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La Universidad de Valladolid (UVA) ha pasado consulta al medio rural. Le ha tomado las constantes para ver si su estado de despoblación es tan agónico como lo pinta el auge de la 'España vaciada'. Y después de chequear sobre el terreno y de ... tomar el pulso a los pueblos y sus gentes en Castilla y León, la institución académica concluye que el mal existe; pero que, dentro del pronóstico de gravedad, hay síntomas que invitan a la cura. Eso sí, necesita tratamientos en forma de inyecciones económicas e incentivos fiscales por parte de las administraciones, como reclaman los propios alcaldes, vecinos y organizaciones vinculadas al desarrollo de estas zonas periféricas.
El diagnóstico, en forma de estudio, confirma que efectivamente «hay un descenso de la población en el medio rural causada por el envejecimiento y la baja tasa de fecundidad; pero en cuanto al saldo migratorio, viene más gente de la que se va». Así lo ve el profesor de la UNED, Luis Camarero, quien ha colaborado en esta radiografía iniciada hace cuatro años.
Las madres españolas que viven en el medio rural tienen de media un hijo; mientras que las extranjeras elevan ese promedio a 1,6 retoños. En otras palabras, «la inmigración rejuvenece los pueblos». Además, los foráneos que se han quedado a vivir en estos enclaves «han incorporado un perfil mucho más familiar».
En Segovia, esos síntomas que incitan al optimismo de la supervivencia son quizás más fuertes que en otros territorios. Es la provincia donde la inmigración posee una mayor representatividad. La comunidad extranjera representa en torno al 15% de los padrones rurales, mientras que en la región ese peso es del 6,6%.
La radiografía de la investigación académica va un poco más allá y revela que ese porcentaje sube hasta superar el 12% en el segmento de edad que va de los 20 a los 40 años en el cómputo regional. Además, el 23,5% de las nuevas generaciones rurales tienen como madre a una mujer de origen foráneo.
Por lo tanto, la llegada a los pueblos de ciudadanos procedentes de otros países es bienvenida. Esos asentamientos se reciben como el principal antídoto contra el mal de la despoblación. Lo saben bien en la comarca de Tierra de Pinares, uno de los enclaves con mayor concentración de inmigrantes en la región. El otro foco se sitúa en el nordeste, en zonas donde hay más presencia de industria agrícola e incluso de regadíos.
Otro estudio, este elaborado por Comisiones Obreras (CC OO), confirma estos asentamientos. Así, en el entorno hortofrutícola del Carracillo, en pueblos como Gomezserracín, Sanchonuño o Chañe la comunidad extranjera representa el 23%, el 20% y el 38% de la población, respectivamente. Este informe también pone de relieve la trascendencia de los inmigrantes en los padrones de localidades como Riaza, Ayllón y Boceguillas, donde los vecinos de otros países suponen el 30%, el 16% y el 34% de sus residentes.
La lógica de la distribución territorial de los extranjeros que repueblan el mundo rural «está condicionada por factores fundamentales como el trabajo», afirma la profesora de la UVA, Milagros Alario. Es decir, se quedan donde se hay una oportunidad laboral; pero también existen otros aspectos que priorizan los inmigrantes cuando fijan su residencia.
El proyecto de investigación Inmi-Rural, presentado este lunes, recoge que los nuevos pobladores también aspiran a tener facilidades en el acceso a la vivienda, que haya a su vez redes sociales de apoyo o que sus nuevos vecinos exhiban una actitud favorable a la acogida. Esa predisposición ha de ser mutua para afianzar «el atractivo de la diversidad cultural, que es un potencial» a la hora de que los ciudadanos extranjeros elijan un sitio u otro.
La responsable de dirigir el proyecto de la UVA, Rosario Sampedro, concluye que «los extranjeros tienen un papel fundamental en la repoblación del medio rural, sin embargo no se les da el protagonismo suficiente». Para la coordinadora de la investigación y de las jornadas en las que se está presentando, hay dos supuestos que justifican los asentamientos de foráneos en los pueblos. Por un lado, «se dan en sitios con un fuerte declive demográfico y las personas que llegan de fuera lo hacen para ocupar trabajos que no quieren los autóctonos, por lo que son bienvenidos ya que cubren un hueco económico».
