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laura lópez
Segovia
Domingo, 12 de julio 2020, 12:50
La cancelación de las fiestas patronales en los municipios de Castilla y León dejará este año un vacío muy grande en las calles de los pueblos y en los corazones de sus vecinos. Sin embargo, el trastorno desencadenado por la pandemia liberará partidas presupuestarias ... que, en el caso de localidades como Cuéllar, llega a los 450.000 euros. Cada pueblo ha querido utilizar esta suma para cubrir diferentes necesidades, desde pavimentos nuevos y mejoras en los parques hasta un plan de contingencia contra la pandemia o ayudas económicas directas para paliar los estragos de la pandemia.
La celebración de las fiestas patronales quedó en el aire durante el estado de alarma. Algunos municipios, como la capital o el Real Sitio, se adelantaron y anunciaron la suspensión definitiva. Otros se mantuvieron a la espera, expectantes ante la evolución de la pandemia hasta que el pasado 19 de junio la Junta despejó una de las dudas que más preocupaba a los ayuntamientos, al recomendar la suspensión tras un acuerdo unánime con la Federación Regional de Municipios y Provincias (FRMP). La alcaldesa de la capital, Clara Luquero, que ya había cancelado en abril las fiestas que la ciudad celebra a finales de junio, mostró entonces su conformidad y calificó la medida de «responsable».
También El Real Sitio había anunciado ya la suspensión de todas las fiestas patronales de sus núcleos a finales de mayo, incluidas las de San Luis en agosto en La Granja, con la judiada, y las de Nuestra Señora del Rosario en septiembre. Esta anticipación se debió, según el alcalde, Samuel Alonso, a que estos festejos normalmente son «muy potentes» y exigen una gran labor de organización y contratación, por lo que el equipo de gobierno decidió tomar esta decisión cuanto antes.
Alonso recuerda que en San Luis se concentran hasta 20.000 personas, mientras que el pregón reúne a unos 10.000 vecinos y visitantes, por no hablar del crecimiento de población que experimenta el municipio durante el verano, cuando se llega a triplicar el número de habitantes. Ha sido una decisión «histórica» que «a nadie le gusta tomar» y que a Samuel Alonso le ha «frustrado» como regidor, pero también como vecino: «Pero motivos extraordinarios requieren medidas extraordinarias», subraya.
El presupuesto para la celebración de festejos en el Real Sitio es de 70.000 euros. En el mismo pleno en el que se decidió la suspensión, a finales de mayo, el Ayuntamiento aprobó un plan de ayudas directas a vecinos por valor de 100.000 euros, además de otras medidas como la exención del cobro de las tasas de las terrazas para la hostelería y la flexibilización de otros impuestos. A este tipo de auxilios ha ido a parar el dinero de las fiestas, aunque el coste para el Consistorio es aún muy superior, según Alonso. Como una alternativa de ocio y oferta cultural a las fiestas suspendidas de este año, el Ayuntamiento ha trabajado a conciencia en un programa especial para las Noches Mágicas de La Granja en formato adaptado para respetar las medidas de seguridad. A este festival le seguirán otros ciclos de diversa naturaleza, inspirados en la música jazz, entretenimiento infantil, monólogos humorísticos, artesanía y folk, todos ellos en la misma línea de excepcionalidad regida por aforos controlados, disposición de hidrogeles y distancias de seguridad.
Una amplia oferta cultural que tiene por objetivo que la ciudadanía pueda «desconectar la cabeza y pensar en otras cosas después de todo lo que ha pasado», dice Alonso. También se busca apoyar el tejido cultural del municipio y la región, uno de los sectores más castigados por la pandemia: «Es una forma de contribuir con un punto de apoyo al sector, que siempre nos ha tenido aquí», expresa el alcalde.
El 6 de junio, el alcalde de El Espinar, Javier Figueredo, emitió un comunicado para anunciar a los vecinos la suspensión de todas las fiestas en sus núcleos, como las de la Virgen y San Roque, los días 15 y 16 de Agosto en El Espinar, las de los Ángeles de San Rafael, en el mismo mes, o las del Cristo del Caloco, que empiezan el sábado anterior al segundo domingo de septiembre. La decisión, aunque «dolorosa», fue tomada «en un necesario ejercicio de responsabilidad, sensatez y sentido común».
Figueredo hablaba entonces de una medida difícil, pero que no pesaba al gobierno municipal: «No nos perdonaríamos cometer el error, después de tanto esfuerzo en el confinamiento y posteriores semanas, de seguir adelante y poner en riesgo a nuestras personas, vuestros seres queridos… personas que amamos y necesitamos para seguir adelante».
