La inmigración aporta más de 2.700 vecinos e impulsa la recuperación del padrón

A dicha fecha, en la provincia había 155.248 personas empadronadas. Si se enfoca para atrás el espejo retrovisor de la comparación hay que remontarse al inicio de 2016. Entonces la población residente en toda la geografía segoviana rozaba con los dedos los 156.000 vecinos. Sin embargo, a diferencia de ahora, la tendencia que empujaba aquella evolución era a la baja.

De hecho, la demografía provincial arrastraba un lustro de sangrías en los padrones que publicaba el INE. La pérdida de habitantes continuó, aunque se contuvo. Basta acercar la lupa a los hitos sobre los que el Instituto Nacional de Estadística traza la evolución de la población segoviana para detectar un estancamiento que se ha prolongado otros cuatro años más, desde 2018 hasta 2022, pandemia de coronavirus por medio con lo que ello significó en los índices del crecimiento vegetativo.

Un saldo altamente negativo entre el exceso de mortalidad claramente influenciado por el azote letal de la covid y una natalidad en mínimos históricos.

La 'nueva normalidad' ha devuelto vigor al padrón provincial. Los datos publicados por el INE ponen de relieve un punto de inflexión que se consolida a lo largo del año pasado. En 2022, la provincia ganó más de 1.200 residentes. Así lo reflejan los registros a inicio de cada ejercicio. El crecimiento ha continuado durante el primer trimestre del presente curso. Entre enero y marzo, el organismo estatal da cuenta de 439 nuevos vecinos, lo que arroja una media de casi cinco nuevos empadronados cada día en el primer cuarto del año. El incremento en este periodo de tiempo es del 0,3%.

A la hora de escudriñar en los vientos favorables que han soplado (y soplan) para impulsar las velas de la nave demográfica hacia el puerto de la recuperación posterior a la pandemia, el Instituto Nacional de Estadística también hace las veces de faro y alumbra el incremento experimentado en la población extranjera. Y este es el subtítulo que aclara y que sustenta el titular del crecimiento demográfico registrado en la provincia.

Los números de la encuesta de población correspondiente al reciente mes de abril, como el algodón del mayordomo de la tele, no engañan. Por no retrotraerse demasiado lejos, en los tres primeros meses del presente curso la comunidad foránea residente empadronada en Segovia ha incorporado 614 ciudadanos. Es un incremento entre enero y marzo del 2,7%, o lo que es lo mismo, una subida nueve veces mayor que la experimentada en el mismo periodo de tiempo por el conjunto de la población de la provincia.

Por lo tanto, el impulso demográfico tras la pandemia del coronavirus viene de la inmigración. Esta llegada y asentamientos de ciudadanos nacidos en países que no son España no solo hace que aumente la población, sino que enjuga, compensa y supera el éxodo de habitantes nacionales. Para usar el mismo plazo temporal como espejo de referencia, entre los meses de enero y marzo, la comunidad española residente en la provincia ha descontado 175 personas. Esta reducción deja la población nacional en 131.747 ciudadanos. O lo que es lo mismo, el 84% de los habitantes de Segovia han nacido en el país. Por su parte, el auge de la inmigración y la afluencia de foráneos que fijan su residencia y trabajo en la provincia suman en el primer trimestre del año 23.501 vecinos.

Por cada cinco ciudadanos españoles, hay un extranjero empadronado, según se extrae de la última encuesta del INE sobre demografía, a fecha del pasado mes de abril.

Una vez más, hay que fijarse en la tendencia. Hay una, la que dibuja la evolución de la inmigración residente en la provincia, que no para de buscar su techo desde hace seis años. Desde 2017, la curva ascendente que pone de relieve el incremento de la presencia de extranjeros en los padrones no ha parado de subir hasta alcanzar, por ahora, su tope. La superación del listón de los 23.000 inmigrantes registrados oficialmente en la provincia de Segovia marca un hito, ya que nunca, en al menos el último decenio, la comunidad foránea había sido tan numerosa.

Otra conclusión que se sonsaca de las estadísticas del ente estatal es que las procedencias de población internacional han ido cambiando con los años. Si a comienzos del siglo Segovia era tierra de acogida de ciudadanos búlgaros, rumanos y marroquíes, fundamentalmente, en este primer trimestre del año en curso los flujos de extranjeros se han trasladado a Latinoamérica. Tal y como hace público el Instituto Nacional de Estadísticas, las tres principales procedencias de personas inmigrantes que se han asentado en la provincia son Colombia, Honduras y Venezuela, con la llegada de 190, 80 y 70 ciudadanos oriundos de estos países, respectivamente.

Por lo tanto, la llegada, la inserción laboral y el empadronamiento de ciudadanos nacidos en otros países sostienen y hasta impulsan la demografía provincial. El subtítulo alusivo a la inmigración adopta así una importancia digna de las grandes letras de un titular. Basta con ver, al analizar los datos de las series históricas de población, que el conjunto del territorio segoviano sumaba, a 31 de este pasado marzo, 1.504 habitantes más que un año antes y 1.321 más que dos cursos atrás. La comunidad extranjera, en esas mismas comparaciones temporales, gana 2.704 residentes solo en los doce meses más recientes (un 13% más) y 3.113 en el cómputo de dos años (un 15,2% más).

La inmigración al alza también tiene su reflejo en el mercado laboral. A tenor de los datos de la Administración General del Estado, el pasado mes de abril había registrados en la provincia 9.078 trabajadores extranjeros afiliados a la Seguridad Social. Esta bolsa de cotizantes de otros países ha ido engordando también en los últimos tiempos. Así, a lo largo del primer cuatrimestre de este 2023 hay que contabilizar 584 altas entre los distintos regímenes, lo que equivale a un aumento en lo que va de año cercano al 7%.

Los cambios normativos en materia de empleo y el modelo de migración circular han favorecido la permanencia en tierras segovianas de trabajadores foráneos, especialmente en el sector agrícola. En concreto, ha influido la variación de los contratos temporales concedidos de año en año y su adecuación a una contratación fijo-discontinua en la que se compatibiliza el carácter imperativo del retorno anual al país de origen con la estabilidad de un contrato de naturaleza indefinida. Tal y como explicaba a finales del pasado ejercicio la propia Subdelegación del Gobierno en Segovia, el nuevo sistema de migración circular «incorpora autorizaciones de cuatro años, que permitirán trabajar a estas personas extranjeras un máximo de nueve meses por año, con la posibilidad de prórrogas por periodos de cuatro años».

La presencia de trabajadores inmigrantes en las labores agrícolas fue irregular a lo largo de 2022, «oscilando las cifras de los afiliados a la Seguridad Social entre menos de 1.000, a inicios del año, a más de 4.000 en septiembre, coincidiendo con el punto álgido de la actividad».

Respecto a las previsiones para 2023, además de poder contar con los trabajadores incluidos el curso pasado en el programa que hayan cumplido con todas las obligaciones requeridas, tres empresas han participado en un proceso de selección en Marruecos que permitió una primera elección de 496 trabajadores, que se desplazarían a Segovia a cubrir aquellos puestos que no sean ocupados por demandantes de empleo locales.