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laura lópez
Segovia
Domingo, 7 de febrero 2021, 22:08
Con el cierre de centros deportivos por las medidas restrictivas para evitar la propagación del coronavirus, muchas personas se ven abocados al sedentarismo, que tiene graves efectos perjudiciales en la salud física, pero también en la psicológica.
El dueño del gimnasio Spartan, Rufo Martín, ... subraya la importancia de la supervisión por parte de los profesionales para llevar a cabo cualquier tipo de actividad físico-deportiva. «No solo para que sea más efectivo, sino para que reducir el riesgo de lesiones», precisa. Durante el primer confinamiento ya fue testigo del repunte de lesiones derivadas de una mala ejecución de los ejercicios o la falta de progresión a la hora de comenzar a entrenar. Él mismo ha mantenido el seguimiento de sus socios por videollamada y otros medios, y les ha facilitado material para que puedan continuar entrenando en casa, pero reconoce que ha sido un auténtico reto por la falta de materiales.
Quien también sabe de lesiones por experimentos autodidactas con el deporte es Jesús Barcia, técnico superior en enseñanza y animación sociodeportiva, que trabaja en la clínica Delta Terapias con rehabilitación y recuperación deportiva mediante entrenamientos personalizados para personas de los más diversos perfiles, desde deportistas de elite hasta personas que no han entrenado en su vida y quieren ponerse en forma.
«Me encuentro de todo: desde gente que no hace nada de nada hasta los que quieren hacer mucho, se lían porque han visto cuando vídeos de YouTube y se lesionan constantemente», cuenta Barcia. «Y si a eso le sumas que no hay mucha motivación porque no hay eventos deportivos en el horizonte como grandes carreras, y que el teletrabajo nos está matando…».
Por lo que él ha presenciado estos diez años que lleva en la clínica, la población general no tiene «ni idea» de hacer un entrenamiento físico saludable, y lo que más descuidan es la progresión. De ello se derivan la mayoría de lesiones con las que las personas acuden a su clínica: dolor de espalda por el sedentarismo, contracturas, dolor de hombros, tendinitis y sobrecargas en las rodillas y roturas musculares por haber estado, por ejemplo, jugando al frontón media hora sin ninguna preparación física.
«Poca continuidad y poca constancia» es lo que él detecta también en la piscina Carlos Casado, donde también trabaja desde hace quince años. Falta de progresión porque la gente «lo pilla con muchas ganas y porque algunos intentan hacer lo mismo que cuando tenían veinte años».
«La gente me dice que trabaja en casa ocho o diez horas y luego, para descansar, ve un poco de Netflix tumbado en el sofá y a dormir», resume Barcia. En el otro extremo están las personas que quieren hacer mucho «van al Decathlon o se compran un GPS y se ponen a correr… hacen deporte, sí, pero lo hacen mal», expone el técnico.
Sobre las medidas de la Junta, este profesional del deporte entiende que, en el punto en el que estamos «cerrar todo» es lo único que funciona; pero él, en general, es más partidario de regular, mientras que en España «nos encanta eso de prohibir».
Por su parte, Rosa Criado, psicóloga sanitaria en el Hospital La Misericordia del grupo Recoletas, ha sido testigo de cómo, con la evolución de la pandemia, han aumentado el número de patologías, su gravedad, su frecuencia y su intensidad, sobre todo a lo largo de la tercera ola. Trastornos del sueño, de ansiedad, depresivos, obsesivo-compulsivos, de la conducta alimentaria, el llamado síndrome de la cabaña (miedo a salir de casa) y el de hambre de piel (malestar psicológico producido por la falta de contacto físico) son los más recurrentes.
Durante sus terapias, ha detectado que las personas, en este momento de la pandemia, tienden a «enfatizar y magnificar lo negativo» por el ambiente de desgracias y malas noticias en el que se ven enmarcados, a la vez que permanecen luchando en contra de esta actitud; pero a su vez retroalimentando la sensación con «diálogos internos centrados en la queja, en el miedo y en la incertidumbre». El resultado es un constante estado de crispación, angustia, incertidumbre y desesperanza.
Muchas personas se ven abocadas a este agujero porque, como explica Rosa Criado, los tres pilares sobre los que se yergue la salud psicofísica del ser humano están hoy en día en cuarentena: el afecto, la actividad y el ocio.
La actividad físico-deportiva es «determinante»: «El hacer deporte no solo permite eliminar toxinas psicofísicas que vamos acumulando, sino que nos damos la opción y nos obligamos a dedicarnos tiempo, a desconectar, a relacionarnos, a mejorar nuestro sistema inmunológico y a potenciar mecanismos psíquicos de adaptación, superación y afrontamiento», expone. Esto significa que la actividad física potencia «mecanismos y neurotransmisores que utilizamos en nuestra vida» y que nos dan una sensación de salud y bienestar por la liberación de serotonina, endorfinas, dopamina y oxitocina, neurotransmisores relacionados con la felicidad.
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