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La normalidad vuelve a la hostelería tras las restricciones de la pandemia. Muestra de ello es el regreso del humo a las terrazas. Son muchos los detractores de la decisión de la Junta de Castilla y León de levantar la prohibición de fumar en estos ... espacios. Sin embargo, los hosteleros segovianos aplauden que, después de mucho tiempo, pueden respirar aliviados al recuperar a sus clientes fumadores y no tener que llevar a cabo funciones de «policía» entre los usuarios que cada día visitan sus locales.
«Es una medida positiva, pero ha llegado tarde», lamenta el presidente de la Asociación de Alojamiento, Hostelería y Turismo de Segovia (Hotuse-AIHS), Jesús Castellanos. «El daño ya está hecho», asevera, en referencia a que la prohibición ha dejado de ser efectiva cuando ya ha finalizado la época estival, es decir, la temporada alta del gremio hostelero. A pesar de ello, se alegra de que haya triunfado «el sentido común» ante una normativa que considera «completamente ilógica».
No siempre llueve a gusto de todos. La decisión del Ejecutivo regional ha sentado como un jarro de agua fría a los segovianos que confiaban en que, como en Cataluña, esta prohibición se iba a convertir en una medida crónica. «La restricción se ha levantado porque desde el primer minuto hemos presionado las asociaciones de hostelería, pero la idea que tenían era de mantenerla para siempre», afirma Castellanos.
Los hosteleros coinciden en que, además de «obligaciones», sus clientes también tienen «derechos». Y más aún cuando el tabaco se vende en estancos y en los propios bares. «Habrá que asumir que los ciudadanos fumen», remarca el presidente de Hotuse.
Algunas personas han automatizado el levantarse de las mesas en las que están reunidas con sus amigos o familiares cada vez que quieren fumar un cigarro o un puro, aunque también vapear. Es una costumbre que, después de tantos meses, va a ser difícil abandonar. «Aunque hayan quitado la prohibición voy a seguir apartándome, porque sé que hay gente a la que molesto», asevera Alberto Pérez, que se retira a dos metros de una terraza de la capital para fumar a la vez que habla con sus compañeros, que permanecen sentados en la mesa. En ningún caso ven esta situación como un obstáculo para seguir la conversación. «Ya estamos acostumbrados», apuntan.
«No entiendo que no dejen fumar en las terrazas. Entiendo que sea desagradable por el humo y el olor, pero siempre se puede preguntar a las personas que están en mesas cercanas si les molesta o no», afirma Silvia Pastor a las puertas de un local en la ciudad. «Si es así, no nos importa apartarnos», defiende, a la vez que aboga por respetar a los demás pero también el derecho a fumar. «Una cosa es fumar al aire libre y otra muy diferente es en un interior, donde sí puedo entender la restricción», añade Pablo Rodríguez, quien en cuanto conoció el fin de la prohibición volvió a encender su cigarro sentado en la terraza de un restaurante del casco histórico.
Precisamente, Castellanos declara que la normativa, mientras ha estado en vigor, se ha respetado «muchísimo». «La gente ha sido muy consciente de lo que se podía hacer o no», asevera. A su juicio, la mayoría de los clientes han sido «modélicos», aunque muchos otros no han aceptado la prohibición e incluso han dejado de acudir a los bares. Sobre todo al principio de su implantación. Pero el portavoz de Hotuse-AIHS confía plenamente en que todas estas personas han regresado estos días a sus establecimientos. «Somos un país de bares», apunta.
Los hosteleros segovianos respiran aliviados. Las tareas de vigilancia culminan tras dos años en los que se han sucedido enfrentamientos con aquellos fumadores que se negaban a acatar la prohibición. «Es algo que nunca habíamos querido hacer; somos hosteleros, no policías», recuerda Castellanos.
En lo que va de año, la Policía Local de Segovia ha interpuesto 16 sanciones por fumar en las terrazas de la capital. En algunos casos, los afectados se sorprendían por esta situación, ya que tenían este comportamiento totalmente automatizado. «Lo hacían de manera inconsciente», detalla el presidente. De ahí que no dudase un segundo en que, en el momento en que se volviese a permitir fumar, los ciudadanos recuperarían el hábito en estos espacios y también en la vía pública.
Atrás quedó la distancia de metro y medio. Esta fue una de las estipulaciones que creó mayor polémica en el sector. «Era una medida que no tenía ningún sentido», remarca el representante de Hotuse, quien expone la disyuntiva de que no se podía fumar en las terrazas y tampoco a 1,40 metros de ellas, era necesario mantener diez centímetros más. Todo ello cuando, muchas veces, las mesas de estos espacios estaban separadas y completamente vacías, según relata, mientras que los clientes se ponían a fumar, en grupos, «donde más gente se agolpaba, en las zonas de paso», concluye.
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