«Parece que el tiempo nos ha dado la razón», comenta Figueredo un mes después: «Nosotros vimos cómo se daba por perdido el año en cuanto a aglomeraciones innecesarias, cuando se prohibieron festejos también en otras comunidades», señala el regidor. «Ya estamos viendo cómo en algunos lugares de España están apareciendo rebrotes que no benefician a nadie», subraya. Aunque razonable, Figueredo reconoce que fue una decisión «muy difícil». Por un lado, por el «revulsivo» económico que suponen estas celebraciones. «Y después está la parte sentimental», añade Figueredo, quien resalta «el valor religioso» de las fiestas: «Que la imagen del Cristo del Caloco no pueda bajar este año es una de las cosas que más le duele a la gente».
De todo lo que no se hará este año quedan en las arcas del Ayuntamiento 400.000 euros, presupuestados para los festejos de todos los núcleos. A la hora de dar salida a esta suma, el equipo de gobierno no ha dudado: Servirá para paliar los efectos económicos más graves que la crisis del coronavirus ha causado en sus vecinos. Unos 200.000 euros en ayudas para autónomos, empresas y particulares que hayan sufrido el varapalo económico de la pandemia y unos 70.000 en la compra de material sanitario como gel desinfectante para repartir en comercios y a los vecinos son algunos ejemplos de ello. El Ayuntamiento piensa seguir reforzando esta línea para «echar una mano a los que peor lo están pasando» de aquí a que acabe el año, que se avecina «muy duro».
Como alternativa a un verano sin fiestas, El Espinar ha promovido una oferta cultural basada en los espacios libres y el control de aforo. Para ello, han trabajado en una programación especial de los 'Veranos del Pidal', un ciclo de espectáculos al aire libre situados en el patio exterior del teatro municipal. Por estas tablas 'outdoor' pasará el ballet de Carmen Amaya, la música de Demarco Flamenco y Blas Cantó o el estridente humor de los cómicos Susi Caramelo y Luis Álvaro. Además, cada viernes, en el mismo espacio se celebrarán sesiones de cine.
El Ayuntamiento de Cuéllar esperó hasta la orden de la Junta para asumir la cancelación de sus fiestas en honor a Nuestra Señora del Rosario y sus emblemáticos encierros a finales de agosto, las de San Miguel en septiembre o la Feria Medieval Mudéjar. Para el alcalde de esta localidad, Carlos Fraile, aún es pronto para pensar en qué gastarse los aproximadamente 450.000 euros que este año dejarán de invertir en los festejos. Esto es porque, explica el regidor, los ingresos para el Ayuntamiento también han bajado.
La intención del equipo de Gobierno es levar a cabo una modificación presupuestaria a finales del mes de julio para detraer el dinero de las fiestas y ocuparlo en otras cuestiones como pavimentación, parques infantiles, arbolado, o en la adquisición de algún vehículo municipal.
Una localidad que ha esperado aún más para dar el paso de anunciar la suspensión de sus fiestas en honor a la Virgen del Bustar, que se deberían haber celebrado entre los días 5 y 8 de septiembre, es Carbonero el Mayor. Y lo hicieron «con mucha tristeza», reconoce su alcaldesa, María Ángeles García. El presupuesto para estas fiestas asciende a unos 180.000 euros, dinero que ha ido a parar a un plan de contingencia para hacer frente a la pandemia tras una modificación presupuestaria, que ha tenido en cuenta también la previsible disminución de ingresos como consecuencia, precisamente, de la anulación de eventos.
Como alternativa para este verano, se han organizado una serie de actividades de ocio y deportivas con la mirada puesta en la conciliación laboral con campamentos infantiles y juveniles con grupos especialmente reducidos, por seguridad. La alcaldesa explica que el equipo de Gobierno trabaja para tener «un verano de cultura bastante activo» con talleres y espectáculos, aunque no sin dificultades, porque han percibido que muchos de los potenciales colaboradores no trabajan al cien por ciento o están limitados por los efectos de la crisis sanitaria.
En localidades como Cantalejo, aún no tienen claro qué hacer con el dinero que quedará libre. Su alcalde, Javier de Lucas, afirna que están pendientes de organizar algunos actos de menor concurrencia como alternativa de ocio y cultural. Otros no se lo pensaron tanto. A comienzos de junio, Navas de San Antonio anunció que invertiría el dinero de sus fiestas suspendidas en hacer tests serológicos a todos los vecinos del pueblo, prueba a la que se sometieron 303 personas.
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