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a. g. encinas / c. álvaro
Valladolid / Segovia
Sábado, 21 de noviembre 2020, 08:57
Uno de los factores que causa más desesperanza en la lucha global contra el Sars-Cov-2 es su inercia contagiosa. La curva de infecciones crece soterrada, camuflada en un ejército de asintomáticos que esparcen el virus sin saberlo. Como los síntomas tardan en aparecer, ... y además el porcentaje de enfermos graves es pequeño, cuando la curva se dispara ya es demasiado tarde. El virus se descontrola, deja de ser rastreable y se propaga a una velocidad capaz de colapsar un sistema sanitario. A partir de ahí, la fuerza de contagio es tan incontenible que las medidas restrictivas tardan mucho tiempo en conseguir un efecto reductor. La inercia contagiosa perdura, es consistente. Y al mismo tiempo conlleva un efecto desmoralizante en los ciudadanos y en los propios expertos sanitarios, que no ven decrecer la dichosa curva.
En ese punto se encuentran Castilla y León y la provincia de Segovia, que no está recibiendo en esta segunda ola el azote de la covid-19 como en la primera (Segovia sigue estando a la cabeza del exceso de mortalidad en el cómputo global de la pandemia). Los datos de incidencia acumulada a 14 días (en casos por 100.000 habitantes) reflejan que empieza a producirse un lento aplanamiento, salteado por brotes que en algunos lugares cambian la tendencia.
La Junta de Castilla y León ofrece la incidencia municipio a municipio en aquellas localidades de la provincia que superan los 1.000 habitantes. 11 de esos lugares (Sepúlveda, Trescasas, Ayllón, Cantalejo, Carbonero el Mayor, Riaza, San Cristóbal de Segovia, San Ildefonso, Navas de Oro, Torrecaballeros y Segovia) han visto decrecer su incidencia acumulada, aunque solo tres de ellos (Trescasas, Riaza y Navas de Oro) consiguen reducir su calificación, de riesgo «muy alto» a riesgo «alto», y uno (Ayllón) ha pasado a la situación de «nueva normalidad». Todos los demás (excepto Torrecaballeros, que se mantiene en riesgo «medio») se encuentran en el temido «muy alto».
Por contra, otros 10 municipios segovianos con más de 1.000 habitantes han incrementado su incidencia acumulada (Nava de la Asunción, Hontanares de Eresma, Cuéllar, Cantimpalos, Villacastín, El Espinar, Palazuelos de Eresma, Navalmanzano, La Lastrilla y Coca). Los casos más llamativos son los de Cuéllar y El Espinar. Cuéllar ha pasado de 501 a 741. En términos absolutos significaría que si tenía 48 positivos por covid-19 ahora tiene 80, casi el doble. En El Espinar, se ha pasado de una incidencia de 389 a 590, es decir, de 35 a 53 casos de coronavirus. A veces, estos saltos tan significativos en la incidencia acumulada pueden deberse a la existencia de un brote o a un cribado masivo en una residencia, incidentes que, en principio, desvirtúan la foto fija del municipio, aunque también son motivo de alerta. Se deban o no a un brote, cuantos más casos emerjan, más sencillo es que el virus acabe descontrolándose.
Cuando en la comunidad autónoma de Castilla y León se impuso el toque de queda, el 25 de octubre, el excel de la Consejería de Sanidad reflejaba una correspondencia terrible: semana 43 de pandemia, crecimiento del 50% en el número de casos. «El aplanamiento empieza por crecer más despacio. La semana 44 creció menos que la 43. Entonces el incremento, en una sola semana, fue una barbaridad. Algo increíble. Eso se fue reduciendo a un 15% y ahora vamos bajando. Es una señal de aplanamiento, pero se ha conseguido con toque de queda, hostelería cerrada y mucho miedo en la gente», recuerda Ignacio Rosell, secretario del Comité de Expertos de la Junta de Castilla y León.
El pico de la segunda ola se sitúa, salvo rebrote inesperado con la situación actual de restricciones, en la semana 44, es decir, la que acabó el 1 de noviembre. Las dos siguientes ha menguado la incidencia acumulada de la enfermedad. Y sin embargo, el 77% de la población de la provincia de Segovia (es decir, 118.093 habitantes) se encuentra en zonas de riesgo «muy alto». Solo 23.146 vecinos, de 141 municipios pequeños, están en unas cifras de «nueva normalidad». En riesgo medio se encuentran Torrecaballeros, Espirdo, Fuentepelayo y Mozoncillo (4.429 habitantes), mientras que en el nivel «alto» se encuadran Trescasas, Riaza, Navas de Oro, Escalona del Prado, Marugán, Ortigosa del Monte y Cantimpalos (7.515 habitantes).
La estadística arroja otras peculiaridades. Villacastín, por ejemplo, pasa de riesgo «medio» a «muy alto» y de una incidencia acumulada de 135 a 338, es decir, en lugar de dos casos de covid, cinco. Y ese cartel en «rojo alerta» de «riesgo muy alto» es el mismo que todavía luce Segovia, la capital, con una incidencia acumulada en catorce días de 281 y unas características demográficas y geográficas mucho más proclives al contagio.
Sin embargo, las grandes cifras permiten entrever la tendencia general de la enfermedad. Y esta es paulatinamente decreciente, pero con matices. Porque parte de unos indicadores altísimos a todos los niveles. Se tomó como base para el nivel muy alto el índice de 250 casos por 10.000 habitantes en incidencia acumulada a 14 días, y se hizo cuando ya muchos lugares de España rebasaban con amplitud los 500. Ahora, la ciudad de Segovia se sitúa por encima de los 280. «Los 250 en Europa son un límite que lleva a medidas críticas», recuerda Ignacio Rosell.
A día de hoy, entre los municipios segovianos con más de 1.000 habitantes y una incidencia de más de 500 casos por 100.000 habitantes se encuentran Cuéllar (741), Coca (737), El Espinar (590) y Hontanares de Eresma (546). En pleno descenso figuran Sepúlveda, que ha pasado de 897 a 399 (lo que se traduce en cinco casos de covid menos en términos absolutos); Trescasas, de 560 a 187; Ayllón, que ha pasado de riesgo «muy alto» a situación de «nueva normalidad»; Cantalejo, de 653 a 397; Riaza, de 381 a 191; San Cristóbal de Segovia, de 426 a 262; San Ildefonso, de 420 a 305; Navas de Oro, de 299 a 224; Torrecaballeros, de 148 a 74, y la propia capital segoviana, que ha pasado de registrar una incidencia de 427 casos por cada 100.000 habitantes el pasado 13 de noviembre a los 281 del pasado jueves.
Curiosamente, en contra de lo que sucede en otras provincias de Castilla y León, los municipios segovianos de más de 5.000 habitantes no contribuyen a la bajada general. Salvo Segovia y San Ildefonso, con descensos, la incidencia se incrementa –además de en Cuéllar y El Espinar– en Palazuelos de Eresma, que ha pasado de 185 a 295, si bien, en términos absolutos, la diferencia equivaldría a pasar de diez a quince casos de covid-19.
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