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laura lópez
Segovia
Lunes, 8 de marzo 2021, 11:01
Es de sobra conocido que la crisis económica derivada de la sanitaria ha sacudido con virulencia al sector de la hostelería, cuyos protagonistas están «al límite», según manifestaba el presidente de la asociación que los agrupa, Hostelería y Turismo de Segovia (Hotuse-AIHS), Jesús Castellanos, durante la última protesta frente a la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León en Segovia. La gran dependencia del turismo ahora inexistente y las medidas restrictivas por parte del Gobierno regional a los bares y restaurantes han agudizado el estrago económico y colocado a los hosteleros como uno de los rostros más representativos de la crisis.
Pero estos pequeños empresarios tienen por detrás a otros muchos autónomos que dependen de ellos, los proveedores de todo lo que necesita un bar o un restaurante para funcionar. Desde el que les lleva el pan cada día hasta el que dispone los refrescos y rellena el barril de cerveza, pasando por el que vende al restaurante los congelados, el que pone la cafetera nueva cuando esta se rompe, repone las servilletas de papel, o lleva la prensa cada día al bar.
«Lo están pasando tan mal como nosotros… o peor», explica Castellanos. «Nosotros hemos tenido la suerte de poner resguardarnos bajo el paraguas de los ERTE, pero muchos de estos proveedores no lo han tenido». A algunos negocios como las panificadoras el Gobierno no les concedió estas ayudas al comienzo de la pandemia al considerar que, como servicio esencial, su actividad no se veía perjudicada, a pesar de haber perdido en muchos casos hasta el 70% de la facturación.
Jesús Castellanos vive en primera persona la preocupación de estos empresarios: «Recibo las mismas llamadas de hosteleros preguntando cuándo nos van a dejar abrir que de proveedores», relata. Además, en el caso de los segundos, la actividad se complica aún más porque no se trata de abrir de un día para otro, sino que necesitan cierto tiempo de acción para realizar los pedidos, coordinar los transportes y planificar la distribución a más un gran número de establecimientos.
Una consecuencia más de la dramática situación de los hosteleros es el impago a estos proveedores. «La situación es la que es, antes con los créditos ICO conseguimos ponernos al día, pero ahora no hay nada, no se puede sacar, lo único que hay es para pagar los sueldos», señala el empresario. Este extremo no ha perjudicado la relación con estos negocios: «Estamos todos remando en la misma dirección, nuestro objetivo para este año es al menos no tener pérdidas, trabajar para haber cambiado el dinero como se dice, porque el 2021 no tiene para nada buena pinta», concluye.
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Óscar Beltrán de Otálora e Isabel Toledo
Fermín Apezteguia y Josemi Benítez (ilustraciones)
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