Por otra parte, también pueden establecerse en «zonas muy dinámicas, con fuerte implantación de la agricultura intensiva en las que la llegada de población inmigrante se concibe como nueva mano de obra».
Martín Ruano es el alcalde de Gomezserracín, municipio segoviano con «quince nacionalidades». De los 666 habitantes, 158 son extranjeros. «Todos son bienvenidos siempre que venga a trabajar», señaló. «El Ayuntamiento tiene muy poco poder» a la hora de favorecer el asentamiento de extranjeros; sin embargo, señala a quienes sí tienen pueden captar residentes para los entornos vaciados. «El mercado y las empresas son los que deben de atraer» nuevos vecinos. Ruano percibe algunos problemas que padecen los foráneos que eligieron Gomezserracín para trabajar y vivir. «Muchos están viviendo en casas donde no querrían vivir los nacionales». Por otra parte, «lo más conflictivo es el tema de los niños». Se refiere al dilema que se crea cuando se incorporan escolares a mitad de curso y no hay docentes suficientes para atender las necesidades. «Si se ajusta el cupo de profesores no se puede hacer la integración», critica.
La alcaldesa de la localidad soriana de San Esteban de Gormaz, María Luisa Aguilera, reivindicó «más dotaciones a la Junta» para no perder la oportunidad de encarnan los inmigrantes para garantizar el futuro de los pueblos. «Los ayuntamientos tenemos muchas limitaciones», se lamentó; aunque también defendió el papel de las entidades locales «como agentes de desarrollo, puesto que tenemos representantes en los Consejos de Salud y de Educación donde podemos mostrar nuestras discrepancias y pedir ayudas que no son tan excepcionales». Otea el horizonte hacia el que se encamina el medio rural y tiene claro que «la inmigración es el futuro y una oportunidad, porque sin los inmigrantes no podríamos mantener estos niveles de población». Aguilera asegura que «la despoblación no refleja otra cosa que el desequilibrio territorial». Por eso ve imprescindibles «más infraestructuras» que atraigan a empresas y siembren trabajo.
Aunque su nombre no figuraba en el programa de ayer del foro sobre inmigración y medio rural organizado por la UVA, la alcaldesa de Cedillo de la Torre, Eva González, aprovechó el debate para llamar la atención sobre «el abandono» institucional que arrastra el medio rural. Representante del grupo de acción local del nordeste segoviano, Codinse, y del proyecto Abraza la Tierra para «facilitar la llegada de nuevos empadronados y evitar la despoblación», la regidora se mostró crítica con la actitud de la Junta. «La Administración autonómica no conoce la realidad de sus zonas rurales y no ha hecho nada para saber sus necesidades», recriminó en su reflexión. A su juicio, «la carencia de servicios» está abonando el camino hacia el precipicio de la desaparición a muchos pueblos. La ordenación territorial planteada por el vicepresidente de la Junta, Francisco Igea (Cs), «va a vaciar el territorio», apostilló la alcaldesa.
«Quien venga tendrá que estar legalizado, sobre todo por un tema de seguridad». El alcalde de Villafrechós (Valladolid), Miguel Ángel Gómez, abre las puertas de su municipio a la inmigración, pero con matices. «Si estás en un país que no es el tuyo, te tienes que adaptar a sus leyes», subraya al pedir respeto mutuo. Pone el ejemplo de un joven marroquí que insultó y casi agredió a una socorrista de la piscina porque «se estaba portando mal». «No reconoció la autoridad de una mujer», se queja así del choque «puntual» entre las diferentes culturas que conviven en su municipio. También advirtió de algunas malas prácticas, como las de aquellos que «se están beneficiando de las miserias de sus compatriotas». Gente que, según Gómez, «cobra a los suyos por pedir informes de arraigos, eso sí es racismo». «Yo no lo soy, soy igualitario», añadió al criticar que haya «autóctonos a los que no se les da las mismas facilidades que a los inmigrantes».
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