![La hostelería segoviana augura subidas de precios de entre el 10% y el 15%](https://s2.ppllstatics.com/elnortedecastilla/www/multimedia/202205/21/media/cocina-segovia-tanarro.jpg)
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Tras la primera Semana Santa sin restricciones de movilidad desde aquella de 2019, la hostelería soñaba con recuperar los ingresos de antes de la pandemia. Sobre el papel, los restaurantes y bares de la provincia encaran fechas clave para obtener beneficios. Hordas de ciudadanos suelen ... aprovechar las vacaciones primaverales fomentando ese turismo interior tan actualmente invocado por las instituciones locales.
Lo que en un principio parece una vuelta a la normalidad prepandémica choca con un momento de inflación creciente —con un IPC alcanzando el 11% en Castilla y León en marzo de 2022, según el INE—. El coste de los carburantes —con un crecimiento del 40% interanual a marzo de 2022—no invita a grandes desplazamientos por carretera y la subida de los precios en hostelería y restauración —que incrementa un 4,9%— no promueve las largas estancias.
Bares y restaurantes se ven con el agua al cuello cuando esperaban sacar la cabeza tras dos años de pandemia. La ingente subida de la electricidad —con un aumento interanual del 61%— y de los precios de los productos alimenticios inmovilizan los beneficios y la rentabilidad de muchos negocios locales. Jesús Castellanos, presidente de la Agrupación Industrial de Hosteleros Segovianos (Hotuse-AIHS), indica la «fuerte repercusión» que la subida de los importes está teniendo en los negocios locales y asume la consecuencia lógica que será la disminución de clientela. «La subida de precios nos está afectando en que hay menos público. Lógicamente, nosotros no somos un sector de primera necesidad y lo primero que se quita la gente cuando los importes suben y el poder adquisitivo da para menos es de todo aquello que no es de primera necesidad. La gente no se va a quitar de comer, pero sí se va a privar de ir a bares y restaurantes».
El presidente de Hotuse señala que es patente la caída del turismo. Pero también del cliente diario. Al tener los bares y restaurantes menos concurrencia se consumen menos productos. Productos mucho más caros. Todo esto sumado a la estratosférica subida de la luz, la calefacción y el gas —gastos fijos para los negocios—, hacen que la restauración se encuentre en una vorágine de contratiempos. «Estamos pasando por un momento crítico. Yo diría que bastante peor que en pandemia», asegura Castellanos, que indica que al menos en los momentos más duros del confinamiento «sabíamos que teníamos la ayuda de los ERTES y la ayuda a la cuota de autónomo, pero ahora mismo no tenemos ningún tipo de ayuda».
En referencia a la contratación, las expectativas tampoco son positivas. «Me extraña mucho que alguien se haya atrevido a aumentar personal», dice Castellanos. La nueva reforma del Estatuto de los Trabajadores —que modifica la contratación de los 'extras'— no invita al optimismo. «¿Quién se atreve ahora a contratar fijos discontinuos?», se pregunta el presidente de la asociación. «Preferimos quitar mesas y trabajar menos que tener que contratar». Reclaman que es necesario establecer un coto o una reducción porque presagian que para verano «puede haber una sangría de negocios y una consecuente subida del paro».
La «tormenta perfecta» que se cierne sobre la restauración local incluye múltiples encarecimientos. La subida de los importes en luz y gas supone una «salvajada» para muchos locales. Por otro lado, el incremento de precios en productos básicos como el aceite, la leche o la pasta amedrentan a los hosteleros. Castellanos explica que, en el intervalo del último mes, el coste del aceite ha subido más del doble. «Lo estábamos pagando a 1,70 euros y ahora está rondando los 4 euros». El huevo es otro de los productos donde más se hace notar la inflación. «En un mes, los huevos se han encarecido un 50% aproximadamente. De 1,10 euros a 1,70 euros», ejemplifica el representante de la patronal.
Una de las piedras angulares de la cocina tradicional local, el cochinillo, también se resigna a la acuciante inflación. «Comprábamos a 40 euros la pieza y ahora ronda los 53 euros, dependiendo del proveedor».
El representante gremial dilucide que estos gastos se encuentran en constante aumento y que, en la actualidad, desde un punto de vista global, «está costando mantener los negocios un 20% más». Castellanos indica que estas subidas todavía no han repercutido en el cliente, pero arguye que pronto tendrán su efecto en la carta. «Habría que subir la carta de manera homogénea un 10% o un 15% más. Se trata de un porcentaje que no llega a cubrir la subida en el mantenimiento del negocio, pero algo tenemos que asumir nosotros, lógicamente (…) la subida de la inflación ha sido igual tanto para nosotros como para nuestros clientes».
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