le han enseñado a conocerse
Dice mucho del periplo de Iván García Gómez, alias Ivi, que Fran Adeva, alguien a quien conoció en la Gimnástica Segoviana para luego coincidir con él en el Real Ávila y en el Palencia Cristo –fue el intermediario para su fichaje el verano pasado y uno de sus compañeros de piso–, haya pasado tanto tiempo a su lado como canteranos azulgranas, llámese Manu o Juan de la Mata. Porque desde que dejara el club en 2021 ha encontrado soluciones para seguir haciendo lo que más le gusta en la vida: jugar al fútbol. Soportando no solo viajes, sino obstáculos físicos, resumidos en la frase de un amigo: «Siempre que estás en el mejor momento, te lesionas». Algo que no ha podido con él, en parte porque se ha llevado a su terreno la experiencia de un cuerpo frágil para saber identificar cualquier cosilla a tiempo. Así consigue exprimir cada minuto, juegue donde juegue.
«Es mi pasión y gracias a Dios he podido compatibilizarlo con los estudios», resume a las puertas de las oposiciones para profesor de Educación Física. Alguien que ve más los pros que las contras cuando le presentan un proyecto. «De naturaleza, soy muy optimista. Si te plantean un proyecto que te convence, ¿por qué no? Ya habrá tiempo preguntarme si hice bien, pero no quiero quedarme con la espinita». Su primera salida fue a Ávila, donde vivió su mejor año a nivel físico, prácticamente sin parones. «Y no hacía nada distinto de lo que hago hoy en día». Se marchó en 2023 a Ciudad Real para jugar en el Villarrubia. El límite era no irse demasiado lejos, pues se define como «muy familiar». La clave de su modo de vida es la facilidad de su novia para acompañarle y que un opositor puede estar en cualquier sitio. En Palencia entrenaba por la mañana –algo más de dos horas– para dedicar el resto del día a cuidarse e hincar codos.
Un par de llamadas de Adeva le llevaron allí para intentar volver a Segunda RFEF. «Era un proyecto atractivo, de lo más cerca que podía estar de casa. Conocía a varios de la plantilla y nada, para allá, con todas las de la ley». Otra temporada en el grupo VIII de Tercera División a sumar a las cinco que pasó con la Segoviana y a las dos en Ávila. A la postre, objetivo incumplido, pues la liga –y el ascenso directo– fue para el Astorga con 75 puntos y ellos, aunque llegaron con opciones de entrar en el 'play -off' de ascenso hasta la última jornada, terminaron octavos con 54. «Está más igualado que nunca. Antes había tres o cuatro toros que se peleaban entre ellos, pero este año nadie se ha desenganchado. Nosotros fuimos a casa del Laguna [colista] y ganamos en el último minuto». Y lo explica porque la evolución de la élite está llegando también a la quinta categoría nacional. «Si se estudia todo en Primera y Segunda RFEF, aquí ya todos los equipos pueden analizar vídeos o sacar patrones de juego».
Así ha conocido como local otro templo del fútbol castellano como La Balastera. «A mí esos campos me vuelven loco». Eso sí, lo justo, porque tocaba compartirlo con el Palencia, –en la misma categoría– y cada uno entrena una vez cada dos semanas. «Va en contra de los intereses de los dos. No eres visitante, pero tampoco estás súper acostumbrado». Es muy difícil llenar un recinto con capacidad para 8.100 espectadores, máxime en una provincia con tres equipos, sumando al Becerril, que compiten entre sí. «Con lo grande que es La Balastera… es como en La Albuera cuando venían 500 personas a vernos». Aunque los dos clubes de la capital contemplaron una fusión, la división está tan asentada que se descartó. Ivi deja la ciudad sin tener claro qué caracteriza a unos y otros, más allá del orgullo del Cristo como un equipo de barrio que llegó a usurpar el puesto del equipo grande, el que llegó a Segunda y desapareció para ser refundado. «Por plantilla, los dos éramos candidatos a estar arriba. No creo que sea necesario que se unan para que uno pueda subir a Segunda RFEF o incluso tirar más arriba. Sería bueno para las aficiones, pero cada uno tiene sus intereses».
Ivi explica el octavo puesto del Cristo por una temporada «rara», con buenos momentos en los que se escaparon puntos y otros malos en los que no supieron limitar daños. Ya descolgados de la pelea, hubo cambio de entrenador y terminaron por asomarse a los cinco de arriba. «Las dinámicas cambian, muchas veces no es porque un entrenador sea mejor o peor. Empezamos a remontar, pero en momentos clave la pelota no entraba y eso, mentalmente, te agotaba».
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Su temporada personal fue paralela a la del equipo, desde una «contracturilla» en el cuádriceps en el primer partido. Paró enseguida y volvió a los dos partidos. A la siguiente, «zasca», un centímetro y medio de rotura de isquio y casi dos meses al palco. Volvió bien, pero al segundo partido con el nuevo técnico descubrió una lesión nueva: rotura de sóleo. «Ahí tuve unos días que se me venía el mundo encima. Joder, es que no salgo de una y me meto en otra. Es lo que me ha tocado vivir, pero he aprendido a convivir con ello. Son experiencias que me hacen parte de lo que soy ahora». Pero regresó al mes y medio, se convirtió en protagonista y termina el año con 27 partidos, aunque no llegue a los 1.000 minutos. «Al final se me ha hecho un poco corta la temporada».
Aquel media punta que jugó como adolescente una final del 'play-off' de ascenso con la Sego en Algeciras en 2015 mantiene ese buen toque, su último pase. «Con la edad, vas aprendiendo lo que requiere el equipo. Y en Palencia he sido más asistente que goleador». Termina el curso con cuatro tantos, a la espera de la próxima aventura. «Móvil abierto y a seguir buscando cosas. A mí lo que me gusta es el fútbol».
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