Rufo Sanz, presidente del Banco de Alimentos, coloca las últimas cajas recibidas en la nave. a. de torre

La inflación cronifica las necesidades y dispara la petición de ayuda para vivienda y alimentos en Segovia

Las previsiones económicas auguran un otoño «difícil» para las organizaciones sociales, que tendrán que redoblar esfuerzos

Carlos Álvaro

Segovia

Martes, 13 de septiembre 2022, 12:42

Con la inflación por las nubes y unas previsiones económicas poco halagüeñas, las organizaciones sociales se preparan para afrontar un otoño intenso en que la asistencia a las personas más necesitadas será más importante si cabe y requerirá el mayor de los esfuerzos. Ha llegado ... septiembre, y las necesidades y carencias han reaparecido con fuerza. Por una parte, ha empezado el colegio, con el gasto para las familias que eso conlleva, y por otra, no ha sido un verano precisamente bueno para el empleo. La carestía de la vida, el coste de la cesta de la compra y de la energía y las incertidumbres que se ciernen sobre los países europeos como consecuencia de la guerra de Ucrania completan un tenebroso cuadro que en Cáritas Diocesana y el Banco de Alimentos empiezan a vislumbrar con temor.

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«La demanda de ayuda ha crecido, sobre todo, por cuestiones derivadas del coste de la vivienda. Hay personas que ya se han visto obligadas a abandonar sus casas porque no pueden hacer frente al alquiler y están entrando directamente en nuestros progrmas. Con ello, las peticiones de auxilio a Cáritas se han triplicado durante el primer semestre del año en relación con el mismo periodo del año anterior: si en 2021 atendíamos a unas 50 personas por este motivo, en 2022 rondan las 150. Esto se debe al incremento de los precios, de la inflación. La gente no llega a fin de mes. Se ve en las ayudas directas que va pidiendo a Cáritas de forma puntual: alimentos, pagos de alquiler, ropa... Hay personas que están perdiendo la casa, lo único que les queda para subsistir», explica el director de Cáritas Segovia, Ángel Anaya.

Octubre suele ser un mes en el que crecen las atenciones, independientemente de la crisis del coronavirus o de la inflación. La demanda se disparó a raíz de la primera ola de la covid y estaba relacionada con el desempleo temporal, la atención a mayores y personas con discapacidad o movilidad reducida y los efectos del confinamiento, pero la irrupción de una nueva crisis cuando la pandemia todavía no se ha ido del todo no ha hecho más que cronificar las necesidades, en palabras de Anaya: «Lo que más nítido se percibe es la cronificación de esas necesidades. Hay que tener en cuenta de dónde venimos, pues 2021 fue un año muy complicado, y los problemas se han alargado, se han cronificado, porque el empleo es más inestable y precario que antes de la pandemia y las personas necesitan atención constante. Lo que antes se solucionaba en unos meses, ahora se tarda año y pico en resolver».

En Cáritas se teme el otoño: el incremento de las necesidades no se corresponde con un aumento de los recursos. Las subvenciones merman, pero también las donaciones. «No es que la gente dé menos; es que tiene menos para dar, y eso se nota. Cáritas recibe la mayor parte de sus recursos por subvenciones y donaciones. El año pasado ya se produjo un descenso muy significativo y este también», apunta Anaya.

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La organización católica lleva algunos años cambiando su manera de proceder con las personas que llaman a su puerta. El reparto de ropa, alimentos o ayudas económicas directas no es el objetivo. Ahora prima la valoración y asistencia continuada a las personas o unidades familiares: «Aunque se sigue proporcionando ropa y alimentos, en casos urgentes, la finalidad de nuestro trabajo es volver a integrar a esas personas que recurren a nosotros. Se les hace un seguimiento y se las ayuda a encontrar una salida a través de programas de empleo y formación», desvela el director de la entidad.

Alimentos

En la nave almacén del Banco de Alimentos de Segovia, las cajas de productos imperecederos no dejan de llegar. Los voluntarios de la organización se han pasado todo el verano trabajando, recogiendo alimentos y repartiéndolos. Ya en junio eran conscientes de la que se venía encima y estos días lo están comprobando:las peticiones que les hacen las asociaciones solidarias se han incrementado un 10%, según el presidente del Banco de Alimentos de Segovia, Rufo Sanz: «Influyen muchas cosas: la vuelta al colegio de los chavales, la subida del precio de la cesta de la compra y de los combustibles... Las previsiones no son buenas. Hemos estado trabajando todo el verano para recoger alimentos en cuarenta mil sitios porque va a ser un otoño muy difícil. Gracias a Dios, tenemos el almacén muy abastecido, hasta un 70% por lo menos».

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Los productos que recoge el Banco de Alimentos son imperecederos: legumbres, harina, arroz, pasta, cereales... «Hasta ahora es así, aunque estamos trabajando para conseguir que podamos almacenar productos perecederos. Es complicado. Tenemos la esperanza de poder hacerlo a principios de año, si bien el transporte es un problema, porque no puedes llevarlos en cualquier furgoneta, pues se pueden estropear», señala Rufo Sanz. El Banco de Alimentos recibe la demanda a través de asociaciones solidarias como San Vicente de Paúl, Alimentos Sociales El Acueducto o muchos de los ayuntamientos de la provincia.

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